Críticas
¡Corre caballo!
El jockey
Otros títulos: Kill the Jockey .
Luis Ortega. Argentina, España, Estados Unidos, México, Dinamarca, Reino Unido, 2024.
Habría que preguntarse si a veces el estilo es, efectivamente, tan malo como se opina que es. Mejor dicho: habría que controlar (analizar profunda y detenidamente) la cuestión del style over substance cuando, en realidad, el estilo es la susodicha sustancia o, lo cual podría ser más interesante, cuando el estilo y la sustancia están tan entrelazados que resultaría perjudicial separarlos. Una pregunta, esta, que no nace de la nada (el otium, el dolce far niente, que nada no son, sino algo), ya que es un problema del que muchas veces se prefiere no hablar y cortar cualquier debate bajo la idea de que las ideas son más importantes que las palabras que las adornan. Todo correcto, por supuesto, si bien diferente es la cuestión si la insertamos dentro del mundo de lo visual (el cine) y nos damos cuenta de que la obra que se nos presenta es (completamente) la representación de un sentido que solo puede cobrar valor a través de las imágenes que se nos enseñan (o que el director nos empuja a ver). Art for art’s sake, en el sentido de sustancia estilística, o de estilo sustancial.
Lo que El Jockey nos ofrece, entonces, es una serie de viñetas que, en su conjunto, llegan a formar un cuento muy sencillo sobre la cuestión de la identidad y de las relaciones. O, por lo menos, podrían ser estas las dos ideas principales, ya que todo se une para que la simplicidad de la trama se convierta en una tempestad de sinsentidos que sí, dentro de su mundo pueden tener su lógica. Y si de sinsentido se habla, este se configura dentro de los esquemas (fluidos) del teatro del absurdo, así como de lo surrealista. ¿Que todo sea un sueño, entonces? No es importante descifrar el valor de una posible respuesta a esta pregunta, que resulta inútil ya que, aun cuando lo fuera, ¿no nos queda, al fin y al cabo, ya bastante carne para comer hasta los huesos de esta narración tan irreal? Todo funciona, consecuentemente, porque los mecanismos son tales que (se) rigen (sobre) una historia que pone de manifiesto hasta qué punto la imaginación humana puede llegar, dejando por un lado las fronteras (in)quebrantables de una realidad en la que vivimos (y que a veces es más absurda de lo que hubiéramos podido imaginar, tan inocentes somos a veces).
Es el estilo lo que nos hace quedar atrapados por este cuento. Unas imágenes tan fuertes y tan matemáticas que poco espacio dejan para que nos podamos liberar de ellas. Dentro de unas cuatro lineas (dos arriba y abajo, dos a los lados) se construye así una mezcla más que acertada de sentido y visión, de idea y iconos, hasta llevarnos hacia momentos de absoluto goce y de dulzura del iris (el de los ojos, por supuesto, hecho de células y colores). Si de l’art pour l’art se ha hablado (empezamos con Pater y ahora, con palabras galas, volvemos a Gautier) sería correcto decir que lo que el El Jockey hace es llevar las posibilidades del cine a otros parajes, allí donde pocos, en su corta (o larga, depende de los puntos de vista) vida, han sabido pisotear el terreno de las tantas caras de las que el arte cinematográfico puede vestirse. Así funciona, entonces, un cuento tan absurdo en una Argentina moderna, como tan límpido en su esquemática narración (de un punto a otro, muy claramente, sin dejar de lado la bondad de la coherencia y de la cohesión).
¿Qué es esta película, al fin y al cabo? Quizás la demostración de que no es necesario dejarse atrapar por unos esquemas ya bien consolidados (y amados) por el público. Se puede ir más allá, no solo dentro de una cuestión de alto y bajo (la cualidad), sino también tridimensional, hacia la izquierda o la derecha dentro de un plano que se mueve por y desde todas la direcciones (y mi izquierda puede ser tu derecha). Puede que no todo espectador llegue a apreciar lo que se les ofrece. ¿Habría que arrodillarse ante la única posibilidad de utilizar unas herramientas ubicuas? Por supuesto, la narración “estándar” tiene derecho a funcionar, sin embargo lo mismo hay que decir de las que prefieren utilizar miradas extra-ordinarias. Hay que dejarse llevar por lo absurdo, a veces, para que nos resulte un poco menos atemorizante, y para que, al fin y al cabo, nos indique que sí, en algunos casos hacer (y experimentar) cosas diferentes sigue siendo una de las posibilidades que tenemos a nuestra disposición.
Ficha técnica:
El jockey / Kill the Jockey , Argentina, España, Estados Unidos, México, Dinamarca, Reino Unido, 2024.Dirección: Luis Ortega
Duración: 96 minutos
Guion: Fabian Casas, Luis Ortega, Rodolfo Palacios
Producción: Charlie Cohen, Benjamín Doménech, Santiago Gallelli, Axel Kuschevatzky, Paz Lázaro, Isaac Lee, Luis Ortega, Esteban Perroud, Matias Roveda, Cindy Teperman
Fotografía: Timo Salminen
Música: Sune Rose Wagner
Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Úrsula Corberó, Daniel Giménez Cacho, Mariana di Girolamo