Críticas
Cuento de hadas
Lost River
Ryan Gosling. EUA, 2014.
Cuando la ópera prima (como realizador) de Ryan Gosling debutó en el Festival de Cine de Cannes el año pasado, lo hizo entre expectativas irrazonables y escépticos comentarios. Lost River (2014), cuyo título original era Cómo atrapar a un monstruo (How to Catch a Monster), representaba una gran incógnita, un desbordante universo de posibilidades. Quizás esto y la arrasadora popularidad de su director (en el ámbito de la actuación, por supuesto) propiciaron una irracionalidad desbordada y un, hasta cierto punto, efusivo pensamiento al momento de reseñarla… por desgracia, desde un punto de vista negativo.
Para empezar, libres de prejuicios: no es tan mala como las críticas la pintaron; de hecho, se trata de un filme fieramente contemporáneo y relevante.
Con unas pinceladas que recuerdan a Terence Malick, gracias al manejo de la luz y el montaje atemporal, Gosling inicia su relato acompañado de escenarios derruidos, decadentes, hasta cierto punto distópicos. La deconstrucción del sueño americano, al estilo de Korine, es un fantasma que acompaña a los atípicos personajes, almas solitarias e introspectivas, desde el inicio hasta el final. Existe una visión desencantada de la realidad, que se camufla con vistosas luces de neón, tal como Nicolas Winding Refn ha idealizado con sus últimos trabajos. Pero también hay retazos de Gaspar Noé (sobre todo de Enter the Void, perfectamente entendible considerando que ambas cintas comparten director de fotografía) y, sobre todo, de la inquieta y opresiva atmósfera de David Lynch.
¿Demasiadas referencias en un mismo párrafo? En efecto, esta es la mayor virtud y el mayor pecado de Lost River, porque… ¿cómo se puede ser irreverente u original si hay demasiado apego a las inspiraciones? El cine demasiado referencial es un agujero negro con una pequeña luz en el fondo; algunos lo dominan, otros creen hacerlo, y al final nadie está consciente por completo de cuál es la génesis de las ideas novedosas. Porque todo está inventado y es más bien cuestión de reinventarse. O de intentarlo, por lo menos. ¿Vale más una película conservadora, pero correcta, o una película transgresora, con defectos? Se trata de un debate donde cualquiera de las dos partes podría tener razón, y posiblemente sea la delgada línea donde se detienen los espectadores del filme de Gosling. ¿De qué otra forma se explican los eufemismos extremistas? Mientras unos la odian, otros la consideran desde ya mismo como un filme de culto. Al igual que Solo Dios perdona (Only God Forgives, 2013) -una de las producciones de las que pide prestados tratamientos de imagen- funciona para debatir, para conversar, para diseccionar.
¿Pero se trata verdaderamente de un trabajo de inusitada profundidad, cargado de metamensajes? Puede que la forma más honesta de describirla sea comparándola con un cuento de hadas: no son especialmente complejos, pero son acreedores de un mundo lleno de magia y misterios que fácilmente ayuda a imaginar ficciones más allá de la que narran sus páginas; su universo está delimitado lo suficiente para contar una historia, pero conserva algunos trozos difusos para dejarle espacio a la duda. No se autocensura ni se limita. Tampoco se sobreexplica.
Los personajes, por otro lado, no son especialmente complejos: sus figuras se definen y cada uno posee una meta clara. Está la reina atormentada, cercana a perder su reino y que deberá entrar en los dominios subterráneos de un hechicero para salvar a los que ama. Está el joven príncipe que experimenta los estragos de crecer, que descubre las responsabilidades, el amor, la maldad, y que traza su ruta a través de caminos inexistentes. Ambos luchan en contra de sus propios demonios, ambos unidos a pesar de la distancia. Son un vehículo para hacer avanzar la historia, que, como en todo cuento, se dirige inevitablemente hacia un enfrentamiento con los elementos que obstaculizan la felicidad de cada uno. Estos factores son, en su mayoría, producto de una oscuridad que puede ser interna o externa. Puede ser un dragón o un dinosaurio. Puede ser una bruja o un hechicero. Y aunque a veces son predecibles, los cuentos de hadas siempre tienen algo qué decir, y quedan rondando con su simpleza alrededor del pensamiento por días.
No hay que dejarse engañar por el falso empaque de Lost River: no es una abstracción surrealista, como muchos la han clasificado, sino todo lo contrario. De hecho, su título original resulta mucho más apropiado para describirla. Porque al final, es una película que habla acerca de dominar los monstruos que minan el mundo, que nos oprimen.
Pero como estamos hablando de cine, sería injusto no mencionar los aspectos que convierten el filme de Gosling en precisamente eso, ¿no? Para ello hay que volver al principio: las referencias. No hay absolutamente nada de malo en ellas, y se descubre en su mezcla un pensamiento muy postmoderno, una intencionalidad que pretende combinar todo y ponerle una capa de maquillaje encima para hacerla mutar. El problema es que, detrás de tal estilo, falta afinar detalles para desprenderse con más soltura de sus maestros de iniciación.
No obstante, se percibe en esta ópera prima una voz poderosa, fiera. Gosling recurre a un imaginario visual hermoso, tétrico, que se complementa con la banda sonora de Johnny Jewel (Chromatics, Glass Candy), enmarcada en el synthpop. Varios de los personajes interpretan temas para el soundtrack, y es un álbum que por sí mismo puede considerarse una composición destacada. Aunque en otros casos esta podría ser una afirmación peligrosa, por fortuna los artistas se complementan el uno al otro sin depender por completo de las capacidades que intercambian.
Hay muchos aspectos para degustar en esta cinta, que fue desterrada de los grandes circuitos de festivales y distribución. Es un grato ejemplo para la posteridad de parte importante del quehacer cinematográfico independiente de la actualidad, con sus virtudes y defectos, o por lo menos esa es la perspectiva reivindicadora que pretende resaltar esta reseña.
Solo el tiempo dirá dónde quedará situada.
Tráiler:
Ficha técnica:
Lost River , EUA, 2014.Dirección: Ryan Gosling
Guion: Ryan Gosling
Producción: Bold Films / Marc Platt Productions / Phantasma
Fotografía: Benoît Debie
Música: Johnny Jewel
Reparto: Christina Hendricks, Saoirse Ronan, Iain de Caestecker, Matt Smith, Eva Mendes, Ben Mendelsohn, Barbara Steele, Reda Kateb, Demi Kazanis, Carey Torrice, Torrey Wigfield, Garrett Thierry
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