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Márgenes 2017

Márgenes 2017

El Festival de cine de Márgenes sigue siendo ese extraordinario lugar donde se disfrutan autores con voces de un gran potencial y, a la vez, en posesión de un mundo tan personal, como sugerente. Así, en la edición del 2 al 23 de diciembre de 2017, hemos encontrado películas de María Aparicio, Gabriel Azorín o María Cañas, por citar algunas.

Haciendo uso de formas narrativas que dificultan el acceso del filme a un circuito comercial más amplio, los autores ponen en liza temas de gran interés. Así, en esta edición, la programación ha destacado por centrarse en gran parte en temas como la identidad y la enseñanza. Este último siempre estuvo presente en otras ediciones, aunque con menor fuerza. Este año, sin embargo, ha adquirido mayor peso y una especial relevancia. Si hace poco se hablaba en estas páginas de lo rural como el punto de partida hacia la industrialización, el Festival no quiere dejar de lado esta parte, y el campo y el mar siguen siendo señas inconfundibles de identidad.

Otro aspecto muy presente, que otorga gran personalidad al festival, es la selección de películas que basculan entre la ficción y el documental, a través del uso de material encontrado o de diferentes formatos (35 mm, 16mm, etcétera). Esto es algo que forma también parte intrínseca de las formas narrativas a las que antes se aludía. Este es el posicionamiento que adopta el festival, y su programación sigue avivando con entusiasmo el debate sobre los límites entre ficción y documental, demostrando que cada vez es más difícil de distinguir la línea que los separa y cuestionando, incluso, su existencia.

Lo experimental también adquiere un fuerte peso. Un autor habitual, como es Pablo Chavarría, dirige La tierra aún se mueve, un tratado sobre las posibilidades que ofrece la imagen y el sonido en el cine. Una película en permanente movimiento, como después veremos lo está también Notas de campo, de Catarina Botelho. Hay una frase que dice: los ojos escuchan. Es una forma de aunar, en un único sentido, el trabajo desplegado por su autor a lo largo de todo el filme. La película debería pensarse desde esta frase: “entonces el organismo es más un fenómeno de duración que de espacialidad”, lo que da lugar a una idea de expansión de los cuerpos dentro del mismo encuadre, como los de esas tortugas, al final del filme, que no dejan de andar lentamente.

El diálogo que el festival establece, a través de las películas seleccionadas, funciona en el sentido que va de Ruinas tu reino, de Pablo Escoto, por ejemplo, hacia Los cristales tiemblan (I vetri tremano), de Alessandro Focareta. Y lo hace en este sentido, porque la primera es una mirada hacia el trabajo en el mar, y la segunda es una película cuyo autor se cuestiona la continuidad de este trabajo, interrogándose sobre quién seguirá haciéndolo una vez deje de hacerlo quien lo hace hoy. Este avance tecnológico y la supuesta modernidad, alcanzada en un determinado momento, son críticas que arma la película de María Cañas, Expo lío 92.

La siesta del tigre, de Maximiliano Schonfeld, habla del proceso de búsqueda de los sueños, y muestra uno de los mejores modos de hacerlo. Cuatro hombres buscan en un lugar indeterminado, lejanos arroyos, y en medio de esa búsqueda, fósiles del felino más grande que habitó las tierras que transitan, el Tigre dientes de sable. La forma de filmar cada día y cada momento que transcurre, hace pensar en un modo que dista de la ambición, mostrando, la cámara, a esos personajes con grandes dosis de humanismo.

El filme adquiere un carácter, por momentos, onírico, poniendo de manifiesto, una vez más, que la relación entre la ficción y el documental es tan estrecha, tan difusa y ambigua que, podríamos afirmar que ha desaparecido.

Las Calles
Las calles

Las calles, ópera prima de María Aparicio, es una de las mejores y más hermosas películas proyectadas en esta edición del festival. Fascinante retrato de Puerto Pirámides, un pueblo fundado a inicio del siglo XX, cuyas calles carecen de nombre. Tomando como idea de partida la necesidad de nombrarlas, la directora traza un retrato de los diferentes modos de abordar las relaciones con nuestros mayores, haciendo hincapié en algo tan importante como es aprender a escuchar. Y se trata de aprender, porque la protagonista es una profesora de escuela que, junto a sus alumnos, deberá desarrollar un proyecto que supone la realización de una serie de entrevistas, con el fin de concretar los nombres que serán designados como candidatos, para que los habitantes del pueblo, después, voten por ellos.

Las calles se convierte, por tanto, en una película sobre la escucha. Si Lucrecia Martel cree que la vejez y, por tanto, esa voz tan característica de la que están en posesión estas personas mayores, por su especial resonancia, ha sido despreciada, en general, por muchos cineastas jóvenes en el cine, María Aparicio habría venido a saldar esta deuda con este bellísimo mosaico de voces que cuentan sus vivencias; otro de los retos a los que se enfrentó Aparicio, cómo reconstruir el pasado con rigor y desde el respeto hacia los demás.

