Críticas

El poder de las voces anónimas

El médico de Budapest

Zárójelentés. István Szabó. Hungría, 2020.

El médico de Budapest aficheLa monotonía de un pueblo sencillo se ofrece como alternativa a los cambios. El Dr. Ivan Stephanus es un eminente cardiólogo forzado al retiro por el cierre de un hospital en la capital. La vejez se plantea como obstáculo a la recomposición de una carrera que no verá más alternativa que continuarse en medio de un vecindario conservador. Stephanus se irá a vivir con su madre al pueblo que lo vio nacer, allí ejercerá como médico de cabecera. Sus intenciones tendrán que lidiar con los intereses del alcalde, empecinado  en construir un balneario a cualquier precio.

Drama liviano de tercera edad. Un Szabó que denota preocupaciones de la vejez en un tratamiento frágil y superficial. La película no decae en méritos dentro de una carrera exitosa, aunque luce lejana, pequeña en comparación a obras de la talla de Confianza (1980), Mefisto (1981), Coronel Redl (1985), entre otras. Es que el realizador húngaro nos tiene acostumbrados a trabajos mucho más profundos, donde el cuchillo se inserta a fondo en realidades humanas reconocidas y tratadas de manera más compleja.

De todas formas, la simplicidad vale como metáfora de mentalidades pueblerinas atrasadas y manipulables. Es como si el filme, desde el inicio, dejara resbalar, entre sus escenas, el contraste de lo conservador frente al “progreso”. Gran tema que se presenta desde varias aristas convergentes en la duda acerca de la pertinencia del cambio. La realidad se experimenta en términos de pérdida o ganancia según la posición que se ocupe en el tablero de la vida en comunidad. Todo dependerá del colectivo al que se pertenezca, Budapest no es equiparable al pueblo natal, la diferencia es muy grande. Disímiles son las lógicas que justifican el cambio. Mientras que en Budapest se asocian directamente a una relación costo-beneficio, donde los medios materiales asumen el rol protagónico, el pueblo de Iván gira en torno a las ambiciones del poder, que manipula desde una política del chisme fácilmente trasladable a la mentalidad pueblerina. La moralidad es patrón necesario a la evaluación de los actos. La política captura la intención de mentalidades circunscriptas a rutinas alejadas del movimiento citadino.

El médico de Budapest afiche

Un congelamiento social que redunda en anquilosamiento violado, una fórmula homeopática al servicio de los intereses del poder político a pequeña escala. El cambio cabalga sobre las mismas armas que condicionan su evitación. El chisme, en sus efectos, puede poseer dos caras.

El futuro versus el pasado, la proyección encuentra a su enemigo; par de opuestos representativos de una inteligencia en servidumbre a propósitos disímiles sustentados en moralidades adversas. El paquete se eleva sobre estrechos criterios pueblerinos. La puja por sobrevivir emerge en la confrontación de planos incompatibles desde lo moral y generacional. El alcalde es el futuro, sus artimañas avalan un estado de cosas fiel reflejo de mecanismos actuales de transformación,  relaciones con la comunidad que deben adaptarse en función de mentalidades propias del lugar. Es diferente a la ciudad, que, a su manera, expulsa lo innecesario; el Dr. Stephanov es de moral caduca, el alcalde representa una ética que manipula en función del “progreso” apuntalado en necesidades de éxito personal. Un vector oculto guía la transformación del pueblo, es sostenido por el respeto que no permite cuestionar a la autoridad, su prestigio es sinónimo de verdad rebelada, la iglesia perdió pie, otro de los derrotados por el “progreso”.

Es interesante examinar los medios utilizados para generar transformaciones, y cómo el Dr. Stepanhov es expulsado por razones deontológicas que lo posicionan en la férrea defensa de una ética que resiste ante la negligencia. La profesión debe ejercerse como corresponde y, para ello, debe contarse con los medios adecuados. Es lo que no se negocia, vale más que el recorte de gastos o la acumulación de ganancias.

El médico de Budapest escena

Las lógicas mercantilistas  no miran cuestiones humanas, simplemente las reducen a un materialismo cruel que, aliado a la rutina y la ignorancia, pierde de vista las conexiones con graves situaciones como la referente al suicidio de Erzsi “la soprano”. Apodo de significado variable; la cantante virtuosa y la “prostituta” se conjugan en relación al momento del vínculo con un alcalde regulador de la condición moral de las personas.

El filme apela a algunos arquetipos como el de la suegra, en términos de “vieja bruja”, que intenta posesionarse de su hijo mediante el menosprecio en la invalidación de los vínculos femeninos. También algunos estereotipos se hacen presentes: el médico ideal en defensa de la salud del pueblo. Principal premisa sostenida en base al juramento hipocrático,  representante de una moral perdurable ante el incontenible mar de transformaciones.

Asistimos al desmoronamiento de la tradición, son los últimos bastiones de prestigio que se están extinguiendo ante una comunidad que reconoce el suceso, pero no los procedimientos que lo provocan. El veneno, en su origen, proviene de la misma fuente que lo lanza, solo que, ahora le es devuelto sin rastro alguno de su efecto. El alcalde es más poderoso que el cura y el médico, la economía desata procesos indistinguibles para un pueblo que jamás osó asomar la nariz por fuera de la tradición. El curso de los hechos sostiene el traslado en las investiduras del saber, para generar un nuevo poder que, sigiloso, socava la identidad de un pueblo estancado dentro de un funcionamiento perimido. Fórmula única, permitirá superar la resistencia de valores tradicionales desafiados por “mutaciones” impuestas.

El médico de Budapest plano

Por todo esto, el filme representa mucho más que la crisis de la vejez, es el combate a viejas estructuras desde diferentes frentes de acción. El mundo debe cambiar, un imperativo que no mira condiciones personales, y se apoya en las estrategias necesarias, el fin justifica los medios.

Bach y una circulación accidentada, el río transita entre las piedras, es la belleza de la naturaleza, en acción sostenida. El arte del canto opera en medio de una interacción de planos que oficia a modo de contrapunto, nos permite apreciar y avalar los aspectos positivos de un statu-quo reafirmado en el sentir de las personas. Es la espontaneidad de la expresión versus la presencia astuta de lo maquiavélico, oculto en las sombras. Los rituales obviarán todo esto, la muerte sobreviene desde lugares inexplicables para un pueblo dormido en sus capacidades cognitivas. Los mecanismos de la tradición contienen y sostienen los métodos del enemigo. La suerte está echada.

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Ficha técnica:

El médico de Budapest (Zárójelentés),  Hungría, 2020.

Dirección: István Szabó
Duración: 113 minutos
Guion: István Szabó
Producción: Filmkontroll, Film Street
Fotografía: Lajos Koltai
Música: Attila Pacsay
Reparto: Klaus Maria Brandauer, Károly Eperjes, András Stohl, Éva Kerekes, Dorottya Udvaros, Ági Szirtes, Mari Csomós, Péter Andorai, Eszter Csákányi, Tímea Virga, Ákos Orosz, Enikö Börcsök, Dorina Martinovics, András Bálint, Péter Barbinek, Tamás Andor, Ferenc Elek, Tamás Pál, Lajos Kovacs, Mihály Ráday, Béla Éless

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