Críticas

Sid y Nancy vuelven a la vida treinta años después

Sid y Nancy

Sid and Nancy. Alex Cox. Reino Unido, 1986.

Cartel de la película Sid y NancyEn este 2016 se celebran dos efemérides que comparten el recuerdo de un movimiento en la trinchera al que el tiempo le ha otorgado su debida importancia. Sid y Nancy, tercer trabajo de Alex Cox, cumple el treinta aniversario de su estreno, por lo que algunos cines británicos han decidido rendirle el mejor de los homenajes con su reestreno, que en estos momentos puede disfrutarse. Esta gratificante sorpresa viene de la mano de la celebración de la cuarentena del nacimiento del punk, tendencia cultural que tuvo su explosión inicial en el barrio del Soho, en el Londres de 1976, tras el verano más caluroso que los londinenses recuerdan. La ciudad ardía a ritmo de pogo y desinhibición nihilista. El polvorín liderado por los Sex Pistols fue fugaz y se expandió vertiginosamente por una Gran Bretaña que no pudo comprender en aquel instante trascendental, qué se escondía tras la irreverencia de sus integrantes y su corrosivo e impúdico lenguaje, en un momento en que pronunciar la palabra de cuatro letras fuck en un medio televisivo suponía un hecho más que execrable. Esta rebelión antisistema pronto cruzaría las fronteras, asentándose en otras grandes ciudades como en el Lower East de Manhattan o en los suburbios parisinos. Los Sex Pistols, víctimas de la censura, protagonizaron grandes escándalos, a la vez que compartían espacio en los diarios británicos más importantes, junto a noticias de primer calado y preocupación social como la determinación de James Callaghan, (debido a la influencia americana en la economía anglosajona) de crear un paquete de medidas que supuso la congelación de salarios y recortes en los presupuestos públicos. Aquel “nuevo culto pop” llamando punk fue un revulsivo frente al sistema de una sociedad con un altísimo índice de paro y grandes dificultades de integración para los adolescentes, a los que se les quería vender la felicidad impostada del mundo moderno, basada en un acelerado ritmo del crecimiento tecnológico, remplazante de la calidad de vida.

Por desgracia, por el Soho, el Roxy Club y el 100 Club, no solo desfilaban jóvenes con crestas y chupas de cuero repletas de tachuelas y chapas, sino que muy pronto la heroína invadió la escena, narcotizada hasta aquel momento por el speed. Esta epidemia heroinómana fue una de las causas por las que el punk comenzó a apagarse poco a poco, sobre todo en Gran Bretaña. Es indudable que su estela permanece todavía en nuestros días.

Fotograma de Sid & NancyExistieron buenos tiempos para los Sex Pistols, pero cuando Alex Cox rodó el biopic de Sid Vicious y Nancy Spungen, la pareja más emblemática del punk, tan solo siete años después de la muerte de ambos, apostó por sumergirse en las profundidades de la intimidad de los maltrechos protagonistas, para rescatar el trasfondo de una relación de amor suicida y de terror. Las interpretaciones de Gary Oldman y Chloe Webb son tan brillantes que Sid and Nancy regresan de nuevo a la vida. El film se inicia cuando Sid es arrestado por la policía de Nueva York, sospechoso del asesinato de su novia. En los interrogatorios posteriores, Sid nos traslada con su relato al momento en que conoce a Nancy, como punto de inflexión en el que su rumbo cambiará para siempre, sin posibilidad de retorno. Cox construye todo el film alrededor de ellos, aunque existe un retrato evidente del clima en el que se encuentra la mítica banda de punk y con esta intención narra retazos de alguno de sus pasajes más memorables en Londres, como fue la actuación de la banda, navegando por el Támesis, al ritmo de God Save the Queen a pocas horas de la celebración del jubileo de plata de la reina Isabel II. Todo el auge mediático y personal conseguido llegará a su fin con la gira de la banda por los Estados Unidos y la desvinculación de Sid de Sex Pistols. Tras haber recorrido el entorno y circunstancias de la pareja, el film se centra de forma incisiva en el infierno en el que ambos se hallan durante sus últimos días juntos e introduce una tercera protagonista que se convierte en el epicentro que une como nunca, a la vez que aleja, a Sid y Nancy: la heroína. Aquí da comienzo el final del sueño punk.

Sid and NancyNancy era una exprostituta mal educada que nadie podía soportar, ni tan siquiera su propia familia. Llega a Londres cargada de heroína en las venas y en la maleta. Ella es el descalabro más importante en la vida de Sid. Él es un yonqui emocional que, a pesar de todo, ve en aquella groupie fanática el apoyo incondicional que nunca tuvo. La temprana pérdida de su padre y la educación por parte de una madre demasiado extravagante y despreocupada contribuyeron a que Sid nunca llegara a plantar los pies en el suelo. Cuando el hoyo horadado entre ambos llegó al centro mismo de la Tierra y allí conocieron qué era el Averno, del mismo subsuelo emergieron fantasías suicidas que sobrevolaron, cada vez con más frecuencia, su pequeña habitación del hotel Chelsea. Es en ese lúgubre espacio, convertido en un nicho de podredumbre y narcóticos, donde el realizador inglés introduce sus manos para remover las vísceras más ocultas de la pareja. La narración está basada en el desenlace propuesto por la investigación oficial. La muerte de Nancy quedó llena de interrogantes susceptibles de albergar teorías alternativas. La investigación se cerró porque, en definitiva, qué trascendencia podría tener la muerte de una yonqui problemática, novia de un músico desahuciado, también adicto a la heroína. Ellos, en definitiva, pertenecían a esa escoria generada por el sistema que sobrevivía dentro del hábitat caótico de la cloaca de Nueva York, de la misma que quería salir el alienado Travis Bickle. Aquellos intentos por dilucidar qué ocurrió aquella noche, dieron lugar, muchos años después, a un plano documental llamado Who Killed Nancy? (Alan G.Parker, 2009), que cuenta con los testimonios de los testigos supervivientes de aquella oscura época.

Cox no quiere culminar la cinta con el tono de biopic que destaca por un realismo que quiere ser fiel a los hechos y realiza un epílogo de poco más de dos minutos en forma de despedida poética, como un último suspiro nostálgico y redentor. Sid y Nancy no es un alegato o ensalzamiento de la era punk ni pretende glorificar aquellos años convulsos. Su enfoque podría resumirse con la escena en que la pareja acude al centro de metadona y el encargado de la dispensación, interpretado por Sy Richardson, pronuncia de manera vehemente, la clave sobre la que gira todo el filme. En definitiva, Alex Cox quiso narrar una traición. La que pertrecharon aquellos jovencísimos punks cuando se encerraron en el mítico hotel neoyorquino para dar rienda suelta a su drogadicción hasta perder el poco control que tenían sobre sus vidas. Con ello, olvidaron los credos del punk que los unió, desvencijaron la conciencia colectiva del movimiento y convirtieron el famoso “no future” en algo trágicamente literal.

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Ficha técnica:

Sid y Nancy (Sid and Nancy),  Reino Unido, 1986.

Dirección: Alex Cox
Guion: Alex Cox, Abbe Wool
Fotografía: Roger Deakins
Música: Joe Strummer, Varios (Punk)
Reparto: Gary Oldman, Chloe Webb, Courtney Love, David Hayman, Xander Berkeley, Perry Benson, Andrew Schofield

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