Críticas

Más sobre culpa, perdón y redención

El contador de cartas

The Card Counter. Paul Schrader. EUA, 2021.

ElcontadordecartasCartelEl contador de cartas se sostiene con un andamiaje extraordinario. No en vano, su realizador, el estadounidense Paul Schrader, es un excelente guionista que nos ha dejado historias como las que se contienen en Taxi Driver (1976), Toro salvaje (Raging Bull, 1980) o La última tentación de Cristo (The Last Temptation of Christ, 1989), las tres obras dirigidas por Martin Scorsese. En esta ocasión, también se fundamenta en un guion propio. El protagonista, William Tell, está en prisión. Cumple una condena de diez años y se siente a gusto entre rejas. Le atrae la rutina del tiempo carcelario, las infinitas horas libres para llenar con ocupaciones que antes no dominaba o no le interesaban, tales como la lectura o aprender a contar cartas. Una estratagema que es perseguida con celo en todos los casinos, al conllevar un alto porcentaje de apuestas ganadoras.

William Tell, interpretado por Oscar Isaac, es un hombre extraño. No sonríe, observa el entorno desde la lejanía con un rostro frío e impenetrable. Sale de la cárcel y su existencia va a circunscribirse en continuas visitas a casinos, mientras se aloja en moteles cuyas habitaciones debe neutralizar para poder soportarlas. Parco en palabras, intenta no llamar la atención de los vigilantes de centros de azar. Su vida se limita al juego hasta que un día, casualmente, conoce a un joven, a Cirk. Ello le trastocará el futuro para terminar incurso en un túnel que arranca y se detiene, al menos físicamente, en el mismo lugar.

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Schrader, como es habitual en su filmografía, se apoya en la ausencia de colores vivos  que otorga el tono sórdido que precisan las escenas. Con un estilo que respira autenticidad, invita al espectador a penetrar en lo esencial de su propuesta. Ya sea con planos generales, de detalle, con travellings descriptivos o con movimientos circulares de cámara, el autor va poco a poco aumentando la tensión dramática. Mientras que el mundo interno de los personajes se nos presenta convulso y traumático, la puesta en escena se fundamenta en estructuras contenidas. La profundidad moral de los planteamientos de Schrader tiñen de intensidad al conjunto. Y también sucede en esta ocasión, envolviéndose en un thriller que se detiene en un momento temporal concreto. Mientras tanto, el pasado es exhibido con puntuales analepsis y con el recurso de la voz en off. 

En definitiva, estamos de nuevo en conceptos como la culpa, el perdón o la redención, inquietudes que perfilan toda la obra de Schrader. Como Martin Scorsese con El irlandés (The Irishman, 2019) entre muchas de sus obras o Paul Thomas Anderson desde su debut en Sydney (Hard Eight, 1996). Precisamente, tanto esta última película como El contador de cartas coinciden en desarrollarse en el mundo del juego, en arrastrar sentimientos de culpa, en la necesidad del perdón, en el intento de redención, en apoyarse en traumas familiares o en diseccionar los efectos de la violencia. El pasado no se puede borrar, pero sí puede aparecer la culpa y la búsqueda del perdón, propio y ajeno. ¿Y qué hay de la redención? Si en El irlandés se buscaba mediante el alivio de la confesión católica y la absolución de los pecados cometidos, si en Sydney se intentaba con la reparación del daño causado, en este filme de Schrader se procurará obtener mediante la consecución de un objetivo altruista que aparece sorpresivamente en el camino definido y meticuloso del protagonista. 

 

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Y no nos olvidamos de la importancia que tiene para el realizador el sexo y el amor, actos o sentimientos que traumatizan o que se ignoran, mientras la existencia sigue girando en una lucha obsesiva contra uno mismo. Una trayectoria en el lado más siniestro y profundo del ser humano. Un recorrido vital impregnado de sufrimiento y pesar, mientras se trata de sobrevivir en un entorno que, a pesar de intentar moldearse a la medida propia, no deja de golpear de forma hostil y caprichosa. La autoexploración, la disección del alma del individuo se eleva así en el verdadero objetivo de una puesta en escena a su servicio. 

Dicen que solo los malos van al infierno. No lo sabemos, pero está claro que no todos los malhechores acaban entre rejas. Y preferentemente, nos referimos a aquellos que acumulan la autoridad y el poder y los utilizan para adoctrinar a otros en atrocidades diversas. La violencia se apodera de ciertas escenas, ya en campo o en fuera de campo, hasta dibujarlas como realmente son: brutalidades, agresiones sin límite contra la dignidad, el honor y la vida humana. Una denuncia también sobre aquellos que son los máximos responsables del delito y que quedan impunes en sus fechorías. Hablamos de militares, políticos o financieros, es lo mismo. Los de los altos tronos que jamás resultan salpicados por la justicia terrenal. Ya nos refiramos a torturas, financiaciones ilegales, evasión de impuestos o terrorismo de estado. 

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El contador de cartas. William Tell. Un ser errático que transita por carreteras, casinos y moteles. Unos desplazamientos que no consiguen acallar conciencias y liberar cautividades. Con austeridad, el autor utiliza los medios a su alcance, ya sean decorados, tonalidades o vestimentas, para partir de una recreación realista y acercarse al simbolismo. William Tell. Un hombre marcado, sin ilusiones, al que el destino pone en la diana la manera de perdonarse y redimirse. La culpa ya le abraza. Después de todo, retornamos a una de las cuestiones filosóficas que machacan insistentemente a la humanidad: ¿la finalidad justifica los medios? Parece que para algunos sí, con independencia de que tales medios atenten de manera intolerable frente a tantos y tantos derechos humanos. Mientras tanto, los hados siguen girando con las mismas cartas. Aquellas que jamás se desearon pero insisten en alcanzarnos sin tregua. 

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Ficha técnica:

El contador de cartas (The Card Counter),  EUA, 2021.

Dirección: Paul Schrader
Duración: 112 minutos
Guion: Paul Schrader
Producción: Coproducción Estados Unidos-Reino Unido-China; Focus Features, HanWay Films, LB Entertainment, Astrakan Film AB, Bona Film Group, Convergent Media, Enriched Media Group, One Two Twenty Entertainment
Fotografía: Alexander Dynan
Música: Robert Levon Been, Giancarlo Vulcano
Reparto: Oscar Isaac, Tye Sheridan, Tiffany Haddish, Willem Dafoe, Bobby C. King, Alexander Babara, Marcus Wayne, Don Lay, Britton Webb, Hassel Kromer, Marlon Hayes, Justine Salas, Sherri Piper, Ekaterina Baker, Joel Michaely, Billy Slaughter, Amye Gousset, Calvin Williams

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