Críticas

Alcanzar el cielo con los pies en la tierra

La torre humana

The Human Tower. Ram Devineni y Cano Rojas. EUA, 2011.

Castillos de naipes
Redoblaron los aplausos, mientras los instrumentos de la orquesta retumbaban como otros tantos truenos, cuando la pirámide humana se hundió, rompiéndose el equilibrio: había desaparecido una de las narices de la base, con la que el monumento se derrumbó como castillo de naipes…

The Human TowerAsí describe Julio Verne, en La vuelta al mundo en ochenta días, la efímera gloria de una extravagante torre humana de “narigudos” que, por segundos, alcanza la cornisa del teatro, para luego caer estrepitosamente, al faltar uno de los pilares de la base. El audaz Passpartout es el culpable de este desastre humano, que fiel a Mister Fogg, abandona esta proeza divina por seguir rumbo a América, dejando atrás las calles de Yokohama.

En mi adolescencia leía a Verne para viajar a lugares imposibles, para soñar con otros tiempos, y este episodio volvió claramente a mi mente veinte años más tarde, cuando vi a auténticos “castellers” en Cataluña. La cohesión colectiva hacía realidad un sueño por unos pocos segundos, ningún integrante de la “colla” osaba abandonar su puesto, ya que es como dejar tiradas las ilusiones de todos,  ningún espectador osaba respirar más de la cuenta para no alterar la magia de momento, la emoción de vivir un instante único e irrepetible se apoderaba de todos los allí presentes, al contemplar cómo se podía alcanzar el cielo con los pies en la tierra.

Y eso es lo que logra el documental La torre humana de los directores Ram Devineni y Cano Rojas, indio y chileno respectivamente: superar la ficción y conmover al espectador con los sueños hechos realidad desde lugares tan diametralmente  opuestos como la India, Chile o Cataluña. Demostrándonos que nuestros mundos no son tan distantes o, simplemente, que es muy pequeño cuando construimos un castillo que será la fortaleza de nuestra alma.

Castillos de arena

La torre humanaEn la India la construcción de torres humanas tiene una tradición de más de 5000 años, en Cataluña tienen 400 años, mientras que en Chile, son absolutamente recientes. No importa la data, ya que las tres podrían compartir el significado divino de la primera que conmemora el nacimiento de Krishna: en su traviesa infancia esta deidad hacia torres humanas con sus amigos para robar la crema de leche que colgaba en altos cuencos. Así, para hacer una torre humana y alcanzar la dulce dicha, simplemente, hace falta una pequeña ayuda de mis amigos, como cantaban Los Beatles, en sus buenos tiempos.

Las torres humanas pueden ser monumentales y técnicamente perfectas como las catalanas, pequeñas y tímidas como las chilenas, o caóticas y multitudinarias como las de la India. No importa el número de sus integrantes, una torre humana la pueden construir cien personas en Santiago, cuatrocientas en Mumbai o miles en Vilafranca. Tampoco importa el género, pueden ser absolutamente mixtas, como en Chile y Cataluña, o exclusivamente masculinas, como en la India. Ni importa la edad, desde los niños hasta los abuelos pueden poner su grano de arena, como lo demuestran Haydée y sus nietos en Chile. Y las inclemencias del tiempo tampoco son obstáculo, como el calor, las lluvias y la humedad en la India. Lo importante es el espíritu desafiante de sus integrantes: una sociedad divida en castas, como en la India, o fracturada por la dictadura y su consecuente modelo económico, como en Chile.

Lo fundamental es que todos los integrantes de la torre puedan arrimar el hombro para lograr el objetivo, y que todos sepan que un resbalón no significa una caída. Toda una metáfora necesaria de imágenes es movimiento, en eterna construcción,  para estos tiempos de aplastante crisis.

The Human TowerLa construcción de una torre se puede realizar, bien en un barrio de la periferia de la ciudad, como el caso de  Lo Prado o Jai-Jawan, o bien en la plaza del Ayuntamiento, como en Vilafranca. No importa el lugar, se puede pisar sobre el fango o el cemento,  sino la base sobre la que se construya. Como bien dice Amol, el capitán de la base del equipo de Jai-Jawan, la torre debe tener unos cimientos fuertes, como muestra la roca viva del templo de Josehwari en Mumbai. Pero también se debe hacer una buena “pinya” humana, como dirían en Cataluña, donde la confianza está al nivel más alto, como bien aclara el impulsor de los “castellers” en Chile, Luis Carrasco. Luego empieza la construcción simbólica del castillo, de sus pisos, donde la técnica, la preparación física y la disciplina son fundamentales, pero sobre todo la fuerza de la ilusión para llevarlo a cabo, como bien acentúa Cynthia Maciel, una “casteller” chilena: sí yo hago esta torre, este castillo, soy capaz de cualquier cosa.

Así, estas construcciones sólidas en sus cimientos, aunque efímeras en el tiempo, como infantiles castillos de arena, se nos quedan grabadas para toda la vida. Como un motor incombustible para sus integrantes que repiten la hazaña, una y otra vez.

Castillos en el cielo

Los 75 minutos del documental acompañan los preparativos de dos torres humanas, ambas de zonas periféricas, para dos eventos: el competitivo festival de Dahi Handi y la exhibición en el Forum Universal de las Culturas en Valparaiso.

La torre humanaEn el primero asistimos a la preparación del equipo de Jai-Jawan de la mano de su entrenador, Sandeep Dhavale, que aquejado por la malaria, logra sobreponerse para que que su equipo rompa el cuenco dorado y se lleve el gran premio en metálico del festival. Mientras que en el segundo somos testigos de la preparación de los nacientes “castellers” de Lo Prado, que junto con la ayuda de la Escuela Naval Arturo Prat y la guía del legendario entrenador catalán “Melilla” logran su emocionante debut en Valparaiso. Mientras un acertado montaje y la música de Andrés Subercaseaux y René Verón termina de poner las notas precisas, bien sea con una mansa cueca o un pegajoso ritmo al mejor estilo de Bollywood, para glorificar la emoción, aunque sea por segundos, de tocar el cielo con los dedos y beber la dulce dicha, en esta tierra de desventuras. Sin duda, la mejor medicina para el alma, y se puede beber en todo el mundo.

Tráiler:

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Ficha técnica:

La torre humana (The Human Tower),  EUA, 2011.

Dirección: Ram Devineni y Cano Rojas
Producción: Ram Devineni y Cano Rojas
Fotografía: Cano Rojas y Ram Devineni
Música: Andrés Subercaseaux y René Verón

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