Críticas

La recreación del espectáculo

El moderno Sherlock Holmes

Sherlock Jr.. Buster Keaton. EUA, 1924.

Cartel de la película El joven SherlockTenemos la fortuna, en la ciudad de Medellín, en Colombia, donde vivo, de contar con la Orquesta Filarmónica de Medellín y su ensamble de músicos Filarmed, entidad que ha establecido una fructífera relación con el cine, de tal manera que con cierta frecuencia se hacen presentaciones de filmes clásicos acompañados por el ensamble musical, que ofrece para la ocasión arreglos musicales e incluso composiciones originales dirigidas por el propio compositor. Se abre así la oportunidad de que los espectadores de la ciudad puedan apreciar el cine en una nueva dimensión, que le agrega espectacularidad, atractivo y novedad.

En la ocasión que estamos compartiendo con nuestros lectores, el compositor-director invitado fue el notable maestro ruso Guerassim Voronkov, actualmente director y profesor en la Academia del Gran Teatro del Liceo en Barcelona. Con su actitud, su porte y su trabajo musical, le da elementos enriquecedores a la película, que, siendo un clásico del cine mudo, se presta para que un acompañamiento musical de alto nivel se constituya en una nueva riqueza, casi esencial.

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En la película, todo gira alrededor de una historia de amor. Buster Keaton protagoniza a un joven que hace el oficio de operador del proyector en una sala de cine, donde además ejerce oficios varios. Es un hombre pobre, optimista, ilusionado y enamorado de una hermosa mujer, por cuya atención debe luchar, enfrentado a un personaje malicioso, que hará cualquier cosa por quitarlo de en medio. El joven enamorado quiere salir adelante, estudiando técnicas de detectivismo, con la idea de convertirse en un moderno Sherlock Holmes. Siendo una persona ilusionada, optimista y atrevida, se deja llevar fácilmente por su afición a las investigaciones cuando el malévolo pretendiente no se resiste a la tentación de robar, acusando a su inocente rival del delito. Cae así en una divertida espiral de eventos, en una comedia plena de arriesgadas aventuras y persecuciones, muy al estilo del famoso comediante del cine que lo protagoniza.

Sherlock Jr, fotograma

Ya es notable la comedia, basada en esa habilidad de Keaton para someterse a duras pruebas, saliendo de ellas en forma inesperada que se nos antoja llena de humor, pero que no está exenta de riesgos, de traumas y de mensajes. Cada escena se convierte así en filosofía de vida, ligera y profunda a la vez. Pero pienso que los más impactante en esta película es el novedoso tratamiento que Keaton le da al asunto de los sueños y de las realidades paralelas que se experimentan cuando alguien penetra en la esencia de otro o incluso en la esencia de sus ilusiones e imaginaciones. Para ello se basa en unos momentos en que el personaje central se va quedando dormido al pie de su oficio de operario de proyector de cine. Utilizando efectos especiales y técnicas de filmación muy creativas, se nos transporta a los terrenos mismos del surrealismo, aprovechando cuatro espacios: el de la realidad, es decir, el del personaje que duerme y que sueña, cuyo cuerpo se mueve sutilmente alrededor del proyector, mientras su mente y su espíritu se desplazan; el espacio de sus imaginaciones, a base de personajes paralelos que salen de su cuerpo y que protagonizan imaginadas hazañas detectivescas; el espacio del cine y de la proyección que está ocurriendo en la sala, en la cual los distintos personajes imaginados van entrando y saliendo, haciendo parte de la película misma, de una forma tan bien lograda que no se crean brechas en las mentes de los espectadores y finalmente, el espacio de la historia que se nos está contando y de la cual Keaton es el verdadero protagonista, cuya trama se va resolviendo admirablemente con estos trucos de ensoñación.

Estas secuencias son altamente significativas sobre el papel extraordinario que juega el cine como vehículo para la experimentación del sentir empático, esa poderosa herramienta que nos permite trasladar nuestra conciencia a otros espacios, experimentando realidades externas, como si fueran las nuestras. Keaton es un verdadero maestro de estas transformaciones, que juega con los cuatro momentos que ellas tienen: la observación de los detalles de los objetos, como elemento de aproximación; las técnicas de encuadre para definir límites y señalar los espacios de la experimentación con los objetos, que en este caso amplía a su gusto, señalando que en realidad no hay límites; la penetración del sujeto observador en el objeto observado, que acá se aprecia físicamente mediante movimientos del personaje, aunque bien se sabe que se trata de movimientos imaginados; y como cuarto paso, la identificación del personaje con el objeto observado, en la cual se adquiere una nueva esencia, un mundo nuevo, altamente educativo y transformador para el protagonista, que experimenta potencialidades inesperadas que le amplían sus panoramas y sus puntos de vista.

Escena de Sherlock Jr

De alguna manera, los espectadores experimentamos también estas secuencias de la imaginación y de la experimentación, a medida que nos dejamos llevar, renunciando con inocencia de niños a las resistencias que nos impiden la identificación con los personajes y con las historias, atrapados por la magia del entretenimiento, del humor, del sentido de la aventura, del flujo de los eventos y de las velocidades de la acción. Tal como sucede al protagonista de la película en las notables secuencias en las cuales está montado en el manubrio de una motocicleta que se desplaza a gran velocidad, atravesando obstáculos sin que ningún rasguño ocurra, confiando en que el conductor de la misma es habilidoso y consciente de todo, cuando en realidad no hay conductor alguno, más que la expectativa confiada del personaje y la pendiente del camino que todo lo mueve.

Y en medio de todo ello, suena la música espectacular de Voronkov, ese sí, hilo conductor consciente y habilidoso.

 

Trailer|

 

Y para apreciar la magia de Buster Keaton, les invito a ver

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Ficha técnica:

El moderno Sherlock Holmes (Sherlock Jr.),  EUA, 1924.

Dirección: Buster Keaton
Duración: 45 minutos
Guion: Jean C. Havez, Joseph A. Mitchell, Clyde Bruckman
Producción: Buster Keaton, Joseph M. Schenck
Fotografía: Byron Houck, Elgin Lessley
Reparto: Buster Keaton, Kathryn McGuire, Joe Keaton, Ward Crane

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