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Movilización

Marea humana

Human Flow. Ai Weiwei. EUA, 2017.

MareahumanaCartelEl director chino Ai Weiwei es conocido no únicamente por su faceta cinematográfica. Nacido en Pekín y con residencia entre dicha ciudad y Berlín, se trata de un artista provocador en sus potentes creaciones, centradas en temáticas sociales y políticas. Entre otros, ha conseguido el premio Embajador de Conciencia de Amnistía Internacional o el Václav Havel a la disidencia creativa, además de galardones en importantes festivales de cine. Realizador de trece documentales, este es el primero que se estrena comercialmente en España. Estamos ante un ambicioso proyecto, que ha necesitado de una coproducción entre Estados Unidos y Alemania, además de haberse desarrollado a lo largo de dos años, en 36 países, utilizando 20 equipos, con la realización de 600 entrevistas y además, visitando 400 campos de refugiados. Un trabajo ingente que reunió 900 horas de filmación, acabando finalmente con un montaje de 144 minutos.

Nos encontramos en la película de Ai Weiwei frente a un poderoso trabajo documental en duración y recorrido, pero que consideramos necesario para, cuanto menos, tener una visión global de un tremendo problema que está sufriendo nuestro planeta en la actualidad, el de los movimientos migratorios. Y nos referimos a aquellos que no se producen aleatoriamente, por capricho o decisión libre, sino escapando de la tierra natal por razones económicas, bélicas, raciales o religiosas. La pobreza, el hambre, la impotencia ante la inexistencia de elementos básicos de subsistencia mínimos, obligan a miles, a millones de seres humanos a huir de sus propios lugares de origen. No tienen más alternativa que salir en  búsqueda de lo desconocido, con la esperanza de que, aunque las dificultades sean máximas y los logros ínfimos, siempre superarán estos últimos a la nula esperanza en el futuro que les espera en donde intentan alejarse. El filme se presentó en el Festival de Venecia, y también participó en el último Festival de Valladolid, en la Sección Oficial de Largometrajes. Precisamente, el director de este último certamen, Javier Angulo, tuvo que acudir a la presentación de la película junto con su realizador, al objeto de justificar la inclusión de un documental en dicha sección, circunstancia no habitual, por ser la que alcanza mayor repercusión pública. Y se considera primordial la toma de conciencia sobre esos movimientos brutales y criminales que está creando una crisis humanitaria que afecta aproximadamente a más de 65 millones de personas en todo el mundo. 

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El siniestro viaje que inicia Ai Weiwei recorre Oriente Medio, el infausto trayecto hacia Europa por el Mediterráneo; tampoco faltan documentos de África o de la frontera entre Estados Unidos y México. Seguimos los desplazamientos masivos obligados en sitios como Yemen, Siria, Birmania, Bangladesh, Irak, Israel, Kenia, Turquía…Una tarea ingente para concienciar del inmenso problema, del verdadero genocidio al que solo prestamos atención, si es que lo hacemos, en los noticieros de las televisiones, durante unos breves segundos. 

Para dicho intento de visión global, Ai Weiwei utiliza el recurso de dejar constancia en la mirada interrogadora de muchos refugiados, niños y mayores, que observan a la cámara con desconcierto; también a contactos con líderes de algunas comunidades reflejadas, organizaciones humanitarias, e incluso con algún político. Un esfuerzo ímprobo que impresiona con imágenes impactantes en los planos aéreos que barren los campos de refugiados que visitamos. Una catástrofe que aterroriza, paradójicamente, con hermosos planos cenitales, y que no puede dejar indiferente. 

Hablamos del dolor y del horror, pero llama la atención las esperanzas que siempre (o casi siempre), albergan las almas de estos seres humanos ignorados por la mayoría. A pesar de los antecedentes conocidos, siempre esperan encontrar tierras y gentes de acogida y por ello, quizás, los que logran sobrevivir, nos miran con desconcierto e incredulidad desde esos campos en donde los hacinamos.

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La película, a pesar de hacerse merecedora como documento imprescindible para agitar conciencias, pensamos que cinematográficamente no acierta en dos aspectos muy puntuales. En cuanto al primero de ellos, se refiere a la perenne presencia e intervención del realizador Ai Weiwei en la película, relacionándose con los afectados, intercambiando fotos, apareciendo ante la cámara constantemente. Una forma de acaparar protagonismo con la que no terminamos de estar de acuerdo. Casi como si estuviéramos viendo un documental del realizador estadounidense Michael Moore, transformado físicamente en el principal personaje de Nanuk, el esquimal (Nanook of the North de Robert Flaherty, 1922).

El segundo problema que encontramos al filme se encuentra en su intento de abarcar demasiado, consiguiendo con ello menos impacto emocional que una mirada desde la cercanía de unos pocos personajes. Nos percatamos de ello en el mismo Festival de Valladolid, con la estimable película turca que visionamos unos días más tarde, Daha (More, 2017), del director Onur Saylak. Esta última contempla una durísima denuncia acerca de las mafias que trafican con los inmigrantes en su huída de la pobreza y la guerra de sus países de origen en la costa turca del mar Egeo. En Marea humana, como se ha estado explicando, se presencia el conflicto en un intento de concienciación, de una manera despersonalizada, procurando enfrentarse a la problemática de una forma global, con el protagonismo de seres anónimos de muy distintos países y continentes. Sin embargo, en Daha, el realizador turco se sitúa en un lugar concreto, con unos pocos protagonistas de los que conocemos no solo sus caras, sino también sus identidades, sus orígenes, hasta sus nombres y apellidos. Y curiosamente, al personalizar la barbarie, esta se hace más cercana y la denuncia muchísimo más efectiva.

Nos gustaría acabar esta crítica con una reflexión que se plantea Ai Weiwei en Marea humana. Y la misma da vueltas sobre el futuro de Europa y su posicionamiento sobre los derechos humanos. Sobrecoge el silencio de los millones y millones de refugiados y supone, por supuesto que sí, una verdadera humillación y vergüenza para los que sí tenemos voz. El llamamiento hacia aquellos que tienen el poder para acabar con esta indecencia nos tememos, visto lo visto, que acabará enterrado demasiados metros bajo tierra.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Marea humana (Human Flow),  EUA, 2017.

Dirección: Ai Weiwei
Duración: 144 minutos
Guion: Boris Cheshirkov, Tim Finch, Chin-Chin Yap
Producción: Coproducción Estados Unidos-Alemania; 24 Media Production Company / AC Films / Ai Weiwei Studio
Fotografía: Zanbo Zhang, Xie Zhenwei
Música: Karsten Fundal

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