The Aeronauts

Los aeronautas es una película dirigida por el británico Tom Harper, conocido sobre todo por su trabajo en la televisión; por dirigir la miniserie War and Peace (2016) o algunos grandes capítulos de ficciones como Misfits (2009-2013) o Peaky Blinders (2013-presente). Aunque también ha dirigido películas como The Woman in Black: Angel of Death (2014) o Wild Rose (2018). 

Sus actores principales son Eddie Redmayne (La chica danesa) y Felicity Jones (Una cuestión de género), que se vuelven a encontrar cinco años después de La teoría del todo (James Marsh, 2014) para repetir coprotagonismo juntos. 

Quizás, aún y contando con actores de la altura de los mismos, desconocías esta producción. Y la verdad es que Los aeronautas es una película que ha pasado bastante desapercibida tanto en festivales como entre los espectadores. En España nunca se llegó a estrenar en cines, aunque se puede ver en Amazon Prime Video. 

Se narra la historia de una exploración que tuvo lugar en Londres el 5 de septiembre de 1862 por Amelia Wren (Felicity Jones), una aeronauta, y James Glaisher (Eddie Redmayne), un científico meteorólogo. Se embarcaron en una arriesgada aventura en globo aerostático para, por una parte, intentar batir el récord de alcanzar alturas jamás logradas por ningún ser humano. Y por otra parte, estudiar la predicción meteorológica. En este artículo no se especificarán los resultados de la misión, pero se pueden deducir al definir este filme como un relato de pioneros. 

Porque sí, se vende como que es un filme inspirado en hechos reales… pero es algo que no es del todo cierto. La historia sí que es real, pero el único personaje verdadero es James Glaisher (aunque el meteorólogo inglés encabezó la misión con 59 años, 30 años menos que el actor que le interpreta). Amelia Wren es ficticia, razón suficiente como para no catalogar la producción como relato biográfico. Quien realmente acompañó al meteorólogo, arriesgó su vida e hizo todo lo que se ve en la película fue el aeronauta Henry Coxwell. 

La figura femenina por la que han decidido eliminarle y sustituirlo se ha extraído de otro personaje histórico, Sophie Blanchard, la primera mujer aeronauta considerada “profesional” y que combinaba su trabajo con el entretenimiento y el espectáculo. 

Se justifica que este cambio es a favor de la narrativa. Con una mujer es todo más entretenido y atractivo. Pueden otorgar ese punto moderno de reivindicación y feminismo: ella osada, ingeniosa, temeraria y caprichosa; él, estudioso y aplicado. Pero ambos rechazados por sus pares y luchando por un mismo denominador: la ciencia. Porque es una historia de superación personal y profesional, llena de amor y agradecimiento a la vida y sobre todo a la ciencia. ¡Y pensar en los avances que han conseguido estos años!

Pero no todo lo vale. ¿Dónde queda el reconocimiento del piloto? Con Henry Coxwell podrían haber logrado una historia real igual de interesante que la resultante.

Aún así, hay que darle una oportunidad a Los aeronautas porque es una historia muy emocionante.

La narrativa no es lineal. La película empieza pocos momentos antes del despegue y no nos proporcionan ningún tipo de información sobre quiénes son las personas que estamos viendo o qué se proponen con todo ese despliegue. Por eso durante el viaje van introduciendo flashbacks que explican cómo se conocieron, por qué han decidido adentrarse en esa aventura aún llevándose mal entre ellos, la importancia de la travesía…  Es decir, utilizan las analepsis para que conozcamos más sobre los personajes. Pero no tendrían que haber usado tal recurso en este caso, pues la energía y el aura de suspense  que envuelven las escenas se rompen en cada salto temporal.

Porque está muy bien rodado. Crean escenas francamente muy tensas -si padeces vértigo o te dan respeto las alturas, lo pasarás verdaderamente mal-. Es una de esas películas en que durante la mayor parte de la trama no vemos a otros actores que no sean los propios protagonistas intentado superar una serie de obstáculos en un espacio pequeño. Ellos, nada ni nadie más. Y esta vez cuentan con el valor añadido de que están en un globo aerostático surcando el cielo, atravesando lugares desconocidos, acercándose a las estrellas. Es por eso que las reacciones de ambos personajes es de lo más bello de la producción.

Y es de admirar, pues los actores no lo debieron de tener nada fácil ya que fue un rodaje entre cromas. La película está repleta de secuencias de acción, todas ellas rodadas en pantallas azules. Realizaron un muy buen trabajo. Y si ellos se lo creen, nosotros también. Es un relato inmersivo. 

Asimismo, tal característica se potencia gracias a la espectacular calidad visual adquirida por la fotografía de George Steel -que aunque destaquen los maravillosos paisajes, realiza impresionantes movimientos de cámara alrededor de la aeronave-, el uso de los efectos especiales GCI -a manos del estudio Rodeo, que suele trabajar con Amazon Prime Video-, el vestuario -muy detallado y curioso- y la ambientación de un Londres del siglo XIX. 

En defininitiva, no hacía falta crear subtramas amorosas o profundas con Amelia Wren para que cinematográficamente funcionara. Ya fueron suficiente todas las peripecias con las que tuvieron que lidiar James Glaisher y Henry Coxwell durante el viaje. Se equivocaron al no contar esa realidad.

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