Críticas

El infierno se hiela

La cabaña siniestra

The Lodge. Severin Fiala y Veronika Franz. Reino Unido, 2019.

Póster de La cabaña siniestraMe temo que el desafortunado título con el que se presenta The Lodge (Severin Fiala y Veronika Franz, 2019) en el mercado hispanohablante no ayudará a que el público sienta la necesidad de dedicar su tiempo al visionado de esta película. Si nos dejamos llevar por los prejuicios, eso de La cabaña siniestra nos hace pensar en el enésimo ejercicio de terror perezoso lleno de clichés, producto digno para aderezar una reparadora siesta. Y nada más lejos de la realidad. Resulta que The Lodge es de esas películas capaz de salvar una temporada tan extraña como la que hemos vivido en el insidioso año 2020.

Severin Fiala y Veronika Franz son viejos conocidos de los amantes del género, puesto que hace unos años regalaron al espectador una de las cintas más interesantes de los últimos tiempos, la inquietante Goodnight Mommy (2015). En su debut, el dúo ya dejaba claro el estilo personal y arriesgado que imprimía el toque diferenciador respecto a las toneladas de películas de dudosa calidad que invaden cines y plataformas con la etiqueta de terror. 

Lo cierto es que aquella película, como la que hoy comentamos, rompía los moldes adoptando ciertas formas de esa clase de productos, pero presentados con un fondo y una forma totalmente alejadas del efectismo habitual. Minimalismo, economía de medios, grandes dosis de psicología enfermiza y ecos de Haneke o, incluso, Lanthimos, sin olvidar su condición de película destinada a poner al público los pelos de punta. Eso sí, a base de un sadismo inusitado que tiene mayor efecto por la calma casi cotidiana que sus creadores imprimían a la obra.

En The Lodge (me cuesta escribir lo de La cabaña siniestra), encontramos bastante de esas intenciones, convertidas en señas de identidad para la pareja en esta, su segunda película. De hecho, ya no solo en la forma de concebir el entorno visual, sino repitiendo ciertos temas recurrentes, como son la infancia observada desde un punto de vista perverso, despojada de toda inocencia.

Imagen de La cabaña siniestra

La nueva obra de  Veronika Franz y Severin Fiala tiene de fondo el drama familiar con la misma intensidad que en su anterior obra. La pérdida, la idea de reconstruir una vida a partir del horror personal, el peso del pasado en la toma de decisiones son los pilares temáticos que construyen la trama, ahondado sin compasión en las heridas de un grupo de personas que intentan sobrevivir a la desgracia. Todo el enfoque humano se reviste además de neurosis religiosa como límite de la locura, auténtico descenso a los infiernos, casi literal, para los protagonistas. 

The Lodge nos cuenta el extraño encuentro entre una mujer que intente sobreponerse al pasado traumático y unos niños que han perdido a su madre de manera bastante expeditiva. El padre de las criaturas y pareja de la protagonista decide que es buena idea juntar en una cabaña alejada de la civilización a un trío de personajes con bastantes problemas a las espaldas para que se conozcan, puesto que la joven será pronto la madrastra de esos niños, mientras él ultima unos asuntos en la ciudad. Como siempre, la película nos recuerda que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.

La tensión psicológica en la relación entre la joven y los niños va en aumento, pero cocida a un fuego lento sutil y lleno de detalles. Bien es cierto que este primer tramo de drama familiar puede espantar a los que buscan las emociones fuertes del susto y la inmediatez, pero la mezcla entre el choque de emociones y el magistral uso de los espacios como representación malsana de la realidad ya es motivo suficiente para adentrarse en el oscuro viaje a las fronteras de la locura que propone. En el momento en el que comienzan los giros imposibles de guion, la película abraza sin tapujos el relato de terror, pero siempre amarrado al aspecto onírico, la bruma del gélido aliento del terrible pasado, adormecido por el silencio nevado.

 Veronika Franz y  Severin Fiala están a punto de jugar en las grandes ligas entre los grandes nombres del terror actual. Se acercan a eso que se ha dado en llamar elevated horror, representado por figuras como Ari Aster, Robert Eggers o Jordan Peele. Su imaginario visual es de primer orden, capaces de transformar lo cotidiano en el peor de los infiernos, pervirtiendo la intimidad, devolviendo esos entornos familiares al espectador como imágenes deformadas en un espejo roto, enfermizas y perturbadoras. 

Si eso no fuera poco, el estilo narrativo de la pareja es frío y desapegado. Este posicionamiento alejado de los personajes es premeditadamente incómodo, lo que añade un extra de crueldad al resultado, ajeno a cualquier tipo de acercamiento humano por parte de los responsables de la película. Los hechos suceden con destructiva normalidad entre cuatro paredes mutadas en prisión decadente. El espectador se ve atrapado como convidado de piedra, testigo de lo inevitable.

Los niños de La cabaña siniestra

Pero claro, he dicho que están a punto de conseguirlo. A pesar de la buena presentación, del inteligente juego con la información que el público recibe, de la atrevida e incluso extravagante propuesta, hay cosas que chirrían en el resultado final. Quizá haya un salto demasiado brusco entre la calma de los primeros pasos de la película y la desesperanzada resolución, con impactantes cambios de rasante que chocan con la sobriedad escogida para los inicios. También denota cierta falta de ritmo en algunos fragmentos, reincidiendo en emociones evidentes, que el espectador ya ha asimilado como pilar de la trama, como la fina línea que separa la realidad del desvarío.

A pesar de estos pequeños puntos flacos, La cabaña siniestra es una película notable, que se mueve con ambición entre el drama impenitente y la alucinación fantasmagórica. Establece, de manera definitiva, el cuerpo de la filosofía fílmica que atisbamos en la anterior película de sus creadores. Pocos artificios visuales, las relaciones paterno filiales, la destrucción de la familia como concepto y reminiscencias a directores que poco tienen que ver con el mundo del horror, pero que presentan mundos no menos aterradores. Sorpresa agradable, un tanto decepcionante si se tienen en cuenta las enormes expectativas que la pareja de directores habían generado, pero digna de que dediquen su valioso tiempo al visionado. A pesar del torticero título en español, por descontado.

Tráiler:

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Ficha técnica:

La cabaña siniestra (The Lodge),  Reino Unido, 2019.

Dirección: Severin Fiala y Veronika Franz
Duración: 108 minutos
Guion: Sergio Casci, Severin Fiala, Veronika Franz
Producción: Filmnation Entertainment, Hammer Films
Fotografía: Thimios Bakatatakis
Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans
Reparto: Riley Keough, Jaeden Martell, Lia McHugh, Alicia Silverstone, Richard Armitage, Danny Keough, Katelyn Wells, Lola Reid

4 respuestas a «La cabaña siniestra»

  1. Fue cansado verla hasta el final no aporta nada que pueda levantar el ánimo de la emoción.
    Te quedas esperando por algo mejor.

  2. Todo en si iba bien hasta que ellos solos cayeron en sunpropia provocacion hasta asi poder tenerla en su contra y generar la muerte, pero deja inconclyso el final de lo que pueda pasar

  3. Al principio bien pero poco a poco se hacía aburrida la película.
    El final inconcluso, dejando a la imaginación, pero de todos modos esperaba un poco más..

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