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3. La caída. Tensión entre el conservadurismo y la desestructura
La caída (1959) está basada en la novela homónima de Beatriz Guido (1956) y es una producción y dirección del cineasta argentino Leopoldo Torre Nilsson. Ambos autores han sido pareja en la vida real, además de equipo creativo en gran parte de la filmografía del director.
Realizada y firmada, tanto la novela como la película, en un contexto histórico tras la caída del peronismo en la Argentina; el derrocamiento del gobierno por un golpe militar, en 1955, y sus efectos son temáticas que han influido en la obra del director.
Aspectos vinculados a la presentación del conflicto eje del filme, entre los avances en políticas sociales de la época peronista (el voto femenino, la liberación sexual, los derechos del trabajador) y la llegada de la dictadura militar con su represión, en su amplio espectro, son elementos claves y recurrentes en la obra de Nilsson.
Con un estilo intimista, cotidiano, se aborda, por medio de simbolismos, la trama del filme. Albertina, interpretada por Elsa Daniel, es una muchacha que va a vivir desde el interior del país a Buenos Aires, con la intención de estudiar Licenciatura en Letras. Luego de realizar el viaje, desde la ciudad a su hogar de manera rutinaria, decide instalarse en una casa de la ciudad, donde vive una madre con sus cuatro hijos, alquilando un dormitorio a modo de pensión.
Allí conoceremos a los cuatro niños y a su madre, Marta, que se encuentra postrada en una cama a causa de enfermedad en los pulmones, lo que no le permite hablar demasiado y menos, moverse. En esa estructura familiar, sabemos de un tío materno, Lucas, que se encuentra de viaje, pero mantiene lazo con la familia por medio de cartas y discos de pasta, expresando que regresará en algún momento. Mientras tanto, el dormitorio de Lucas permanece cerrado a los demás convivientes. Este contiene libros y un tocadiscos, ubicados en un amplio espacio, donde se alberga lo artístico bajo llave, censurado: lo que se vincula con la propia historia de la protagonista y con la relación con su padre y los libros.
Albertina conocerá a un pretendiente que le promete casamiento y un futuro con una vida familiar, representando valores conservadores acerca del lugar de la mujer como ama de casa y madre, que no necesita estudios. Otro de los aspectos presentes, es el lugar de la religión cristiana, donde la protagonista es devota y fiel creyente. En contraposición, los niños de la familia no son bautizados y representan la desestructura y la herejía, tampoco concurren a la escuela, no tienen rutinas claras, trabajan y visten ropa de adulto.
Todos estos elementos generan una tensión en Albertina, quien se encuentra entre el conservadurismo y la desestructura total. Una de las lecturas presente en el filme es la referencia a la novela La montaña mágica, de Thomas Mann (1924), que lee la protagonista. El texto explora los cambios en Europa después de la guerra, la enfermedad, la vida y la muerte. Aspectos que el director nos señala como puntos a atender. Con la referencia presente del sonido del nombre de la protagonista – Albertina, Argentina– nos conduce a su vinculación con el país, donde, en ese contexto político y económico, también intenta buscar su lugar, un futuro.
Hay una escena en donde el pretendiente de Albertina la invita a bailar con unos amigos. Allí vemos a jóvenes bailando al estilo rock and roll de la época, en donde escuchamos frases que alienta el pianista: “¡Vamos todos al infierno, digan sí, fuego!”. Mientras su cita le comenta: “Estos bailes son la desaparición del mundo”, y ella dice: “A mí me parece saludable”. En esta escena vemos, a las claras, representado el conflicto central de la protagonista, entre un discurso conservador en contra del arte y la música, y por otro lado, el goce, la sexualidad, el cuerpo, la libertad.
La puesta en escena, si bien transcurre en el espacio del apartamento familiar, como espectadores vemos a los personajes en la calle, transitando espacios públicos y abiertos, reflejando la cotidianidad de la época, con el uso del blanco y negro en todo el filme. El vestuario acompaña la moda del momento, con el detalle de que los niños visten ropa de adulto, representando el invisible lugar de la niñez, donde si bien sus comportamientos son infantiles, terminan ocupando un rol de adulto. Pudiendo tener relación con el hecho de estar sin un referente confiable y sólido, quedan ocupando un lugar que no deberían ocupar: cocinar y trabajar, lo cual deja de ser un juego para pasar a ser el modo en que les toca vivir.
Por medio de una estructura de ficción, con elementos de suspenso, este ejemplo podríamos pensarlo como un cine que logra metaforizar, por medio de simbolismos, una historia mínima en un contexto social, con una problemática en torno a las minorías y sus problemas (la niñez, las mujeres, la enfermedad, la muerte) en una sociedad conservadora. Por medio de una narración con continuidad temporal, salvo por los flashbacks cercanos a los acontecimientos del filme, podríamos pensarlo influenciado por el realismo. Aunque, al mismo tiempo, se hace presente un estilo propio de autor en el uso de ciertos encuadres, el modo de iluminación de los rostros, la posición de la cámara o tomas que recuerdan a directores como Alfred Hitchcock o Bergman.
El ejemplo de Nilsson, lo podemos considerar como un cine de autor con influencias de realismo con trama psicológica, que logra poder expresar su estilo propio en una metáfora de la Argentina de mitad del siglo XX, con un final abierto en ese tiempo de transición y contradicción.
Referencias:
Lecturas de Teoría Cinematográfica II. Máster en Crítica Cinematográfica, Aula Crítica, sobre: André Bazin, Teoría de autor 1 y 2.