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Limitada selección

Winter Sleep

Vaya por delante, antes de hacer ninguna distinción que lo conveniente hubiese sido ver todo el cine producido a lo largo del año, pero ya se sabe, esto es algo imposible. Por tanto, partiendo de esta limitación, y considerando que seguro se quedará fuera alguna película que debiera estar aquí, se hace necesario distinguir, para realizar una selección de las mejores vistas durante el año, entre el panorama cinematográfico español e internacional. Y por este orden se comentan a continuación.

Si se adopta como criterio el de la fecha de estreno en una sala comercial, no encuadrada ya dentro de un Festival, El futuro de Luis López Carrasco, proyectada en Cineteca durante el mes de enero (aunque ya hubiera pasado previamente por Festivales como Locarno, Mar del Plata o Sevilla a lo largo de 2013), sin duda alguna sería el mejor film que se ha realizado/estrenado dentro del panorama nacional. Es muy acertado el modo en que la define Luis E. Parés (guionista y actor en la película), cuando dice que es una película con «una conciencia cinematográfica» como pocas. Inclasificable dentro de cualquier género, Luis López Carrasco hace uso de todas las herramientas que el cine pone a su disposición, para llevarlas hasta el límite y reflexionar sobre la historia más reciente de España, preguntándose en qué posición nos encontramos ahora con respecto al inicio de la transición. Todo ello desde la euforia y la alegría desbordada que rebosaba una fiesta, en una casa cualquiera, la noche en que el PSOE ganó las elecciones en 1982.

El cine español sigue inmerso en todo este proceso de renovación y de adaptación a las nuevas tecnologías, dejando claro que creatividad no es lo que falta. Todo lo contrario, el problema es que hace falta un aparato industrial a partir del cual se puedan producir en condiciones óptimas muchas de las películas que se realizan. Si hubiera que citar otras dos películas españolas, yo me quedaría con Magical Girl, de Carlos Vermut y La isla mínima, de Alberto Rodríguez.

Así, en cuanto a las películas realizadas fuera de nuestras fronteras, sin duda 2014 debería bautizarse como el año de Boyhoodde Richard Linklater. No hay duda de que el valor de una obra como esta es incalculable y no es que deba considerarse como un milagro, que lo debe ser, es que lo que hay que tener en cuenta es que milagros como este es probable que no se vuelvan a ver. Estamos ante una película que, más allá de recoger el paso del tiempo a lo largo de los doce años que han transcurrido desde que se inició su rodaje, recoge la evolución y el pensamiento de un cineasta, donde cada secuencia es un reflejo de de todo ello. Hay que fijarse en la evolución temática que presenta la película, para ello sería interesante realizar un análisis de cada de una de las secuencias, averiguar en qué año se rodaron y ponerla en contexto con respecto a la obra que Richard Linklater estaba realizando en ese momento. Sin duda, al final de la película se encuentra gran parte de la temática del tramo final de su obra y, sin duda, se percibe como una pieza mucho más madura que al inicio del filme.

A partir de aquí podríamos hablar de la fascinante Under the Skin, de Jonathan Glazer, realizada a base de silencios y repleta de una extrañeza inusual, de insinuaciones y en la que Scarlett Johanson es pura sugerencia, pura abstracción. Una película que, al parecer, todavía no tiene distribución en España.

Cold in July, de Jim Mickle, que se proyectó en Sundance y hemos podido ver finalmente en Sitges, durante el mes de octubre, ha resultado ser otra demoledora revelación, con una estética que remite a la de los años ochenta. Nos encontramos con un soberbio y contundente thriller, de una bellísima factura técnica que transcurre en Texas y que cuenta con varios giros sorprendentes, manteniéndolo vivo hasta el final. Como el propio Mickle declara sin tapujos, su película tiene influencias del cine negro, de Carpenter, de los hermanos Coen y de cierto cine negro o thriller coreano.

Y dentro del mismo Festival de Sitges, se proyectó también It Follows, de David Robert Mitchell, mostrada también en Cannes. Una película de adolescentes que apela a lo más profundo del subconsciente, y que habla de aquellos miedos y temores que nos pueden llegar a perseguir en esa etapa de nuestra vida, construida desde el interior de la mente de la protagonista, ya que Robert Mitchell nos coloca en una posición privilegiada. Vemos lo que ella puede ver y que, sin embargo, no ve el resto de su entorno.

No debería caer en el olvido tampoco The Rover, de David Michôd, una de las epopeyas más hermosas rodadas este año, en la que parece vislumbrarse cierto despertar de sus personajes a la realidad, para que la historia termine adquiriendo tintes trágicos. Toda la travesía que inicia su protagonista en busca de su coche está lleno de épica, y su final dota de sentido a todo el relato, revelándose a la vez como un retrato acerca de la soledad.

Vie sauvage/Wild life de Cédric Kahn, Premio Especial del jurado en el Festival de Cine de San Sebastián, se termina convirtiendo en un canto a la libertad. Pero cada elección que adoptamos, tiene un coste de oportunidad, lo que supone dejar de elegir otra cosa. Su tramo final actúa como una fuerte sacudida de conciencia que hace ver precisamente el alcance de las decisiones que adoptan sus personajes.

Winter Sleep, de Nuri Bilge Ceylan, es una radiografía del ser humano desde muchos puntos de vista, realizada a base de larguísimos planos (de ahí la teatralidad que se le achaca), bañados de serenidad, nunca hay una voz más alta que otra, si bien en realidad esos diálogos son dardos envenenados. Esta es una película sobre la condición humana, algo puramente existencial. Por supuesto, no hay que obviar las fuentes de las que bebe, Dostoievski y Chejov.

Mike Cahill se ha consolidado como un director al que hay que seguir y, por último, me gustaría recuperar otro título, En un lugar sin ley, un western narrado desde la distancia a la que se ven obligados a mantener sus protagonistas durante casi todo el filme, fotografiado con la mano firme y poderosa de Bradford Young, que ya fotografiara también esa joya que es Mother of George, proyectada el año pasado en San Sebastián.

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