Críticas

Entre lo bello y lo irritablemente dulcificado

Reina de elefantes

The Elephant Queen. Victoria Stone, Mark Deeble. EUA, Kenya, 2019.

Resulta difícil escribir la crítica de una película en la que toda la acción se puede resumir en un par de palabras: elefantes se mueven de un lugar a otro. Cuidado, no hay ninguna aversión en contra de aquellos productos en los que no pasa mucho o en los que, de todas formas, la reducción de los eventos lleva a un resultado bastante reducido; productos de este tipo pueden funcionar muy bien, sobre todo si se rigen sobre un guion capaz de guiarnos por el camino que el director ha ido preparando para nosotros. Si los eventos son pocos, en lo que se refiere a la acción de los cuerpos (lo que pasa en tanto actividad física), no por esta razón estamos obligados a afirmar que lo que nos han estado presentando ha sido objetivamente una pérdida de tiempo: la falta de movimiento exterior en la estructura de la historia puede resolverse en un andamiaje intelectual o artístico muy esmerado. Está, dicho de otra forma, la posibilidad de otra mirada, de una necesidad de salir de unos cánones ya de por sí bastante (demasiado) conocidos para acercarnos a un disfrute de la obra de arte que excite unos puntos de vista diferentes, no tanto en lo que se refiere al sentido fílmico del cuento que vemos desarrollarse en la pantalla, sino en la característica de su factura.

La película de Victoria Stone y Mark Deeble se presenta así, desde la mirada estética, como una pequeña joya visual, resultado de un largo esfuerzo por capturar las imágenes perfectas, producto de un ojo activo, eficaz e inteligente. Sería imposible (y deshonesto) afirmar que desde este punto de vista, The Elephant Queen no ha acertado su objetivo: lo que vemos en la pantalla, aquellas imágenes cristalinas, pertenecen al reino de lo bello, lo hermoso, lo artísticamente completo (y complejo). Se alcanza el objetivo estético no solo en tanto obra que provoca un placer visual, sino que se nota la capacidad por parte del “ojo de la cámara” de saber qué (y cómo) capturar; el África que vemos en la pantalla es una prueba del talento de los directores, y la sensación de maravilla que se excita en nosotros resulta genuina, natural. El espectador puede así disfrutar de una maravilla estética, en la que se pone de manifiesto cómo la capacidad del hombre para capturar las imágenes puede llegar a resultados admirables, en una sinergia entre la hermosura que nos presenta el mundo natural y el talento humano de saber escoger un punto de vista magistral, prueba de que la unión de los dos (hombre y naturaleza) puede llevar a resultados excepcionales.

Sin embargo, algo no funciona en esta película o, mejor dicho, algo no funciona bien. Sería imposible, por ejemplo, afirmar que The Elephant Queen es un documental, rotunda y completamente: la presencia de una historia, la necesidad de cruzar la frontera entre lo real y lo ficticio, llevando a la producción de una obra que se pone entre las dos fronteras, no permite hablar de un filme acertado. Se nota, por lo menos para el ojo maduro, que estamos ante un producto construido, en parte falso, irreal: aquella nota de cinema verité que huye de lo postizo desaparece aquí totalmente. La voz narradora resulta así ridícula, grotesca, como si los directores hubieran creído que la única manera de presentar este producto al público fuera la de crear una historia bastante torpe y, desafortunadamente, cursi. Las palabras, el tono y el ritmo son algo catastrófico; desde este punto de vista, este producto resulta así un fracaso total, si bien habrá ciertamente personas a las que podrá gustar (sobre todo los más jóvenes). ¿De verdad era necesario crear un cuento alrededor de unas imágenes ya de por sí perfectas? ¿De verdad el público tiene que pagar para ver otro de los ya muchos productos que podemos ver en el circuito de los (apenas suficientes) documentales televisivos?

Película dulcificada, a lo Disney (en el peor y mejor sentido). Por un lado, está la proeza técnica, el ojo juicioso que analiza la realidad y nos ofrece las mejores imágenes, por el otro, tenemos la presencia de una narración falsa, como si nos hubiera sido impuesta, presencia esta que arruina lo que hubiera podido ser una obra magnífica. El resultado no es un producto positivo ni negativo, cuyo disfrute depende fundamentalmente de un conocimiento del medio (el documental), ya que cuanto menos se sabe de las cimas de grandeza a la que ha llegado, tanto más positiva resultará la fruición de The Elephant Queen (los que conocen la historia del documental y sus hitos se aburrirán, en el mejor caso, o perderán la paciencia, en el peor). ¿Obra inútil, entonces? No y, sin embargo, sí. ¿Obra estéticamente válida? Rotundamente, sí. ¿Documental? Más no que sí.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Reina de elefantes (The Elephant Queen),  EUA, Kenya, 2019.

Dirección: Victoria Stone, Mark Deeble
Duración: 96 minutos
Guion: Mark Deeble
Producción: Lucinda Englehart, Victoria Stone, Lucinda Englehart, Myles Connolly
Fotografía: Mark Deeble
Música: Alex Heffes
Reparto: Chiwetel Ejiofor

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