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Honor y crimen

Boda Padrino

La saga de El Padrino es, sin lugar a dudas, una de las mejores trilogías de la historia del cine. ¿Quién no ha querido ser por un momento Don Vito o Michael Corleone? ¿Por qué nos atraen tanto sus personajes? ¿Cómo a unos villanos tan mezquinos llegamos a considerarles buenos? ¿Conocemos el alcance tan dañino de este tipo de personas existentes en la realidad que se han llevado a la ficción en las películas? Puede que nos hayamos dejado llevar por ese halo de glamour que desprenden todos los films que rodean al mundo de la mafia. Yo me declaro un apasionado de este subgénero creado dentro del cine negro, de suspense, debido a que nunca me he parado a pensar en su real, peligrosa y nociva existencia. Tal vez, si a la Cosa Nostra en España la llamásemos ETA ¿veríamos sus películas? y, ¿a sus personajes de una forma muy diferente? Seguro que serían tremendos y malvados villanos, no como la imagen que tenemos de estos mafiosos. La mayoría de todos ellos eran incultos, analfabetos, cafres, crueles, toscos, ordinarios, necios e ignorantes. Iñigo Domínguez, periodista de El País y corresponsal en Italia durante quince años, intentó desmitificar dicha imagen en uno de sus episodios en su segundo libro sobre la mafia titulado Paletos Salvajes. En él escribía lo siguiente, refiriéndose a sus integrantes: “En la mayoría de los casos estamos hablando de individuos arcaicos y brutales, aferrados a un mundo primitivo. No es en ningún caso un insulto al medio rural del que muchos provienen, cuyos vecinos son los primeros que han sufrido a estos criminales como una rémora letal y también se han enfrentado a ellos con cultura cívica”.

Lo que es cierto, es la extraña fascinación y curiosidad que despierta la mafia y, sin duda, su total desconocimiento. La respuesta está en el cine, porque el cine ha distorsionado mucho la percepción de la mafia. Siguiendo con el ejemplo anterior de ETA se puede aportar un dato: esta organización terrorista, como la Cosa Nostra con diferentes ideologías, asesinó a más de ochocientas personas en cuarenta años. La mafia de Palermo superó de forma holgada dicha cifra en solo dos años en la época de los ochenta. A nadie le hace gracia ETA y de esta manera entendemos que la mafia mucho menos.

Después de este preámbulo, me dispongo a segregar a tres de nuestros favoritos y más tremendos villanos del cine, en sus tres magistrales actuaciones.

Marlon Brandon (Don Vito Corleone)

Marlon

Es una de sus mejores interpretaciones de toda su inmensa carrera. ¿Quién no ha intentado ponerse alguna vez algodones en las mejillas para lograr su apariencia como lo hace él en El Padrino? A Brando le colocaron una prótesis bucal, diseñada por un dentista, para darle esa apariencia de “bulldog”, además de conseguir una voz grave y peculiar que le diese al personaje la fuerza, el respeto y la personalidad de lo que representaba.

La película comienza con la boda de su hija Connie (Talia Shire) y es la puesta en escena de lo que representa en su totalidad la mafia. Vemos reflejada a una sociedad jerarquizada, en su mayoría inmigrante, por el poder controlado de Don Vito, al que acuden a pedir consejo y todo tipo de favores, como si de un rey se tratara. También están invitados al convite políticos y personalidades de las altas esferas que influyen y controlan en devenir del país. Se puede observar cómo esos valores de familia, lealtad y protección se reflejan sobre el aura de Don Vito, una persona justa, inteligente, tranquila, paciente y protectora, con una imagen reflexiva que transmite ternura, sosiego, paz y seguridad. Viste elegante y con clase, y su despacho se parece más al de un catedrático que al de un ignorante asesino. Esto es lo que nos vende Hollywood de la mafia italiana. La figura de Don Vito es una muestra de un hombre inmigrante y trabajador que ha triunfado en los negocios en el país de las oportunidades, que vela por el bien de su familia, amigos y comunidad. Pero la verdad no es tan hermosa como nos la cuentan sus fotogramas y de lo que Hollywood ha sacado provecho. Debajo de ese chaqué impoluto, existe un personaje lleno de extorsión, amenazas, violencia, negocios sucios, mezquina supervivencia, ansia de poder, sibilina intransigencia, venganza y muerte. Los estudios hollywoodenses nos han hecho perder la perspectiva de lo que es la mafia, mostrándonos a estos guapos y elegantes actores representando a mafiosos que solo se dedican a hacer justicia, a proteger y a dar de comer a los suyos. La realidad no es esta, el cine nos la ha cambiado. Por eso a cualquiera de nosotros nos hubiese gustado ser por un día Don Vito Corleone, Marlon Brando, tener su poder para ayudar a los nuestros y sentirnos justos jueces, e incluso cumplir alguna venganza, porque no hay nada malo en ello.

