Series de TV 

Better Call Saul

En una época en la que estamos ante un bombardeo constante de precuelas, secuelas, crossovers, cameos, spin-offs y en que todo, casi absolutamente todo tiene que ver con todo lo que vemos en la pantalla, no era muy extraño pensar en que los productores de Breaking Bad (Vince Gilligan, 2008- 2013) tendrían ideas para extender el universo que, antiguamente enmarcado en Albuquerque, Nuevo México, hacía de escenario para las aventuras de Walter White y su accidental socio Jesse Pinkman. Es así como a mediados de 2013, Netflix anunció que el pintoresco personaje que encarnaba Bob Odenkirk, Saul Goodman, tendría su propia serie, relatando sus inicios como abogado.

Quien ya ha visto la transformación de Walter White, sabrá las características de Saul Goodman: un abogado con un dudoso prontuario profesional, y que recuerda mucho a las desventuras de Lionel Hutz (el «abogado» de Los Simpsons que siempre se las arreglaba para mentir y esconder su escasa competencia en temas legales). Better Call Saul le da protagonismo a varios personajes que no hemos visto en Breaking Bad. Incluso Jimmy McGill (el verdadero nombre del personaje de Bob Odenkirk, Saul Goodman) todavía no se había transformado en el personaje que le da nombre a la serie. Esta tercera temporada conecta su pasado, todas las peripecias que vive en su estadía como empleado de HHM (el bufete que integran su hermano Chuck –excelente trabajo de Michael McKean– y su socio, Howard Hamlin –otra gran performance en el show por parte de Patrick Fabian–).

Si bien durante las primeras dos temporadas Better Call Saul hizo cita a diferentes elementos de Breaking Bad, nunca se mostró a personajes de la serie en una actitud o posición similar a la que ostentaban en la serie original (quizás sí en el caso del mítico Mike Ehrmantraut –encarnado por el genial Jonathan Banks–, pero sin darnos pistas todavía de cómo un guardia de peaje logró convertirse en un mercenario). En la tercera temporada, no solo veremos la transformación de Jimmy McGill, sino que harán su aparición elementos icónicos como Los Pollos Hermanos y personajes como Gus Fring que comienzan a conectar este pasado con el principio de Breaking Bad.

Así como en Breaking Bad podemos apreciar la mano del guionista y director Vince Gilligan, creador de todo este universo, imprimiendo su sello mediante técnicas de contar historias de una manera muy visual, aspecto que lo hace sobresalir sobre la media creativa que vemos hoy. El estilo fotográfico, la música empleada y particularmente el montaje, le otorgan un lenguaje visual que a mi parecer, es espectacular y que especialmente en la actualidad, es muy difícil de encontrar. Mediante estos recursos, logran que estemos unos diez minutos al inicio de un capitulo viendo a Mike colocar un rastreador en un auto, hecho que luego veremos resuelto al final del mismo. Esta forma de relatar una historia es otro de los aspectos breakingbadianos heredados por Better Call Saul. En la época de la marvelización del cine, donde Stan Lee se esconde detrás de cameos en cada una de las películas de Marvel, de la misma manera que Hitchcock lo hiciera en el pasado, ver que toda una escena fue concebida con la intención de establecer una conexión entre el pasado de Héctor Salamanca (otra increíble interpretación por parte de Mark Margolis) y Los Pollos Hermanos –la fachada legal de Gus Fring para ocultar su negocio real– es simplemente para levantarse y aplaudir.

¿Ha llegado Better Call Saul a su clímax? Yo creo que no, especialmente sabiendo que el cerebro creativo de la serie es Gilligan, quien además de ser responsable de todo lo que hemos mencionado, también ha escrito nada más ni nada menos que 29 capítulos de Los Expedientes Secretos X (The X-Files, Chris Carter, 1993-2002), una de las series más importantes de los años noventa y posiblemente una de las iniciadoras del formato serie tan explotado actualmente.

 

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