Críticas
Orígenes abandonados
Una quinta portuguesa
Avelina Prats. España y Portugal, 2025.
Todos arrastramos pasados incómodos de los que nos queremos olvidar y no necesitamos contar, o tal vez sí. Este es el punto de partida de los personajes principales del segundo largometraje de la directora Avelina Prat, utilizando la inmigración como tema conductor de los orígenes abandonados de sus protagonistas. Esta temática ya nos la había expuesto en su opera prima, Vasil, donde nos mostraba su inquietud sobre la inmigración y las dificultades que entraña. En Una quinta portuguesa va más allá, dentro del drama social que esto supone, planteándolo desde otro punto de vista en diferentes perfiles. La historia, que nos narra con un ritmo sosegado y ligero, hace que el argumento esté perfectamente estructurado a lo largo de todo el film.
La película inicia con una inquietante secuencia que va a regir el devenir del personaje principal, Fernando (Manolo Solo). A través de sus decisiones influenciadas por la casualidad va a conseguir que el espectador siga atrapado en la historia hasta su último fotograma. En el transcurso del abandono de la ciudad española del protagonista, este suplanta y toma el nombre de otro personaje del film llamado Manuel. Aprovechando su nueva identidad, comienza a trabajar de jardinero en una Quinta portuguesa para Amalia (María de Medeiros), con quien empieza a entablar una relación basada en el misterio bajo un halo de confianza. En el fondo ambos son parecidos, tienen la necesidad de pertenecer a algún lugar, un sitio al que querer volver. El film avanza en un tempo lento ,en el que van sucediendo cosas continuamente, con una narración tranquila y cotidiana en la Quinta de Amalia. Después de una elipsis bien trazada del tiempo, llegan los dos puntos de giro que hacen regresar a la película a aquella atmósfera de misterio e intriga que lo cubre desde la secuencia inicial. Toda la paz, toda la armonía que Manuel había conseguido en la Quinta de Amalia, parece correr riesgo y tiene que volver al lugar que abandonó para solucionar su pasado. Peligra su nueva vida, su auténtica identidad.
Es un largometraje compuesto de fugas, migraciones y viajes. El tema principal de la inmigración en esta película se ramifica en una complejidad de subtemas como la identidad de las personas, el desarraigo, los retornados, los colonizadores y la pertenencia. Tener un lugar al que poder regresar, la necesidad de un sitio propio. A través de su trabajado guion podemos observar que los diálogos entre los personajes no son extensos, porque con concisas conversaciones, medidos silencios y el poder de la mirada de los actores se puede transmitir todo. En la película existen lugares comunes donde se da pie a estos diálogos como son los bares, el porche de piedra y el salón de la Quinta, que parecen ser el confesionario de los personajes. Para todo esto es necesario un elenco de actores que raye, como este, a un gran nivel. En mi opinión puede ser, hasta el día de hoy, el mejor trabajo de Manolo Solo realizando una interpretación sublime. Sabe mantener al personaje bajo su piel y consigue contenerlo, que es lo más difícil de la personalidad del protagonista. La madurez actoral de María de Medeiros queda por encima de toda duda, si hubiese alguna. La sensibilidad y delicadeza, las miradas y movimientos de Amalia, le otorgan al film la belleza y fuerza necesaria para que el argumento gane empaque desde el momento que entra en escena. El tándem de actores que Avelina Prats ha fusionado es una de las claves del futuro existo del largometraje. Otro acierto, son los planos subjetivos que hace que el espectador se meta en la escena para sentir la mirada del personaje.
Las imágenes de la película poseen panorámicas precisas y bellos encuadres pictóricos, transfiriendo una hermosa plasticidad. La sutil puesta en escena se apoya en tomas largas, alargamiento de planos fijos y ligeros paneos, por los que circulan sus personajes. También, podemos resaltar los acertados “fuera de plano” que tenemos distribuidos a lo largo del film. El ritmo reposado, pero sin pausa, en ciertos momentos de la película parece que flota sobre el tiempo en el que transcurre la historia. Los cambios de ritmo que tiene el film van de la mano del misterio que procede de su argumentación.
Como en Vasil, su opera prima, la directora crea secuencias con pocos planos, haciendo que cada uno de ellos cubra un espacio amplio de la acción. El cine de Avelina Prats empieza a ser reconocible no solo por la temática alrededor de todo lo concerniente a la migración, sino que también por contar historias dentro de la historia. Su universo cinematográfico se compone del placer por la narrativa oral y de una ficción que desemboca en misterio. El crecimiento de esta directora es exponencial entre ambas películas.
Tranquilidad, ternura, delicadeza, belleza, lenguaje, ilusión, misterio, miedo, intriga, amor, verdad, paz, comprensión y, sobre todo, una grata sorpresa. Esto es lo que he sentido en la proyección de Una quinta portuguesa. Hacen falta películas como esta. Necesitamos que nos cuenten historias bien contadas con sus verdades. Este cine te hace reflexionar, su mirada es limpia y sus imágenes están llenas de belleza. Cuando termina el film y quieres más, sabes que lo que has visto está bien hecho. Creo que con los tiempos que corren es necesario contar con este tipo de películas. Por favor, solo les pido una cosa, no olviden este nombre: Avelina Prats.
Tráiler.
Ficha técnica:
Una quinta portuguesa , España y Portugal, 2025.Dirección: Avelina Prats
Duración: 114 minutos
Guion: Avelina Prats
Producción: Coproducción España-Portugal; Distinto Films, Jaibo Films, O Som e a Fúria.
Fotografía: Santiago Racaj
Música: Vincent Barrière
Reparto: Manolo Solo, María de Medeiros, Branka Katic, Xavi Mira, Rita Cabaço, Ivan Barnev y Kasia Kapcia.