Críticas

Svetu mier!

La profesora

Otros títulos: The Teacher.

Učiteľka. Jan Hrebejk. Eslovaquia, 2016.

la_profesora_cartel (2)“… Soy María Drazdechova y seré vuestra nueva profesora. Juntos nos enfrentaremos al ruso, al eslovaco y también a la historia. Espero que tengáis tantas ganas de empezar las clases como yo, pero antes de nada quiero conoceros, así que cuando diga vuestro nombre en alto os levantáis para que pueda veros bien, después me vais a decir a que se dedican vuestro padre y vuestra madre”.

A priori, no vemos nada excepcional en esta presentación de la profesora ante sus alumnos. Nos recuerda que, en alguna ocasión, nosotros mismos también hemos tenido que levantar el culo del asiento para responder brevemente a las preguntas de la rectora. Difícilmente encontraremos algo malsonante en ella, más allá de establecer un vínculo profesor/alumno para romper ese hielo que siempre emerge a la hora de estrechar nuevas relaciones. Pero si resulta que estas palabras se pronuncian en un colegio de Eslovaquia, en los años ochenta, la cosa cambia ligeramente, y aún diré más, si resulta que la profesora pertenece al Partido Comunista y tiene altas conexiones con el mismo, entonces todo vuelca en una dirección completamente opuesta a la inocente propuesta de presentación y, en especial, a la última parte. La realidad del filme es que la profesión de los padres tiene connotaciones de extrema importancia en el desarrollo y educación de los alumnos en la clase de la señorita Drazdechova.

La película no tarda en delatarse; contra más favores de los padres en beneficio único y personal de la profesora, mayores notas para sus hijos, e incluso los ejercicios que van a salir en un examen son revelados por tratos de favor indecentes entre algunos padres, que bajo la alfombra, por miedo a represalias, al futuro de sus hijos y al gran comunismo que todo lo oye, aceptan el método sin miramientos de conciencia. Los adolescentes, completamente desnudos ante tal chantaje e insolencia, son los perjudicados, y aunque se llevan gran parte del protagonismo, el verdadero núcleo de la historia se centra en una reunión urgente y secreta que la directora del colegio ha organizado para tratar el tema de la profesora, de esa manera los padres también ejercen una fuerza motora necesaria para la historia, que vemos cómo se fracciona, yendo desde el presente (reunión de padres) y retrocediendo hasta los días donde la señorita Drazdechova daba sus clases. La situación llega a un punto límite, y los adultos deben defender o callar lo que está sucediendo en el colegio, sin olvidar que se viven días donde el comunismo ejerce un poder totalitario y en donde los profesionales, como los médicos, pueden adquirir sus licencias con ayudas del Partido. No resulta tan fácil señalar con el dedo, incluso a sabiendas que la formas de la profesora son aprovechadas, maquiavélicas e impunes.

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Nos damos cuenta que bajo ese mandato reaccionario se encuentra una mujer completamente sola y amargada, viuda de un marido caído en combate, al que idolatra. Suele llenar la casa de alumnos para que estos hagan las tareas del hogar, pero esas maneras de hacer no son otra cosa que soledad y miseria, interpretadas como una explotación, pero sacando un poco de punta, también se descifra fugazmente en la escena, en la que visionamos brevemente su vida; la soledad inunda el salón de su casa, una cena sosa al lado de un árbol de navidad decorado insípidamente, el retrato de su fallecido marido que le recuerda que no hay nadie más, y entonces, la idea de telefonear amenaza punzantemente su mente, en busca de contacto con otro ser humano. Es de esta manera como apreciamos que no solo utiliza a las personas para paliar sus bienes materiales, sino también para atender sus carencias emocionales y personales.

El director Jan Hrebejk utiliza símbolos hostiles para postular la personalidad de la profesora; los tacones repicando en el pasillo con  profundo eco que se asemeja al sonido de las botas militares, el vocabulario bélico que utiliza frente a sus alumnos, palabras como “enfrentamiento” o “traición”, o la clamorosa estatua colocada de un soldado con un fusil en frente de la pizarra, algo absolutamente chocante. Mediante amenazas, rígidas enseñanzas e historias de soldados guapos y heroicos, va adoctrinando a los niños a conciencia y les va convenciendo del socialismo patrio, mientras en el presente, los padres discuten acaloradamente sobre el asunto, debido a las trágicas consecuencias que una alumna ha optado, empujada por la rectitud de la profesora, que no conforme con estatuas y bellas historias militares, pasa a la agresión verbal e, incluso, física.

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Interesante observar las posturas de los adultos en el filme. Familias de clase baja dispuestas a combatir y denunciar a la profesora, algunos no tan seguros de enfrentarse al Partido, otros que guardan silencio por los favores prestados, y otros completamente cegados y amantes del comunismo chantajista y déspota. La auténtica opinión se muestra en secreto y no en la sala donde acontece la reunión, símbolo del miedo y de las represalias que puede acarrear una simple firma en un papel. Y qué irónico resulta el primer plano del filme, donde observamos un cuadro enorme en la fachada del colegio, con una mujer cogiendo una paloma, bajo el lema: “Svetu mier!” O lo que es lo mismo: “¡El mundo de la paz!”. Inmediatamente después, vemos a los padres dejando sus carteras y abrigos, antes de entrar en el aula de sus hijos, que sin embargo, debido a las vallas y rejas que vemos en su interior, se asemeja más a una pequeña prisión. El mundo de la paz resulta ser un mundo hostil, falaz, interesado… en donde el símbolo de la paloma solo funciona como concepto, pero nunca como algo tangible.

Pese a ser una película pequeña y con un estilo visual modesto, La Profesora (Ucitelka, Jan Hrebejk, 2016) dirige un mensaje global, ciñéndose no solo al comunismo como sistema, sino al ser humano con ética y principios. Comportamientos y maneras de actuar que pueden reflejarse en el peor de los sistemas o incluso en una simple reunión de vecinos de escalera. Por ese mensaje y por Zuzana Mauréy, porque su interpretación llega a ser tan dulce como un pastel de crema, y a su misma vez, tan retorcida como la de una  bruja malvada extraída  de un cuento infantil, se puede decir que el director Jan Hrebejk no hace el mejor examen de clase, pero aprueba con nota.

 

Tráiler:

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Ficha técnica:

La profesora  / The Teacher (Učiteľka),  Eslovaquia, 2016.

Dirección: Jan Hrebejk
Duración: 102 min. minutos
Guion: Petr Jarchovský
Producción: Coproducción Eslovaquia-República Checa; PubRes / Ceská Televize / Offside MEN / RTVS
Fotografía: Martin Ziaran
Música: Michal Novinski
Reparto: Zuzana Mauréry, Zuzana Konecná, Csongor Kassai, Tamara Fischer, Martin Havelka, Éva Bandor, Oliver Oswald, Peter Bebjak, Richard Labuda, Ina Gogálová, Monika Certezni, Peter Bartak, Jozef Domonkos, Judita Hansman

Una respuesta a «La profesora»

  1. Daniel Urquijo, siento discrepar con vd respecto a su soledad de la profesora y tristeza. No veo por ningún lado signos de debilidad de carácter o abatimiento por su viudedad. Se trata más bien de que utiliza la misma para ir de víctima y obtener ayuda y favores, que a la vez recompensa de forma fraudulenta.
    Es un tipo de persona que el adjetivo reaccionario no le hace justicia. Es inmoral y moralista, Tirana, déspota, chantajista y la tratadora física y emocional de sus alumnos y de cuantos se cruzan en su camino. Un ser repulsivo.

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