Los mutantes
Los mutantes

Los mutantes, de Gabriel Azorín es otra de las grandes películas seleccionadas. Filme que también aborda el proceso de aprendizaje, pero centrándose en el cine. La pregunta inicial es: ¿se puede enseñar a hacer cine? La película de Gabriel Azorín contiene uno de esos momentos que quedan grabados para siempre. Filmar con toda la naturalidad el momento en que un alumno ha sido capaz de entender todo el proceso. Sin duda, uno de los instantes más hermosos del festival.

25/cines seg, de Luis Macías, es otra película sobre el cine y las dificultades que presenta sacar un proyecto adelante. Las imágenes que muestra abordan todo el proceso llevado a cabo para derruir un cine y dejar ese espacio para un nuevo proyecto urbanístico. Lo que, en paralelo, se narra, a través de una voz en off, es el modo en que la productora, con la que inicialmente se iba a realizar el proyecto, rompe la negociación al imponer condiciones abusivas que nunca se hablaron, tal y como la propia productora reconoce. Duro retrato de la situación que atraviesa hoy el cine y de la odisea que supone poner en pie un proyecto cinematográfico, si no es asumiendo condiciones abusivas.

Notas de campo, de Catarina Botelho (fuera de competición), o la mutación del paisaje, para explicar la sensación actual de un país como Portugal. Sigue existiendo una conciencia muy sensible que busca no solo entender, sino también reflexionar a través de la imagen, sobre todo lo acontecido en torno a la crisis económica. Una cinematografía especialmente afectada por esta circunstancia es la portuguesa, que ha visto en cuanto a creatividad y producción, incrementar la realización de películas a partir de este tema.

Si Corneliu Porombiu planteaba, en El segundo juego (2014), una película en la que un padre y un hijo se sentaban a ver un partido de fútbol entre los dos equipos de la capital de Rumanía, el Esteau y el Dinamo de Bucarest, cuyas imágenes era lo único que presenciaba el espectador, en Notas de campo la estructura es similar. Aquí el telón de fondo y lo que se muestra de forma permanente es el paisaje, que tendrá su función, igual que lo tenía el partido de fútbol en la película de Porombiu.

La película se desarrolla sobre la base de reflexiones de una voz en off y adopta la forma de un maravilloso travelling lateral permanente, que se extiende desde el principio hasta el final de la película. La cámara, en permanente movimiento, viene a refrendar la idea de la reflexión continua, de la inquietud constante.

De manera pausada, se piensa en voz alta, mostrando un punto de vista en torno a lo sucedido. Pero ¿cuál es la situación actual? Esa es la cuestión de la mayoría de las reflexiones que de una forma íntima y personal se realizan. El modo en que Portugal se ha visto desprovisto de recursos, limitándose cada vez más, es el modo en que Catarina Botelho intenta abordar la película.

Esta idea se ve refrendada con la evolución que se muestra del paisaje. Una unidad física que se torna cada vez más árida, dejando atrás el poco verde que se mostraba al inicio. El paisaje evoluciona acorde a cómo lo hacen las reflexiones, cada vez más ásperas. Queda la sensación de que algo ha pasado por encima, devastando cualquier tipo de ilusión o de proyecto futuro, desolando todo aquello que se había puesto en pie. La cámara sirve como refugio para expresar la sensación de desaliento que se desprende, al intentar dar significado a lo sucedido en los últimos años.

Omar y Gloria
Omar & Gloria

Omar & Gloria, de Jimmy Cohen, por momentos parece un autorretrato y, otras veces, un retrato en tercera persona de esa pareja que se muestra de forma tan ambigua. Ellos mismos aclaran que son madre e hijo, sin embargo, todos piensan que son matrimonio. Se trata de personajes que se filman a sí mismos para recordar, en el futuro, el momento presente que viven. “A ver, Omar, grábame que voy a buscar un disco”, le dice Gloria al hijo en un momento determinado. La idea que se plantea es la de mantener el presente almacenado de forma permanente mediante grabaciones con una cámara de vídeo. Así, los planos temporales se empiezan a mezclar con imágenes de 2013 o de 1997, grabadas por ellos mismos.

Se trata de personajes que necesitan encapsular el presente para poder recurrir a él en cualquier momento, cuando ya no puedan hacer lo que hacen ahora. Se trata, por tanto, de una película que retrata los miedos de la llegada a la vejez, pero también de la necesidad de filmar y de hacerlo porque sí, sin que exista un motivo especial. Filmar por filmar.

No obstante, la película se torna en una historia fantasmagórica. El modo en que está retratado Omar, parece ser el de un fantasma, por su ausencia en muchos momentos en que la cámara lo busca y no lo encuentra. Esta viene a ser una idea que se confirmaría con ese plano en que el pasado de ambos es proyectado sobre el mismo jersey de Omar, para lo que Gloria ya ha descubierto que no necesita más mantas. Los dos personajes se funden bailando, confundiéndose la imagen proyectada con la realidad. Podríamos pensar que en ese momento todo forma una misma unidad. La cuestión es: ¿podría ser Omar una proyección que realiza Gloria durante toda la película, como alguien del pasado y que no existe en la actualidad?

