Críticas
La faceta humana del vampiro
Dracula: A Love Tale
Otros títulos: Drácula, un cuento de amor.
Luc Besson. Francia, 2025.
Luc Besson nos entrega al tradicional vampiro rumano, versión humanizada, en una historia de amor inmortal con valores éticos. El conde Drácula ha renunciado a Dios debido a la muerte de su amada a manos de sus enemigos. Ha sido condenado a una vida eterna alimentándose de sangre humana. Pasa 400 años de su vida buscando a Elisabeta hasta que la encuentra reencarnada en Mia, una dama de sociedad de la época. El conde intentará recuperarla para llevarla a su castillo.
La cinta hace gala de un gran despliegue técnico, con una excelente fotografía, puesta en escena, sonido, vestuario y maquillaje; pero, el guion literario no da la talla. La historia está muy bien filmada (guion técnico), aunque permanece insustancial en cuando a un desarrollo completo que dé cuenta de su complejidad y avatares. Un esquema sencillo que impacta visualmente, la recreación de los sentidos remite al puro placer visual vacío de ideas significativas. Drácula: un cuento de amor nos provee de un goce por la representación absorbente de imágenes enriquecidas en una fotografía que destaca escenarios medievales en transición hacia un romanticismo enfatizado en la relación del conde con su Elizabeta.
El filme exhibe componentes épicos y románticos que no alcanzan un gran desarrollo más allá de presentaciones estéticas de alto impacto. El combate de Drácula frente a sus enemigos, al inicio de la cinta, el asedio final al castillo, cañoneado por soldados, la recuperación de Elizabeta; son algunos ejemplos.
El horror gótico es menoscabado en la ausencia de un terror genuino que se pierde entre la añoranza del sentimiento, las escenas casi que de guerra, y la benevolencia de un vampiro con valores, que perdona la vida de dos personajes, para culminar inmolándose en defensa de lo que más anhela. Todos estos componentes socavan la malignidad del personaje, lo convierten en un ser que lucha por reconstruir una vida ideal donde primen los sentimientos de amor por sobre la maldad. Abandonado por Dios, lucha por una vida mejor, pero no por destruir a la humanidad, la instancia destaca el peso de un destino ajeno a una maldad intrínseca. Vlad es defensor de una causa justa, el reclamo responsabiliza a un Dios castigador que no reconoce la necesidad humana. La condena trasciende la voluntad de un humano que, al verse convertido en vampiro y ser condenado a la inmortalidad sin amor, debe permanecer en el sufrimiento eterno. Drácula persevera en intentos de suicidio sin resultado; no es el monstruo egocéntrico que hace gala de su poder contra la humanidad, sino un pobre diablo necesitado de amor y condenado a la eternidad.
La otra faceta humana interesante es la proyección de la culpa. El conde traslada la responsabilidad de la muerte a Dios, siendo que sus enemigos asesinan a Elizabeta en venganza de sus propias acciones. La fórmula permite evadir su papel en el juego a fin de mitigar el sufrimiento y poder seguir adelante en los intentos de recuperación de su amada. La búsqueda se desarrollará a través de los siglos ante la posibilidad de una reencarnación.
El misterio, como característica del subgénero, permanece ausente; más que siniestra y tenebrosa, es una cinta épica. Todo se resuelve muy rápido, no hay momentos donde la tensión se desarrolle hasta un clímax generador de cierto estado de miedo por la expectativa de algún suceso macabro o siniestro. Inclusive, los poderes de Drácula están en buena medida externalizados, la conquista de Elizabeta, en su nueva versión (Mina), remite a la utilización de una caja musical que ella solía escuchar en el pasado; el objeto promueve recuerdos que nuevamente la sitúan en el rol de amante del conde. Un artilugio fantástico al servicio de un descenso en los poderes mentales; una conexión más hacia el mundo de los hombres anclados en las leyes de la naturaleza. Este recurso, poco espectacular, contrasta con lo esperable; lo mundano recupera la esencia humana de alguien que se supone debía compartir, en su totalidad, las características de un ser sobrenatural con poderes únicos.
El filme de Besson se pliega a la espectacularidad visual en una sinfonía que privilegia coreografías de lucha y combate en desmedro de poderes absolutos que promuevan un ascenso del clima hasta el límite de la posibilidad de escape a una situación extrema. Esto desvanece el suspenso, el terror y el misterio, para establecer una humanización que lleva el desenlace a patrones vinculados a soluciones morales automáticas. La tensión está ausente, es una carencia importante, algo que aparentemente a Besson no le interesa resaltar; mucha acción, lucha y batalla para lucir los poderes y habilidades del conde y fomentar el disfrute visual.
Todo es en defensa de una concepción ideal del amor que reivindica el romanticismo en la dualidad de una pareja que culmina unida. Elizabeta no resiste, asume en voluntad propia el deseo de permanecer junto a su amado a pesar de las circunstancias adversas. Se luce la situación, no los personajes; ellos permanecen en función de esta idea central que decanta en la peripecia demandante del acto altruista.
Una cinta efectista que apuesta a la espectacularidad visual en defensa de la pureza de un amor vuelto trascendente por el sacrificio, la reencarnación y la memoria; todos componentes tendientes a enaltecer la idea eje que aumenta en intensidad durante el desarrollo de un tiempo diegético en consonancia con la evolución de la trama. No suele apelar demasiado al flashback, pero, cuando lo hace, remite a la persistencia del conde en la búsqueda que enaltece su figura en lugar de degradarla. El corolario desemboca en la acción bondadosa que suscribe el automático perdón de Dios, una reconciliación con el bien que, a esa altura, hace rato viene siendo preparada.
En resumen, podríamos decir que la película de Besson se convierte en una exhibición de alta factura técnica que adolece de ideas pobres y trilladas. Quien pretenda poner sus ojos a disfrutar sabrá valorar la obra mucho más que quien pretenda nutrirse de una ideología rica en contenidos a analizar.
Ficha técnica:
Dracula: A Love Tale / Drácula, un cuento de amor , Francia, 2025.Dirección: Luc Besson
Duración: 129 minutos
Guion: Luc Besson. Libro: Bram Stoker
Producción: LBP Productions, Europa Corp, Actarus. Distribuidora: Leonine Distribution
Fotografía: Colin Wandersman
Música: Danny Elfman
Reparto: Caleb Landry Jones, Zoe Bleu Sidel, Christoph Waltz, Matilda De Angelis, Haymmon María Buttinger, Stavroula karatheodorou, Liviu Bora, Salomón Passariello, Ewens Abid, Raphael Luce, ,Romain Levi, Gillaume de Tonquedec, Bertrand Xavier Corbi