Críticas

Cantando desde el fondo de un pozo

Nadie sabe nada de gatos persas

Kasi az gorbehaye irani khabar nadareh. Bahman Ghobadi. Irán, 2009.

En Abril llegaron a nuestras carteleras un par de esos films esperados por muchos y que  seguro no decepcionan a nadie o, como Nadie sabe nada de gatos persasmínimo, a la gran mayoría. Me refiero, por supuesto, a Alicia en el país de las maravillas, de Tim Burton, o el remake de Furia de Titanes de Louis Leterrier. Films que tienen el éxito asegurado tanto por su reparto, su director, sus efectos especiales, pero, por encima de todo, por el presupuesto del que disponen no tanto para llevarla a cabo -que también-, como por la cantidad de publicidad que se les llega a hacer. Es curioso que a veces nos olvidemos, incluso nosotros, espectadores -porque no las apoyamos en taquilla-, de que para hacer buen cine, no hace falta un gran presupuesto. Simplemente, explicar una buena historia. Contar la verdad.

Hay 3000 grupos de rock en Irán. Muchos de ellos nunca saldrán del pequeño sótano de donde ensayan y, si lo hacen, posiblemente sea porque les detenga la policía, no porque no sean buenos, o no tengan la oportunidad de tocar en conciertos. Lo «único» que pasa es que su música está prohibida. Por inmoral. Por ir en contra de los valores de su religión.

Nadie sabe nada de gatos persas viene avalada por haber obtenido el Premio especial del Jurado en el pasado Festival de Cannes. Bahman Ghobadi sorprendió de nuevo, tras el éxito conseguido en 2004 con su antibélica Las tortugas también vuelan, narrando la represión que aún se vive en su país a raíz del régimen ayatolá, pero desde un punto de vista muy distinto al que podríamos pensar: el de dos jóvenes, Negar y Ashkan, que buscan otros músicos para formar una banda de indie y poder tocar en Londres. ¿Tan simple como eso? Pronto nos damos cuenta que no.

Nadie sabe nada de gatos persasEl gran logro del film es hacernos ver qué es lo que se está viviendo en el país, a través del sueño de estos dos jóvenes, clara representación de toda una generación que, gracias a la Globalización, conoce qué hay fuera de sus fronteras… y anhela conocerlo, disfrutarlo. Por un lado, les vemos sentados en una esquina de una habitación, hablando de lo maravilloso que seria dar un concierto, al menos uno, para sus amigos y al que quisieran también asistir sus familiares. Lo bueno que sería darse a conocer y poder irse de gira a Europa. En la pared del fondo, cómo no, dos pósters: Arctic Monkeys y Joy Division. Por el otro, les seguimos y nos desesperamos junto a ellos al intuir, a medida que avanza el film, que no lo van a conseguir: el coste del pasaporte y visado falsos, el peligro de que les oigan ensayar y llamen a la policía, el no encontrar a un batería que quiera irse con ellos… sazonado todo con el hecho de que su manager tampoco les parece mucho de fiar. Dos chicos con ilusiones, pero que no pierden nunca de vista su realidad…

Así, lo que consigue el director es mostrarnos el día a día de una ciudad, Teheran, que no deja paso a la modernidad, que está perdiendo a sus jóvenes -que escapan en cuanto pueden- por culpa del fanatismo religioso. Y lo hace separando el film en pequeños tramos, con intermedios al estilo «videoclip» en los que cantan músicos que, además, son reales y famosos -como mínimo en este submundo músico iraní-, como es el caso de Hichkas, rapero al que el gobierno le ha retenido su pasaporte para que no pueda abandonar el país, básicamente por canciones que aparecen en el film.

Si bien es cierto que se detectan algunos errores de montaje y el ritmo del film se pierde a la hora de metraje (llega un momento que Nadie sabe nada de gatos persassu estructura se hace muy repetitiva, al tratarse de cápsulas de información que siempre se presentan, desarrollan y desenlazan de igual forma, separadas además también por el formato «videoclip»), para recuperarlo casi al final de la película -con un desenlace que descoloca tanto al espectador que éste se queda pegado al asiento hasta que terminan los créditos finales-. Nadie sabe nada de gatos persas tiene la misma ingenuidad que sus propios protagonistas a la hora de explicar el horror de vivir siempre con miedo, y eso es más que valorable: logra su cometido sin pretensiones. Quizá tanto secundario no aporte al desarrollo del film (porque son historias parecidas, porque no llegamos a conocer, a profundizar en ninguno en particular) y quizá no hace falta mostrarnos tantas veces que no puede confiarse en mucha gente, que hay que esconderse para ser uno mismo… pero nos quedamos con la estupenda interpretación de los protagonistas, mirando, al final del día y desde una azotea, las calles de su ciudad: inmensa, clasista, temerosa. Cruel.


Festival y galardones:

Festival de Cannes, 2009. Premio del Jurado – Une certain regard.

Festival de San Sebastián, 2009. Zabaltegi – Perlas de otros festivales

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Ficha técnica:

Nadie sabe nada de gatos persas (Kasi az gorbehaye irani khabar nadareh),  Irán, 2009.

Dirección: Bahman Ghobadi
Guion: Bahman Ghobadi, Roxana Saberi, Hosein M. Abkenar
Producción: Behroz Ghobadi
Fotografía: Turaj Aslani
Música: Michael Kaczmarek
Reparto: Hamed Behdad, Ashkan Koshanejad, Negar Shaghaghi

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