Tierra sola
Tierra sola

Cinco años fue el tiempo empleado por la directora Tiziana Panizza para rodar la película Tierra sola, entre 2010 y 2015. La narración se abre con imágenes filmadas en diferentes formatos, algo que se irá alternando durante todo el filme, y se va dividiendo poco a poco, entre una introducción histórica y un minucioso retrato actual de las entrañas de la Isla de Pascual, lleno de sensibilidad, y de la situación actual de sus habitantes. La isla se muestra desde la raíz, la educación, centrando gran parte del metraje en el desarrollo de la vida en un colegio. Todo ello se va alternando con la situación política y la idea de la falta de identidad, generada entre sus habitantes, desde la declaración de soberanía sobre la Isla de Pascua, incorporándola a territorio chileno.

Si Tiziana Panizza nos mostraba un retrato de la historia y actualidad de la Isla de Pascua, Alessandro Focareta nos muestra, en Los cristales tiemblan (I vetri tremano), un retrato de su paso por Cuba, a la vez que mantiene desde allí un diálogo con su madre mediante SMS. Con un colegio también presente en el fondo de esta historia, Focareta observa un imaginario rural que dejó paso a la industrialización y, en consecuencia, a un nuevo estilo de vida. El retrato de Cuba queda así enfrentado de la Isla de Pascua.

En este sentido, los hallazgos de la película se encuentran en la cuestión planteada en torno al proceso de industrialización, el cual no ha acabado con determinadas tradiciones o costumbres familiares, como la recogida de la aceituna para la producción del aceite, que sus padres realizan cada año en el mes de noviembre. Surge aquí la cuestión, ¿quién lo realizará cuando ellos no lo hagan? Mientras tanto, otros personajes aspiran a tener una vivienda y ante la pregunta de qué significa para ellos tener casa, dice que lo es todo, ya que vive en un local que no se puede ni reformar, y otros piden, en un improvisado puente de los suspiros, como el de Venecia, que deje de existir el dinero.

Expo lío 92
Expo Lío 92

La película ganadora de la VII edición del Festival de cine Márgenes es una nueva lectura crítica que añadir a las ya realizadas por otros cineastas españoles, en torno a nuestro pasado más reciente. Expo lío 92, de María Cañas, se encuadra dentro de los proyectos “Arte y Cultura en torno a 1992” del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y “¿Éramos tan modernos?” de la Fundación Cajasol. Según su autora, se trata de un filme realizado como una investigación experimental, cuya intención es “artística, humorística, didáctica y crítica”.

Las imágenes a las que ha dado cabida María Cañas en su película, creada a partir de material de archivo compilado de diferentes fuentes, conforman una dura crítica sin dar de lado ese tono satírico e irónico que caracteriza su obra. El filme se centra en ofrecer una visión, con perspectiva, de lo que supuso la inauguración, desarrollo y conclusión de la Exposición Universal de Sevilla en 1992. Para ello, María Cañas utiliza dos líneas argumentales diferentes. Por un lado, el hecho de que su clausura se hiciese coincidir con la fecha del 12 de octubre, que supuso la celebración del V Centenario de la llegada a América por Cristóbal Colón.  Aquel proceso de colonización adquiere, así, una dimensión en cuanto a la llegada de inmigrantes a España en la etapa de bonanza económica y una perspectiva racial. El proceso de colonización y el racismo, como principales puntos de mira. La otra línea argumental es la verdadera situación económica en la que desembocó todo aquello. La creación de nuevas carreteras, la nueva dimensión de crecimiento urbanístico y el supuesto avance tecnológico que se produjo, no fue más que un espejismo de lo que llegaría después.

La irreverente película de María Cañas alcanza grandes cotas de ironía para mostrar el modo en que se vendió una supuesta modernidad que crearía una situación de bienestar. Todo devino en elevados índices de paro y una gran precariedad laboral. No solo la selección de material a incluir, sino también el ingenio aplicado para el montaje, son los factores sobre los que mayor capacidad de influencia posee María Cañas. Así, aunque siempre lo es, pero aquí más que nunca, el montaje se convierte en una herramienta de búsqueda, capaz de atribuir nuevos y diferentes significados a imágenes que, vistas de una forma aislada, nunca alcanzarían esta dimensión. Este aspecto, unido a la perspectiva con la que contamos, que corrobora la afirmación de Eduardo Galeano, “la historia es una señora de digestiones lentas y de andar suave”, ofrecen un punto de vista libre, cuyo desarrollo avanza en muchas ocasiones a golpe de carcajada, si bien nunca debería olvidarse que reírse es algo muy serio.

Aquí se puede consultar el palmarés (https://www.margenes.org/festival/2017/palmares.html)

 

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