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1. Leopoldo Torre Nilsson. Padre del cine moderno argentino

Leopoldo Torre Nilsson
Leopoldo Torre Nilsson

Nacido en Buenos Aires, el 5 de mayo de 1924, Torre Nilsson desarrolló, a lo largo de sus cincuenta y cuatro años de vida (falleció en la misma ciudad, el 8 de septiembre de 1978), una amplia filmografía que da cuenta de su prolífica carrera cinematográfica, que comenzó a desarrollar al lado de su padre Leopoldo Torre Ríos (1899-1960), uno de los pioneros del séptimo arte en la Argentina, con una producción de más de treinta películas (tres de ellas, silentes), realizadas entre los años 1923 y 1959.

Torre Nilsson comenzó a trabajar con su padre cuando apenas contaba quince años, con quien participó durante prácticamente una década en un total de diecinueve películas, como guionista en algunas y acompañándole como director en dos de ellas. La primera, El crimen de Oribe (1950), está basada en un cuento de Adolfo Bioy Casares y la segunda, Días de odio (1954), fue una adaptación de un cuento de Jorge Luis Borges.

En ambos títulos, Torre Nilsson comenzaba a demostrar su talento a través de una búsqueda que le permitió ir formándose para iniciar, a la muerte de su progenitor, una carrera personal, en la que se destacaría, además, como productor y escritor. El uso de la voz en off y una banda sonora particularmente diseñada para Días de odio, ambos aportes de Torre Nilsson, son muestra de esas inquietudes personales del joven por explorar nuevos elementos a través del cine.

Continuando con otra adaptación literaria, esta vez en solitario, Torre Nilsson dirige, en 1955, Graciela, basada en la novela Nada, de la escritora española Carmen Laforet, publicada en 1945 y ganadora del premio Nadal de Literatura. Con este filme, el realizador continúa una búsqueda cinematográfica que iría definiendo su perfil como cineasta. Graciela Aliaga, interpretada por Elsa Daniel, es una joven inocente que llega a la ciudad para estudiar Filosofía y Letras, alojándose en una enorme casa habitada por su abuela y tíos, quienes están bajo la sombra de un pasado que les condena a vivir un presente que no corresponde con el que imaginaban.

Torre Nilsson logra con esta película explorar, a través de sus imágenes, creando particulares atmósferas, en ocasiones con un marcado carácter teatral, sin duda, muy influenciado por el cine sueco de la época y, en particular, por el trabajo desarrollado por el cineasta Alf Sjoberg, de quien Torre Nilsson se declaraba gran admirador.

Fotograma de Graciela

A partir de Graciela, Torre Nilsson seguiría adelante con su carrera como cineasta, la cual estaría acompañada por Beatriz Guido, destacada escritora argentina, quien, además de novelas y cuentos, fue autora de guiones para cine y televisión, convirtiéndose en pareja sentimental y artística del cineasta. Con La casa del ángel, realizada justo después de Graciela, se iniciaría la relación profesional primero, y afectiva después, entre ambos.

De Beatriz Guido es también La caída, novela que sería adaptada por Torre Nilsson (en un guion escrito por ambos), para realizar una película que fue seleccionada para participar en la competencia oficial del Festival de cine de Berlín, optando por ganar el Oso de Oro, lo cual finalmente logró ese año la película Los primos (Les Cousins), de Claude Chabrol. La caída contribuyó a impulsar la internacionalización del cine argentino, obteniendo, además de un éxito comercial en su país, cinco premios Cóndor de Plata, incluyendo los de Mejor película y director, dándole a su realizador la posibilidad de producir de forma independiente su siguiente proyecto.

La caída, al igual que Graciela, fue protagonizada por Elsa Daniel (1938-2017), actriz no solamente de cine, sino además de teatro y televisión, con una destacada carrera que va desde mediados de la década de 1950 hasta principios de 1970, interviniendo en más de treinta películas a lo largo de su vida. Elsa Daniel fue, además, musa de Torre Nilsson, con quien trabajó también en películas como La casa del ángel (1957) y La mano en la trampa (1961).

En la filmografía de Torre Nilsson, temas como la decadencia social, el despertar de la sexualidad y la moral, entre otros, ya presentes en Graciela, formarían parte importante de su trabajo, causándole eventualmente (en particular, durante el período peronista y en el de la dictadura militar), problemas con la censura, que lo acusaba de atentar contra valores morales y familiares, siendo su filmografía, en declaración de sus censores, un mal ejemplo para la juventud.

Torre Nilsson logró sortear, en principio, con relativo éxito todos estos obstáculos, manteniéndose firme en desarrollar una cinematografía nada complaciente, con un estilo muy personal, que le daría un prestigio importante, permitiendo el avance de la cinematografía argentina de esos años, hasta convertirlo en unos de los primeros en forjar con su trabajo un cine de autor, que sería importante para el desarrollo de futuras generaciones de cineastas, como Leonardo Favio, Fernando Birri, Fernando Solanas o el mismo Lautaro Murúa (que interpreta a Roman Aliaga en Graciela), un destacado actor que tuvo en paralelo una interesante carrera como director.

De la filmografía de Torre Nilsson destacan, además, títulos como Los siete locos (1972), basado en la novela de Robert Arlt; Boquitas pintadas (1974), sobre la novela de Manuel Puig; La guerra del cerdo (1975), adaptación de la novela de Adolfo Bioy Casares; y Piedra libre (1976), desarrollada a partir de otra novela de su esposa Beatriz Guido. En todas ellas, Torre Nilsson lograba desarrollar, a través de una observación realista y una gran capacidad de imaginación, brillantes melodramas que reflejaban aspectos escondidos y enfermizos de la sociedad argentina.

Debido a los problemas que tuvo con Piedra libre (1976), su última película, primero prohibida y luego autorizada, el cineasta decidió abandonar finalmente su país, para luego intentar volver a fin de filmar un nuevo proyecto, jamás aprobado por presión de las autoridades militares de la época, el cual finalmente quedó en un guion inacabado tras su prematura muerte, debido a un cáncer óseo, en 1978. A pesar de ello y tras su fallecimiento, el régimen de la época no dudó en llamarlo “el cineasta más destacado de la época”.

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