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31º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

31º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Mar del Plata vive la pretemporada de verano en noviembre, cuando la ciudad recibe a cineastas, público nacional e internacional, películas y eventos que forman parte, cada año, del único festival categoría A de América Latina. Por diez días, del 18 al 27 de noviembre, las pantallas de siete complejos formados por salas de cine, centros culturales ¡y la playa!, ofrecieron más de cuatrocientas películas y cerca de noventa actividades relacionadas con el cine en el 31º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

El Festival fue creado durante el gobierno del presidente Juan Domingo Perón en 1954. Desde entonces, ha sufrido todo tipo de embates, sobre todo, durante las épocas de la dictadura,  en que directamente su actividad fue nula. Por eso celebramos cada edición, que desde el advenimiento de la democracia, ha permitido mantener un perfil en franco crecimiento y calidad, un ámbito de encuentro entre profesionales del mundo audiovisual, la circulación tanto de obras históricas como de estrenos y la creación de nuevos públicos.

La apertura del Festival ofreció la proyección de Neruda, el retrato del poeta chileno durante una etapa de su vida, cuando proscrito el comunismo, es destituido como senador. Al esconderse para salvar la vida, debe enfrentarse a las vicisitudes de su militancia política y la práctica de la escritura (es entonces cuando crea Canto General), confluyendo la acción en un policial, donde el protagonista es perseguido por el oficial Peluchonneau.

La Competencia Oficial (Internacional, Latinoamericana, Argentina y Work in Progress) ofreció un total de 36 largometrajes, 20 cortos y 17 obras en proyecto. Panorama es la sección que ofrece lo mejor que se ha visto internacionalmente durante el último año, donde encontramos películas de directores consagrados, así como nuevos talentos.

La Competencia Internacional tuvo como jurados a la realizadora Lorena Muñoz (Gilda: no me arrepiento de este amor) y los críticos Sylvie Pierre (fue parte de Cahiers du Cinéma y engranaje fundamental de la revista Trafic, creada por Serge Daney), Jean-Pierre Rehm (docente y crítico en Cahiers du Cinéma y en Trafic) y Jonathan Rosenbaum (por años crítico de cine en Chicago Reader y autor de varios libros, entre ellos, el paradigmático Movie Mutations, coescrito con Adrian Martin).

Anashim shehem lo ani (People that Are Not Me), ópera prima de la realizadora israelí Hadas Ben Aroya, ganó el Astor de Oro a la Mejor Película. La historia de Joy le permite a Aroya retratar a la juventud de Tel Aviv y la sociedad en la que viven, donde la libertad es un bien que se cobra con creces.

MdPlata 2016El Astor de Plata al Mejor Director lo recibió la película del rumano Radu Jude, Inimi cicatrizate (Scarred Hearts), una historia conmovedora que sucede en 1937, cuando Rumania vive un momento político candente, amenazada por el fascismo. Está inspirada en una novela autobiográfica, sobre un joven que padece tuberculosis ósea y que, a pesar de su padecimiento e inmovilidad, encuentra la esperanza de vivir nuevas emociones. Toda metáfora es posible.

El Astor de Plata al Mejor Guion se lo llevó Rai (Paradise), del ruso Andrei Konchalovsky,con la historia de tres personajes que entrecruzan sus caminos durante la Ocupación francesa: un colaboracionista francés, un oficial alemán y una mujer de la Resistencia. Con imágenes testimoniales, en blanco y negro, los personajes narran sus motivaciones, que incomodan al espectador, porque el director pretende desacralizar el Holocausto mostrado hasta ahora por el cine.

El Premio Alfredo Alcón al Mejor Actor fue entragado a Mahershala Alí, por su interpretación en la película estadounidense Moonlight, de Barry Jenkins. Alí protagoniza a un joven que descubre su homosexualidad en Miami, cuando los carteles de la droga se pelean por apropiarse de los bajos fondos de la ciudad. Una película realista, de profundo lirismo, que retrata la naturaleza humana en un contexto altamente peligroso.

Sonia Braga, la inolvidable actriz brasileña, se llevó los aplausos y el cariño del público asistente, además del Astor de Plata a la Mejor Actriz por Aquarius, de Kleber Mendoça Filho. La historia se centra en Clara, una mujer enferma de cáncer, que resiste en su apartamento frente al poder empresarial que quiere despojarla de su vivienda. En esa lucha, revisará la relación que la une a sus hijos y amigos. Todo esto acompañado por la música de Caetano Veloso y María Bethania, entre otros. Los aplausos no fueron en vano, pues Aquarius se llevó también el Premio del Público.

Finalmente, la Mención Especial fue para la francesa Nocturama, de Bertrand Bonello, en la que los jóvenes, enigmáticamente, se agolpan frente a los centros comerciales con una actitud inquietante, amenazante.

El caballo de hierroEste Festival, al contar con la dirección de programación del investigador, crítico y coleccionista Fernando Martín Peña, ofrece un plus, que son las Retrospectivas, donde pueden visionarse películas históricas, rescates fílmicos y tributos merecidos. Este año se proyectaron El caballo de hierro, de John Ford (que además inspiró la publicación de un libro de los historiadores Patrick Stanbury y Rob Byrne, presentado en el marco del Festival), y Gente de cine, de King Vidor, dos maravillas del cine mudo restauradas, musicalizadas en vivo por la Orquesta Sinfónica de Mar del Plata.

