Críticas

En busca del tiempo perdido

Regreso a Montauk

Rückkehr nach Montauk (Return to Montauk). Volker Schlöndorff. Alemania, 2017.

RegresoaMontaukCartelUno de los principales representantes del Nuevo Cine Alemán que surgió en la década de los sesenta, Volker Schlöndorff, nos sorprende en su última obra con una historia contemporánea que se desarrolla en Nueva York, mientras que, paradójicamente, se pretende que el pasado se apodere del presente y se lo coma. Si el realizador germano llevaba años rodando películas históricas o de contenido político con adaptaciones de obras de terceros, en esta ocasión ha dado un giro monumental a su trayectoria. Partiendo de la novela de Max Frisch, Montauk, a quien precisamente dedica el filme, el propio Schlöndorff ha trabajado como guionista de este largometraje, con la colaboración del escritor Colm Tóibín. Con un argumento cuya elaboración es fruto del trabajo de varios años, el realizador nos ha acercado a una trama muy personal, con alta carga de autobiografía, según atestiguan declaraciones propias. El autor alemán ronda ya los ochenta años y claro que sí, puede permitirse las inclinaciones que le vengan en gana, como este regreso al pasado repleto de nostalgia.

La vida se compone de cosas que hemos hecho mal y no podemos deshacer, y de otras que no hemos realizado y habríamos debido ejecutar. Con estos pensamientos empieza el filme, en un plano sostenido en el que el protagonista, Max Zorn, habla directamente a la cámara, mientras da a conocer algunas de las últimas ideas que pronunció su padre antes de morir, un progenitor volcado en la filosofía, que jamás vio con buenos ojos el oficio de su hijo, el de escritor de novelas, supuestamente de ficción. Max Zorn, de origen europeo y ya en la madurez, regresa a Nueva York para presentar su último libro, denominado, no inocentemente, El cazador cazado. Retorna a una ciudad recordada con añoranza, en donde estuvo residiendo una temporada, dieciséis años atrás. La vuelta hace surgir en el literato fantasmas interiores, imaginarios o reales, que le llevan a intentar capturar lo que pudo ser pero no fue. Según Max, expresado por su alter ego en la novela a promocionar, existen dos mujeres a las que ha amado: a una le ha fallado y a la otra no le ha correspondido. En otras palabras, ha provocado sufrimiento en un caso, y en el segundo no se percató en su momento de la importancia que para él tuvo esa relación. Y a partir de esas premisas, se empieza la batida en búsqueda del arca perdida.

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Lo que vamos descubriendo a lo largo del filme es que nuestro protagonista rebosa de egocentrismo e intenta amoldar la realidad, cualquiera que sea, a sus propios intereses, deseos o sentimientos. Precisamente, estamos ante una obra que más que aprovechar recursos de estilo cinematográficos, más o menos arriesgados, se centra fundamentalmente en las emociones. Los anhelos insatisfechos y cadáveres dejados en el camino se pretenden recuperar en un intento fuera de tiempo y que termina resultando patético.

Nos vamos topando a lo largo del filme con un realizador en plena madurez, consciente de estar plasmando o desnudando en pantalla, a través de Max,  pérdidas y errores que se lamentan y se intentan rescatar demasiado tarde. No creemos que la palabra culpabilidad llegue a aterrizar en el pesar del personaje masculino. Lo que sí vemos es egoísmo, intento de manipulación del otro sexo y puro desconcierto por los resultados que se alcanzan. Nos encontramos frente a un hombre encantado de sí mismo, a pesar de cierta barriguita y arrugas sin mucha importancia. La interpretación corre a cargo del veterano actor sueco Stellan Skarsgård, en una actuación cargante acorde con la personalidad que encarna. No ocurre lo mismo con las dos actrices principales, Rebecca y Clara en la ficción, interpretadas por Nina Hoss y Susanne Wolff. Ambas, en especial la primera, se desbordan en actuaciones muy potentes y cargadas de matices, que se crecen y que acaban haciéndose dueñas de sus propias vidas.

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El largometraje se mueve por ambientes elitistas, una Nueva York de intelectuales, famosos y personajes adinerados y/o con influencia. A ello se añade unos paisajes preciosistas del lugar del título, de Montauk, un espacio situado en el extremo más oriental de Long Island, a un par de horas en automóvil desde Manhattan. En la escenas correspondientes a la población costera, las dunas o playas interminables se apoderan de la imagen con una fotografía y tonos tenues acordes con el ambiente frío y ventoso que se recorre. Contrasta con los momentos que transcurren en la ciudad, en donde la fluorescencia de la misma sobresale incluso en la oscuridad de la noche.

Con la música de Max Richter, responsable de la mayor parte de la banda sonora, rescatando composiciones que ya había escrito en el 2008 y que se contienen en un disco denominado 24 Postcards in Full Colour, vamos de la mano de la madurez, en su último o penúltimo aliento por recuperar el pasado. El filme discurre con pausa, encerrando sentimientos y utilizando la palabra cuando lo cree necesario. Seguramente no tienen nada en común, pero por el sitio, los entornos que se recorren y los niveles de cultura e inteligencia que se pretenden exhibir, hemos viajado por un momento al mundo de Woody Allen, lo que no deja de ser puro espejismo. El filme, en puridad, retrotrae en su mayor parte a la Nouvelle Vague francesa, más acorde con las raíces de Volker Schlöndorff, quien comenzó su carrera profesional como asistente de Alain Resnais, Louis Malle o Jean-Pierre Melville.

Imaginamos que cada uno de ustedes le dará la importancia que merece a su propio y particular nombre y apellidos, encajando malamente que se pronuncie defectuosamente, o lo que es más grave, se escriba con faltas de ortografía. Pues bien, no acabamos de entender, más bien no comprendemos nada, de la facilidad con que el género femenino adopta el apellido propio del marido a propósito del matrimonio en ciertas sociedades desarrolladas, abandonando el propio; nos suena como si ellas no tuvieran ninguna importancia y se convirtieran en un simple apéndice de los varones. En fin, en todas partes cuecen habas. Al menos, en esta expedición por la madurez de un escritor en el intento de no dejarse atrapar en la decrepitud, son las mujeres las que moralmente salen victoriosas de una trampa en la que afortunadamente no caen.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Regreso a Montauk (Rückkehr nach Montauk (Return to Montauk)),  Alemania, 2017.

Dirección: Volker Schlöndorff
Duración: 106 minutos
Guion: Volker Schlöndorff, Colm Tóibín (Novela: Max Frisch)
Producción: Film and Music Entertainment (F&ME) / Gaumont / Pyramide Productions / Savage Productions / Volksfilm / Ziegler Film
Fotografía: Jérôme Alméras
Música: Max Richter, Thomas Bartlett, Caoimhin O'Raghallaigh
Reparto: Stellan Skarsgård, Nina Hoss, Niels Arestrup, Robert Seeliger, Susanne Wolff, Ray Wiederhold, Olga Lezhneva

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