Robert de Niro (el joven Vito Corleone)

Robert

En el barrio de Little Italy es donde comienza todo. El lugar donde vive la mayoría de los emigrantes italianos con pocos recursos y trabajos precarios. Una noche, el joven Corleone, acompañado de su amigo Genco (Fran Sivero), va al teatro que frecuentan los inmigrantes de su país. Allí son testigos de la forma de actuar de Don Fanucci, un extorsionador y pequeño mafioso que explota a los inmigrantes de su barrio, cobrándoles por su protección. Lo curioso es que los protege de él mismo. Vito Corleone es testigo de su amenaza al propietario del teatro, y se hace la siguiente pregunta: “Si Fanucci es italiano, ¿Por qué se aprovecha de otros italianos?”. Una noche, mientras cenaba con su familia, su vecino Clemenza le pide que le esconda un saco, este acepta y ve que en su interior contiene unas pistolas. Días más tarde, el joven Corleone es despedido de su trabajo de tendero, porque el propietario de la tienda se ve obligado a contratar al sobrino de Don Fanucci. No mucho tiempo más tarde Vito conduce una camioneta donde transporta trajes por Little Italy e, inesperadamente, Don Fanucci se sube a ella. Después le exige un dinero por poder realizar su trabajo por el barrio, a él y a sus socios, además de llevarse un vestido de los que transporta como ofrenda. Al día siguiente, lleva la mitad del dinero que le ha reclamado como protección y le pide algún día más para pagarle el resto, y este se lo concede. A continuación, Vito sale a la calle y espera a que Don Fanucci salga a caminar por el barrio, que se encuentra en una fiesta dedicada a una Virgen italiana. Tras seguirle, termina matándole de varios disparos con una pistola del saco que le había dejado su vecino. Desde ese momento, Vito Corleone se gana el respeto del barrio y no solo recibe regalos de los comerciantes, sino que también algunas personas acuden a pedirle favores. Finalmente, forjará el clan de los Corleone, acompañado por su amigo Genco y su vecino Clemenza.

Como se puede apreciar, la segunda parte de El Padrino nos relata el inicio de la mafia de los Corleone, mostrándonos las pautas de donde nace todo. La necesidad de proteger y alimentar a los suyos, basado en un sentido de lealtad entre todos sus componentes y formando una gran familia.  En su conjunto, surge en la precariedad de trabajo en la inmigración y la ley del más fuerte. El miedo, la extorsión y el poder. Todas ellas pautas de otras tantas bandas organizadas en el mundo. Matar es parte del negocio. No olvidar y cobrarse una venganza. Gente sin moral, gente salvaje. Sobrevivir a cualquier precio. Este es el tipo de familia mafiosa y respetable que nos ha vendido el cine de Hollywood, porque justifica cualquier acción necesaria para proteger a los suyos, a su bienestar, dinero y poder. ¿Estos son los buenos villanos que queremos?

Coppola declaró: “El film muestra la sucesión del poder y el hecho de que la Mafia ha dejado de ser una forma de gansterismo para convertirse en parte integrante del credo americano, según el cual todo es bueno mientras proporcione dinero”.

Al Pacino (Michael Corleone)

Al Pacino

Es el auténtico protagonista del largometraje, partiendo en un aparente segundo plano narrativo para acabar llevando el peso de la historia. El personaje fue un militar que luchaba por su país y los suyos, pero es el único de los Corleone que tiene una base cultural por haber cursado una carrera universitaria. El pequeño de los Corleone es la progresiva transformación de un buen hombre en villano, arrastrado por la sombra de su padre, y se convierte en una figura icónica para todos los que le rodean. Uno de los cambios principales de Michael Corleone es en el recuentro con su futura mujer Kay (Diane Keaton). En esas secuencias vemos cómo Coppola va creando a un nuevo Michael, mostrándolo con sus trajes oscuros y grisáceos en contraposición de los vestidos de colores de Kay.

Donde mejor se observa la transformación de un buen villano a un malvado villano es en su trato machista, protector y autoritario hacia su mujer una vez casados. Lo más asombroso es que siempre la culpa la tiene ella, porque ya sabía cómo era su familia (Corleone) y dónde se metía.

El personaje de Al Pacino, desde que se convierte en Don Michael Corleone (El padrino), no para de luchar por su grandeza, hundiéndose poco a poco en el mundo del pecado, mientras mantiene en perspectiva el bien de los demás. Finalmente, acabará sumido en un oscurantismo que ha terminado por infectar la voluntad de su personaje.

Epílogo

Francis Ford Coppola ha dejado una imborrable huella en la historia del cine, y la trilogía de El Padrino cambió la concepción de las películas de gánsteres italianos. En su día reconoció que antes de rodar la saga no tenía conocimiento de la mafia, ni del crimen organizado y de ningún mafioso de verdad. Lo único que dijo fue consultar el testimonio de un esbirro de la mafia, llamado Joseph Valachi, que reveló el funcionamiento del Sindicato de Nueva York a un comité del Senado en 1963. A partir de esas confesiones reconstruyó personajes. Aún, teniendo esto en cuenta, retrata a mafiosos reflexivos, autoconscientes e incluso benévolos, pero están muy alejados de la realidad. Lo que exprime completamente es el fuerte sentido de familia y lealtad que enfatiza en su peculiar código del honor, en vez de hacerlo en sus maniobras más sórdidas y codiciosas. Se aleja, conscientemente, de toda intención de realismo adaptando un estilo de narración hiperclásico para cumplir las demandas comerciales del productor. Esto no significa, en ningún caso, que no sea para mí la mejor trilogía existente hasta el día de hoy. Este artículo solo refleja lo peligroso que pueden ser películas que nos hagan querer ser un villano de este calibre. Gente muy despiadada y sin alma.

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