El Festival no sería tal si no contara con la visita de personalidades del universo cinematográfico internacional y actividades especiales, como las conversaciones con maestros, las mesas redondas y las proyecciones al aire libre. Un capítulo aparte merecen las ediciones de este año del Festival, que le dedica un homenaje a Alfredo Alcón, con un libro firmado por Mario Gallina; el mencionado libro dedicado a la película de John Ford, El caballo de hierro; Entre cortes, dedicado a los montajistas argentinos; y Homenajes I, una compilación de textos de varios autores, entre los que se cuentan Raúl Manrupe, Fernando M. Peña y Natalia Taccetta.

StoraroEste año fue invitado a Mar del Plata el famoso director de fotografía Vittorio Storaro, creador del sistema Univisión (un formato de 2:1 que permite unificar las películas de cine y TV en una sola relación de aspecto) y de atmósferas inolvidables (para Bernardo Bertolucci iluminó Novecento, El último emperador y El cielo protector, y para Francis F. Coppola, TuckerApocalypse Now, entre muchas otras). Es, también, autor del libro Escribir con la luz, una colección de tres tomos en los que desarrolla sus conocimientos de pintura, fotografía y cine. En la charla que ofreció en Mar del Plata, se refirió a la experiencia de filmar con Woody Allen Cafe Society, donde ambos debutaron con el digital. En la ocasión, dijo más o menos estas palabras: “Es un momento histórico, de evolución, y hay que atravesarlo de la mejor manera posible. Desde la época de las cavernas, el ser humano siempre ha necesitado expresarse a través de las imágenes… así pasó por las inscripciones en piedra, los mosaicos bizantinos, el cine panorámico, la tercera dimensión, el cine digital… Lo único que ha cambiado es el medio. Lo que sigue siendo igual es el misterio de la creatividad”. Para acompañar el acontecimiento de su visita, el Festival ofreció la proyección de Apocalypse Now (Redux), la inspirada versión de la Guerra de Vietnam que nos legó Coppola, presentada por este Maestro de la Luz.

Otra visita que elevó el nivel del encuentro fue la del director francés Olivier Assayas, autor de las disímiles Viaje a Sils Maria, Carlos y Las horas del verano, entre muchas otras. Este año presentó su última película, que obtuvo galardón en Cannes, Personal Shopper, y ofreció una charla, donde dijo: “Crecí con un padre (Jacques Rémy) marcado por su vida en la Argentina, cuando formaba parte de las organizaciones que luchaban contra el nazismo en el extranjero. Él me transmitió su amor por este país”. Sobre sus películas, dijo que considera que son estéticamente rupturistas y que lo que siempre le ha interesado es “cuestionar al cine como medio y sus reglas, ya sea cine industrial o independiente”, considerando fundamental la experimentación en la búsqueda de nuevos espacios.

Entre las retrospectivas que se lucieron en las pantallas de Mar del Plata, estuvo casi toda la obra experimental y extrema del realizador japonés Masao Adachi, quien no pudo asistir al Festival porque a sus 77 años, aún es considerado un artista peligroso por el gobierno de su país. Masao rompe con las convenciones narrativas formales para sensibilizar a su público sobre problemas cotidianos de la existencia, y lo hace con total deshibición (política y erótica). Adachi es un revolucionario político activo, que utiliza el cine como arma para despertar a los espectadores de una sociedad que los anula, con el fin de que tomen conciencia y participen de la revolución necesaria.

Los cortometrajes de Buster Keaton, tan plenos de gags y asociados a su tierna seriedad, también fueron proyectados en Mar del Plata. Se trata de los cortos en los que Keaton fungió de codirector e intérprete, luciéndose en los aspectos técnicos y creativos de los increíbles obstáculos que se le anteponen y las maravillosas maneras de salir de ellos.

Un merecido homenaje recibió el cineasta francés, sinónimo de la Nueva Ola francesa, Jacques Rivette, al proyectarse sus primeros cortometrajes, encontrados por el autor en 2009. Un pequeño regalo para el espectador. Otro francés que fue homenajeado con un Foco fue Pierre Léon, crítico ligado a la revista Trafic, quien se explayó en una charla con Matías Piñeiro sobre el cine viajero.

RosenbaumY si de críticos se trata, otro invitado de lujo fue Jonathan Rosenbaum que ofreció otra Charla de Maestros, donde se refirió a la corrupción de la crítica cinematográfica y clamó por la asunción de su subjetividad por parte de los críticos, mientras criticaba duramente a la tecnología, como factor de distracción en el diálogo humano.

El cine argentino estuvo de parabienes. Además de estar presente en todos los rubros de la Competencia oficial, tuvo su homenaje con la proyección de clásicos que homenajearon a directores, actores y actrices nacionales.

El festival se desplegó con otros motivos atractivos para la cinefilia: el último Wajda, el corto póstumo de Kiarostami, lo más reciente de Jarmush, cine negro, cine de género, la televisión de los años 60, una muestra de vestuarios de la colección Horace Lannes… y más, mucho más… tanto, que no alcanzaron los diez días para poder disfrutar de todo lo ofrecido. Un jurado de lujo, la opción de ver el Festival vía streaming, una plataforma con los cortos argentinos en competencia… No hubo momento para el aburrimiento. Una vez más, Mar del Plata se lució con un festival maravilloso. Sólo esperamos ver qué nos va a ofrecer el próximo año.

 

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