Críticas

La tensión de lo cotidiano

Un lugar tranquilo

A Quiet Place. John Krasinski. EUA, 2018.

Cartel de la película Un lugar tranquiloGuerras nucleares, alienígenas, meteoritos… muchas son las historias que pronostican el fin del mundo o la extinción del ser humano. Desde profecías religiosas hasta operaciones matemáticas, toda base es válida para sustentar una teoría apocalíptica. Si bien todas ellas confluyen en una aniquilación total, siempre ha existido una pregunta nacida de la esperanza perenne de las personas: ¿Y si sobrevivimos? Este interrogante ha sido respondido por muchas películas a lo largo de la historia del cine, como 12 monos (Terry Gilliam, 1995) o Interstellar (Christopher Nolan, 2014), en las que predominan la fantasía y la imaginación. Este terreno es excelente para que un largometraje de terror pueda enraizar y florecer, puesto que tiene todos los ingredientes necesarios para el éxito, siempre y cuando no caiga en los triviales vicios contemporáneos del género. Un lugar tranquilo, con una mezcla añeja y moderna, narra la aventura de Evelyn (Emily Blunt) y Lee (John Krasinski) Abbott, una pareja con tres hijos que vive una granja aislada de toda civilización. Esta familia ha sobrevivido durante meses en un mundo invadido y amenazado por mortales criaturas que se guían por el sonido para cazar. En este contexto, en el que una palabra puede significar la muerte, la familia Abbott vive sigilosamente.

John Krasinki, conocido por su papel en la famosa serie The Office (Greg Daniels, Ricky Gervais y Stephen Merchant, 2005), dirige una película con una premisa que puede ser usual en su conjunto global, pero exquisita en detalle. Muchos son los largometrajes de terror que se basan en la estridencia y en la saturación sensorial, sin embargo, Un lugar tranquilo no se aferra a la opulencia para enganchar, sino que, precisamente, se despoja de ella. El comienzo, sin prólogo, empuja a las personas directamente, en una acción minimalista y poco frecuente, consiguiendo que la tensión vaya en aumento a la espera del más leve susurro que pueda provocar la muerte. Así, en ese tenso y sempiterno silencio, el espectador se encuentra involuntariamente angustiado ante cualquier acción sencilla que pueda provocar la debacle. Pese a ello, gradualmente este entusiasta comienzo y esa fuerza imperante con la que cautiva al público, disminuye a medida que transcurre el largometraje. La congoja y la inquietud de los primeros pasos se tornan en desapego y desinterés por la falta de imaginación y de sorpresa, más allá de manidas técnicas de terror que rompen el buen trazado.

Fotograma Un lugar tranquilo

En este cuasi total mutismo es imposible no alabar los aspectos técnicos del sonido. Con el hándicap de una mayor presencia que en la mayoría de producciones, los efectos sonoros aparecen a modo de cuentagotas sobre un vaso rebosante de angustia. No sabes cuál será el desencadenante que lo colme, logrando proyectar un efecto contagio en el espectador hasta tal punto de verse inmerso dentro de la propia historia, intentando no realizar ruido alguno. De la mano del silencio, acompaña la música de Marco Beltrami, compositor de bandas sonoras como Logan (James Mangold, 2017) o Hellboy (Guillermo del Toro, 2004), entre otras. De forma sutilmente homogénea respecto al conjunto, es suave y tranquila en la tensa calma e imponente en la acción. Otro de los pilares sobre los que se asienta Un lugar tranquilo es la interpretación de Emily Blunt. La actriz interpreta a una madre de familia llena de matices, con carisma y muy convincente. Gracias a ella, la pieza audiovisual transmite una constante sensación de intimidad, limitando la información ambiental y acercándonos a los sentimientos subyacentes del personaje.

Imagen Un lugar tranquilo

Tras conseguir cautivar y seducir al público con una historia alejada de convencionalismo, una proposición novedosa y la esperanza de una película de terror diferente, Un lugar tranquilo se pierde entre su propia ambición. La sobriedad y la naturaleza inquietante del largometraje, desgraciadamente, sucumben ante las patéticas prácticas del cine comercial de terror. Los anodinos y ramplones jump scares engullen una magnífica premisa y unos esperanzadores minutos iniciales. La exactitud y pulcritud de la puesta en escena, tanto en el aspecto técnico como interpretativo, es echada por la borda. Las personas entusiasmadas e inmersas en la historia son continuamente asediadas por un guion que resulta pobre y flojo, y que finalmente logra sacarlas de la trama. Después de lograr lo más difícil, el remolino comercial hunde un barco que parecía llegar a buen puerto.

Decepción y desilusión es lo que se siente ante este producto, que no llega a madurar de la forma esperada. Golpe a golpe, mella el optimismo inoculado al espectador, dejándose arrastrar por los vicios del cine comercial. Krasinki es devorado por su propia creación, siendo fagocitado por la cotidianidad. Si hubiera un Apocalipsis, desde luego, no sería una de las películas a salvar.

Trailer:

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Ficha técnica:

Un lugar tranquilo (A Quiet Place),  EUA, 2018.

Dirección: John Krasinski
Duración: 95 minutos
Guion: Scott Beck, Bryan Woods, John Krasinski (Historia: Bryan Woods, Scott Beck)
Producción: Platinum Dunes / Sunday Night / Distribuida por Paramount Pictures
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Música: Marco Beltrami
Reparto: Emily Blunt, John Krasinski, Millicent Simmonds, Noah Jupe, Cade Woodward, Leon Russom, Doris McCarthy.

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