Críticas
Macho
Los cachorros
Jorge Fons. México, 1973.
La cuestión de lo que significa ser hombre establece su estructura dentro de dos vertientes : la biológica, la que nos hace que seamos lo que somos, y la cultural, la que construye una serie de elementos con los cuales poner en marcha la presencia del “yo”. Se habla, entonces, de machismo cuando la carga cultural del elemento “hombre” se rellena de una serie de acciones a llevar a cabo que subrayan, más de lo necesario, más del valor mismo de formar parte del conjunto de seres humanos con un pene. Y es así como se desarrolla una visión a veces muy difícil de sostener hasta el cansancio completo de lo que se supone tenemos que ser, hasta una saciedad tan absurda de gestos y palabras que esconden (por supuesto, la cosa es tan obvia) una serie de problemas que remontan al miedo a no estar a la altura, a no ser “macho” sino todo lo contrario (nos convertimos en “mujerzuelas”, lo cual parece ser el pecado más grande y horrible que puede pasar). El macho es, efectivamente, el hiper-hombre, el elemento que todos tienen que admirar y del que se puede (se debe) tener un poco de miedo. Si así no fuera, ¿qué nos quedaría, entonces?
La que se nos viene proponiendo en Los cachorros, basada en el cuento del gran escritor mundial Vargas Llosa, es una obra que traspasa los límites de la pantalla y que se inserta en un discurso artístico en el cual el elemento fundamental es la capacidad de entablar un discurso universal, tan profundo y adulto que nos sabe demostrar hasta cuáles cimas el producto fílmico puede llegar. Es arte puro en cuanto narración que no olvida la orden más importante, la de darles algo a los espectadores para que no solo puedan decir que el tiempo no ha sido desperdiciado, sino que algo nos queda en el profundo del cerebro y nos va a acompañar, como un trauma, durante el resto de nuestra vida. Y, efectivamente, de trauma hay que hablar en esta obra maestra, ya que se supone que la pérdida de la inocencia y la imposibilidad de crecer no pueden sino derrumbar la psique de una persona hasta transformarla en un monstruo incapaz de sobrevivir.
El macho, entonces, es el organismo biológico y cultural que se reverbera dentro de los bordes de la pantalla y que subraya la infelicidad de quienes quieren pero no pueden. Traumas infantiles, por supuesto, violencia, desmoronamiento de una personalidad que se vuelve violenta porque solo así puede ser lo que no es. Hay que preguntarse hasta qué punto los hombres pueden llegar dentro de un mundo que, él también, los rechaza y de ellos se mofa, en un caldo de cultivo que no permite la liberación del sentimiento de goce no solo sexual, sino también afectivo. Se mezcla así todo, lo biológico, lo psíquico y lo cultural, hasta darnos una imagen horrible de una humanidad que se auto-castiga hasta una castración tanto real como abstracta. El tiempo fluye, efectivamente, sin dejar posibilidad de un cambio real, en el sempiterno acto de reconocer que nada puede transformar una pérdida de algo que, para los hombres, definimos como un (quizás el solo) elemento que nos hace específicos dentro de una sociedad que es incapaz de saciarse de su propio deprimente machismo.
Obra de calidad, entonces, sin necesidad de resultar imposible de entender o de utilizar aquellos recursos pseudo-intelectuales que solo acaban siendo patéticos elementos esnob. Es imposible no dejarse llevar por las actuaciones magistrales del protagonista adulto, José Alonso. Lo mismo en el caso de Helena Rojo, su pareja (si así podemos llamarla, dentro de la relación mórbida que se construye). Y es, por supuesto, un discurso que se construye con el espectador mismo, no solo con los hombres sino con toda la raza (o, mejor dicho, especie) humana. Vargas Llosa nos ha dejado, en estos días, para volver a ser un conjunto de átomos sin conciencia; quizás sea correcto decir que su huella en el cine, con esta obra (adaptada los cambios necesarios), seguirá dejando boquiabiertos a los que se le acerquen y se abran así a la belleza de lo que lo adulto puede significa dentro de un mundo que parece estar cayendo hacia una infantilización innecesaria y un machismo ridículo.
Ficha técnica:
Los cachorros , México, 1973.Dirección: Jorge Fons
Duración: 110 minutos
Guion: Jorge Fons, Eduardo Luján, José Emilio Pacheco
Producción: Leopoldo Silva, Marco Silva
Fotografía: Alex Phillips Jr.
Música: Joaquín Gutiérrez Heras, Eduardo Luján
Reparto: José Alonso, Helena Rojo, Carmen Montejo, Augusto Benedico, Gabriel Retes, Arsenio Campos, Dunia Zaldívar