Críticas
Adictos a las buenas historias
Trainspotting
Danny Boyle. Reino Unido, 1996.
Hay que preguntarse por qué hacemos determinadas acciones. Hay veces en las cuales nos damos cuenta de que lo que llevamos a cabo tiene una serie de elementos de carácter negativo que pueden hasta provocar que nuestra vida termine; la muerte, después de todo, es algo que la mayoría (no la totalidad) de las personas aborrece e intenta evitar. Habría que analizar, entonces, la razón que nos lleva a ciertos momentos, a ciertas elecciones, lo cual, por supuesto, implica estudiar clara y detenidamente cómo se va construyendo el conjunto de nuestros pensamientos. ¿Por qué, por ejemplo, una persona decide utilizar drogas? Heroína, cocaína, LSD y mucho más, un sinfín de sustancias que en realidad habría que catalogar según su real capacidad de crear dependencia y los tipos de efectos que produce a largo y corto plazo. Quizás hoy en día se siga con los mismos problemas de hace décadas, cuando se hablaba mucho de los estragos de la adicción a la droga (heroína) y de los problemas del SIDA (que se transmitía por vía sexual y por la cuestión de las agujas que se intercambiaban los drogadictos).
Escribir de Trainspotting, basada en la novela de Irvine Welsh (para los aficionados a esta película, se aconseja también la lectura de todo el mundo de este autor), supone muy a menudo que se hable de los problemas que crea la adicción a la droga. Una cuestión que bien se ve en la película, si tomamos el punto de vista del sociólogo que solo marca en su cuaderno lo que ve directamente. Pero, quizás la película nos hable de los motivos que llevan a alguien a drogarse, todo esto para escapar de un mundo en el cual ya ve que no hay futuro. La droga, entonces, no es más que una manera para escapar, para alejarse, y esto no porque lo que nos ofrece es bueno, sino porque es mucho mejor que lo inútil y deprimente que es la realidad. En una Escocia en la que el sol parece no resplandecer casi nunca, ¿qué es, efectivamente, lo que puede hacer un joven en una sociedad que es incapaz de darle un futuro? Renton, Sick Boy y Spud son los protagonistas de una tragedia cuya verdadera alma es la de una farsa.
El mundo que se nos presenta contiene, efectivamente, mucho más que el uso de heroína. Hay una sensación de malestar que se reverbera en nosotros porque, a lo mejor, nos reconocemos en aquella situación de nada infinita que son los días pasados sin un objetivo real. Una sociedad y una cultura de la que no nos sentimos parte y de la que queremos huir, cada uno según su voluntad. Hay quienes, como Francis, que prefieren la violencia, otros, como Tommy, que piensan en la vida sana y el deporte. Y obviamente hay una caída profunda, trágica, en la (d)evolución de este último, con la terrible plaga del SIDA que se asoma fugazmente y que pone a Renton en la posición de ser el verdugo inocente del fallecimiento de un amigo. Unas situaciones horribles, entonces, de las que parece imposible salir, a menos que no se sacrifique el mundo mismo del que hacemos parte y nos larguemos para siempre (o, quizás, para volver un día lejano). Y es también, la de Trainspotting, la historia de una redención que no tiene lugar, de un viaje hacia la perdición que nos pone (y lo hace también al protagonista) ante la decisión de ser adictos a la droga o adictos a la somnolencia, a la fragilidad del vacío de una vida medio-burguesa.
La visión de Trainspotting es un evento necesario tanto para comprender los tiempos pasados como también para comprender los nuestros (y a lo mejor los venideros). Son rebeldes sin causa que no quieren ser rebeldes los a quienes amamos en esta película que tanto nos recuerda parte, como hemos dicho, de nuestra vida misma. Son los de los cuales hay que estar lejos, los con los cuales no se debe hablar, la cara desnuda que intentamos cubrir para que todo parezca perfecto. Son los hijos drogadictos que siempre pensamos son de los otros y que un día, cuando nos levantamos para ir al trabajo, nos damos cuenta de que son (también) los nuestros. Fue algo similar a una liberación, quizás, cuando se estrenó esta película. Una liberación no en el sentido de romper las cadenas, sino de saber que, sí, el mundo no les perteneces solo a los héroes sino también a los perdedores, a los drogadictos, a los que son la parte peor de la sociedad y que, en su ser simples idiotas sin futuro alguno, nos saben regalar historias que se pierden en el caos de las epopeyas de los fracasados.
Ficha técnica:
Trainspotting , Reino Unido, 1996.Dirección: Danny Boyle
Duración: 93 minutos
Guion: John Hodge
Producción: Andrew Macdonald
Fotografía: Brian Tufano
Reparto: Ewan McGregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller, Kevin McKidd, Robert Carlyle, Kelly Macdonald