Especial aniversario 

Cinco películas que cambiaron mi vida

01 Fellini, ocho y medio (8½)

Fellini, ocho y medio (8½) (Fellini 8½), Federico Fellini. Italia, 1963

Nunca una pantalla de cine ha proyectado imágenes de una estética visual tan bella. Entre el surrealismo lógico y la realidad onírica, Fellini deja para la posteridad una auténtica y compleja obra maestra. A medida que las escenas impactan en mi joven retina por primera vez, descubro que lo más importante en el cine no es el “qué” sino el “cómo”, y se revela ante mí una nueva dimensión desconocida; el amor por el séptimo arte. No puedo hacer otra cosa que rendirle un pequeño homenaje a la película que cambió mi vida. Ver Ocho y medio es como soñar que estás en una fiesta.


02 La naranja mecánica

La naranja mecánica (A Clockwork Orange), Stanley Kubrick. Reino Unido, 1971

Con apenas catorce años me encontraba frente a lo que sería mi entrada al cine por la puerta trasera. Con las dificultades de la edad convenía alquilar un VHS de una película que se encontraba en el apartado “pornografía” del videoclub. Fue un flechazo instantáneo. Como el mismísimo protagonista, quedé desconcertado, hipnotizado y perturbado. Recuerdo la escena de la violación como un prodigioso delirio. Stanley Kubrick me daba la bienvenida al club de la cinefilia de culto, no exenta de polémica, por supuesto. Como daño colateral, también le debo mi tímida intromisión hacia Beethoven y la música clásica.


03 Las margaritas

Las margaritas (Sedmikrásky «Daisies»), Vera Chytilová. Checoslovaquia, 1966

Antes de ver Daisies, no tenía ni idea de que el cine podía ser otra cosa. La película rompe esquemas, salta de la lógica imperante al surrealismo más lisérgico, de la estética más formal al collage más caótico. Las imágenes suceden como en un sueño, los diálogos, absurdos, y la música parece no atender a razones. Sin advertirlo, estaba descubriendo un cine libre, fuera de los márgenes establecidos, reivindicativo y hedonista; la incorrección más absoluta en dos maravillosas y excéntricas chicas. Para mi asombro, esta obra despertó en mi interior un extraño amor irracional hacia el cine checoslovaco de los años sesenta.


04 Zona profunda

Zona profunda (Deep End «Na samym dnie»), Jerzy Skolimowski. Reino Unido,1970

Tras una discusión bajo la nieve, una chica pierde el diamante que lleva en su anillo, el joven, con el fin de satisfacer a la chica, acordona un radio y se lleva  la nieve del suelo para fundirla dentro de una pequeña tetera con el fin de encontrarlo. Esto último ocurre dentro una piscina vacía. Una idea tan insólita como sugerente. Considero Deep End como una joya oculta desenterrada con mis propias manos. Un filme de veneración secreta, casi inconfesable, del que estoy seguro que solo la hemos visto su director y yo. Amor, sexo y obsesión: el más peligroso de los triángulos.


05 El séptimo sello

El séptimo sello (Det sjunde inseglet ), Ingmar Bergman. Suecia, 1957

José avisa a María en una de sus últimas visiones. A lo lejos, puede ver a sus amigos que están subiendo una colina mientras danzan con siniestros pasos. La muerte se los lleva. El plano final de El Séptimo Sello deja en mí una cicatriz imborrable. Me quedo impactado, aturdido, melancólico. Como un rayo que te atraviesa y no ves venir, Ingmar Bergman se convierte en un director esencial en mi vida. Amo la belleza de sus imágenes, la sombría psicología de sus personajes y su atormentada mente. Dios, naturaleza, amor, sexo, muerte… Filosofía y cine se unen en oscuro matrimonio.

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