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Hintertreppe: Cine de cámara alemán

Escalera de servicio

1920 es el año de estreno de El gabinete del Dr. Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari, Robert Wiene), considerada punto de inicio del Expresionismo alemán. Una escuela con matices, nacida bajo las sombras de la primera posguerra mundial, cuando Alemania vivía el trauma de la derrota, al ser condenada a perder su relevancia económica y política tras la firma del Tratado de Versalles. La República de Weimar (1918-1933) es una etapa intermedia entre la monarquía derrotada, que sumió al país en la depresión, y un espíritu de revancha nacionalista que más tarde se conoció como nazismo.

En esa etapa intermedia, el cine alemán cumple un rol fundamental, desde el punto de vista formal e ideológico. Intenta, por un lado, rescatar su pasado histórico y nacionalista, y por el otro, representa el estado ambiguo de las cosas y de las personas, que tan bien se da en la película de Wiene. Es la época del Expresionismo en la pintura, en la música y en el cine. Hay que decirlo, también en el teatro. El Kammerspiel (Teatro de cámara) es una experiencia desarrollada por Max Reinhardt, y llevada al cine a través de los guiones de Carl Mayer.

Hintertreppe (1921) se inscribe en el Kammerspielfilm, o sea, “cine de cámara”, centrado en dramas domésticos, desarrollados en espacios modestos y reducidos. Con guion de Mayer, fue dirigida por  Leopold  Jessner y Paul Leni. Narra la historia de una mucama enamorada de un joven que acude a visitarla cada noche luego de sus quehaceres y el desencanto que sobreviene cuando ya no tiene noticias de él.

Seguimos a la mujer desde que despierta con el primer rayo de luz, realiza su tarea cotidiana, desplazándose por los pasillos de la casa, donde recoge los zapatos de sus patrones y la ropa sucia, recibe la correspondencia que le trae el cartero, prepara la comida y lava la vajilla con una alegría que justificaremos al finalizar la jornada, cuando arregla sus ropas, se peina y feliz va hacia el encuentro de su amor. Una noche, el enamorado no acude a la cita.

Cada mañana, el cartero entrega las cartas, pero ninguna es para ella. Hasta que cierto día, su enamorado le ha escrito. Está tan feliz que festeja con el cartero, un ser tímido que vive en el sótano de la propiedad.

Poco después, vuelve a perder el rastro del enamorado. Pasa las noches asomada, inútilmente, a la puerta. Se sumerge en una terrible depresión. Sin embargo, busca salir a flote, para lo cual traba amistad con el cartero. Un ser oscuro, con un defecto en su brazo, que vive en las profundidades del edificio, en soledad. Símil del autómata expresionista, ofrece un aspecto desvalido y, a la vez, siniestro. En el encuentro, sus manos, como garras, se proyectan sobre la joven mujer en un encuentro sugerente.

Escalera de servicio

Desde lo formal, se inscribe en ese estilo de claroscuros, con sombras proyectadas, ambientes claustrofóbicos, donde la alegría y la fiesta están presentes, pero fuera de cuadro. “Hintertreppe” quiere decir “escalera de servicio”, una continuidad de escalones, con una baranda avejentada, cuyos pilares no guardan el paralelismo natural, sino que el tiempo los ha desordenado. Las luces y sombras que se proyectan a través de ellos ofrecen una realidad distorsionada, inquietante, propia del cine alemán de la época. El sótano donde vive el cartero tiene una pequeña ventana y un fogón, son los únicos elementos que le dan humanidad al espacio. El patio, donde se da el encuentro amoroso, es el lugar más amplio, iluminado por las ventanas y puertas de estancias habitadas o por el farol de una esquina.

Estamos ante una curiosa pieza cinematográfica, que podríamos inscribir muy cercana al Expresionismo, por la disposición de las luces y sombras, lo ambiguo de las relaciones entre los personajes, la pérdida del sentido de la vida ante un desengaño… En ella están presentes el bien y el mal, la virtud y el pecado, lo blanco y lo negro, complementándose, mostrándose partes de un todo. Pero los autores van por más. Con gran economía de recursos, sin intertítulos, se nos narra este drama, donde el engaño puede más que la ilusión. Vemos la fiesta que se lleva a cabo en la casa, a través de los cristales, donde se proyectan las sombras de los invitados, solo esa tenue descripción… La fiesta es anecdótica, importa el apuro de la joven por huir de la tristeza. Un amigo que no es amigo, el enamorado que regresa, el engaño que se devela y una muerte violenta empujan a la mujer a subir la escalinata que lleva a la azotea. Por primera vez vemos a una multitud reunida en el patio. El grupo de personas mira hacia el cielo durante unos segundos, luego, todos juntos, miran el suelo. No hace falta decir nada más, ¿no?

Hintertreppe es una pequeña maravilla que precede honrosamente a una obra maestra, inspirada en la misma tendencia del Kammerspielfilm: El último (Der letzte Mann, 1924), de F.W. Murnau.

 

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