Kiss of the Spider Woman

Argentina, mayo de 1983. La dictadura militar está en pleno auge, todos los que se le oponen son capturados y torturados. Luis Molina (Tonatiuh) acaba de ser trasladado a la sección de presos políticos, a compartir celda con Valentín Arregui (Diego Luna). Molina empieza a hacer conversación para conocer a su nuevo compañero, y le cuenta a Arregui sobre su película favorita, El Beso De La Mujer Araña, con Ingrid Luna (Jennifer Lopez) como protagonista, donde interpreta a Aurora. Así empieza Kiss of the Spider Woman (Bill Condon, 2025), la más reciente adaptación a la pantalla del libro El beso de la mujer araña, del argentino Manuel Puig, obra en la que se mezcla la cruda realidad de la prisión con el mundo fantástico del cine a través el diálogo de los dos prisioneros, que se van conociendo lentamente hasta llegar a intimar, en más de una forma. En este intercambio entre los dos mundos vemos a los mismos actores interpretando dos roles: Molina es Kendall Nesbitt, el asistente de Irene, y Arregui es Armando, el interés romántico de la cinta de Aurora. Suena más complicado de lo que realmente es, pero en la pantalla se logra una cierta magia con este particular musical, que se queda a medio camino de ser grandioso.

La primera vez que vimos esta obra de Puig en el cine fue en 1985, con El beso de la mujer araña, dirigida por el brasilero Héctor Babenco y que le dio el premio Óscar por Mejor Actor a William Hurt, quien interpretó a Molina. Para 1992, Broadway decidió hacer su versión, de la que se encargó el dramaturgo norteamericano Terrence McNally y las canciones fueron compuestas por John Kander y Fred Ebb, conocidos por sus musicales anteriores como Cabaret y Chicago. La producción se llevó siete Premios Tony en 1993, incluyendo Mejor Musical.

Esta última fue la versión que tomó Condon (director, productor y guionista de la cinta) para su nueva película, que se aleja del material original y le da una mayor fuerza al mundo de fantasía. También decidió cortar todos los números musicales que sucedían en la celda entre Molina y Arregui de la versión teatral de 1992, para darle prioridad al mundo fantasioso de Irene Luna, dejando la fortaleza de la cinta en el baile, algo que su protagonista femenina sí sabe hacer muy bien.

La narración de la cinta de Irene, ese mundo de fantasía y tecnicolor donde todo brilla y es hermoso, se va interrumpiendo por la realidad de la cárcel, con la tortura de prisioneros políticos que están forzando a confesar, mientras Molina y Arregui hablan de temas más “reales”: el odio por los musicales, las películas, el rol de la mujer en la sociedad de la época, la homosexualidad de Molina… Los contrastes están claramente marcados y funcionan, los cortes abruptos en edición san de tajo al espectador de la fantasía y conectan con la realidad de manera fluida, la técnica funciona perfecto. La historia va avanzando, respetando el libro: Molina es obligado a ser espía para sacarle información a Arregui, y entre los dos hombres surge algo más que una amistad.

Yo tengo un gran problema cuando Hollywood decide adaptar libros que no son en inglés o no se desarrollan en Estados Unidos. Siempre buscan actores y actrices famosos, “de cartel”, para que la cinta se venda, sin importar que se sacrifique la verosimilitud de la historia original. Para empezar, en la traducción se pierde un poco de la magia y la esencia de la historia. Eso de “Finish it, maricón”, un diálogo de un policía en los primeros minutos de la cinta, no me termina de convencer. No sé si a ustedes sí, pero a mí ese spanglish me saca del universo de “Argentina 1983” que propone la cinta desde que empieza. Entiendo que existen las licencias dramáticas y cinematográficas, pero eso no quiere decir que me tengan que convencer.

Solo hay que ver todas las adaptaciones que se han hecho del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, empezando por el desastre de El amor en los tiempos del cólera (Love In the Time of Cholera, Mike Newell, 2007), con Javier Bardem y Giovanna Mezzogiorno hablando en inglés y masacrando las palabras del padre de Macondo. Puig es maravilloso en español, en su idioma original, y todas estas palabras usadas en el español de Argentina, empezando por el “vos”, se pierden en el inglés. La forma en que se tratan y se hablan Molina y Arregui en otro idioma no tiene la misma magia. Yo sé que a los norteamericanos no les importa eso, pero un fanático de la literatura y de Puig, como yo, sí se fija en esos detalles.

No hay ninguna duda que Bill Condon sabe de musicales. No solo adaptó el famoso musical de Broadway Chicago (Rob Marshall, 2002) a la pantalla grande, también escribió El gran showman (The Greatest Showman, Michael Gracey, 2017) con Jenny Bicks, dirigió Dreamgirls (2006) y la versión live-action de La bella y la bestia (Beauty And The Beast, 2017). Visualmente, su trabajo siempre ha sido impecable, lleno de color, vida, magia, movimientos fluidos de cámara, todo sin duda gracias a Tobias Schliessler, el mismo director de fotografía siempre. Y no solo eso tienen en común sus películas: Condon no sabe elegir a sus protagonistas. Beyoncé en Dreamgirls fue tibia, a pesar de su estatus de “superestrella” de la música; Emma Watson en La bella y la bestia fue una elección extraña y poco memorable; y Jennifer Lopez en Kiss of the Spider Woman, pues… Digamos que es buena bailarina, eso nadie se lo quita, pero no es ninguna Chita Rivera, quien originó el rol de Irene en teatro. Le falta fuerza en la voz, carisma, encanto… ¿Será por eso que su contraparte es Diego Luna, que tampoco es cantante profesional, para no ser opacada?

A pesar de estas debilidades, la película logra atrapar y conectar hasta el final, puede que no hayan sido los mejores intérpretes, con excepción de Tonatiuh, pero logran sostener la cinta hasta su última escena. Siempre pudo haber sido mejor, así como Puig podría seguir vivo si le hubieran atendido a tiempo la peritonitis que lo mató, y Argentina podría nunca haber tenido que enterrar tantos muertos por una violenta dictadura. Pero no vivimos en el mundo de fantasía y color de Aurora, vivimos en la realidad donde mujer araña repartió ese beso de la muerte a diestra y siniestra. Y también tenemos las películas, refugio de nuestros dolores y penas.

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