Dónde está mi cuerpo Eres testigo de una pelea. Lo que tú cuentes y la manera en que narres lo acontecido será diferente a como lo hagan los demás sujetos. Si en situaciones cotidianas existen varias perspectivas, ¡imagínate en las grandes cuestiones de la vida! El novel director de ¿Dónde está mi cuerpo?, Jérémy Clapin, ha trabajado con esta idea fusionada en arte; en un arte donde también destaca el punto de vista particular e innovador.

Basado en una novela de Guillaume Laurant, el relato se centra en las hazañas de dos protagonistas con historias paralelas: un joven, Naoufel, y su mano amputada. No hay problemas en entender los acontecimientos, y sorprende: la narrativa es tan original que, aunque pueda detectar los recursos utilizados (montaje paralelo, flashbacks), no soy capaz de clasificarla ni de encontrar un ejemplo de pieza semejante. Pero es que tampoco puedo identificar su género. Es un filme de animación, pero cuenta con la singularidad de la hibridación entre fantasía, aventura, amor, suspense y drama. Aparte, no está enfocada a un público infantil; no la entenderían ni por su tema principal ni por el mensaje, ni por todo el trasfondo que esconde.

A un guion complejo le acompaña un tratamiento audiovisual con la misma espectacularidad. En esta pieza, historia, imagen y sonido van de la mano y bailan siguiendo el mismo compás. Justamente, lo teórico que más me llama la atención son tres ítems de dicho tratamiento: la animación, la gama cromática y la banda sonora.

No sabía de la existencia de esta película hasta que me la encontré, por casualidad, en Netflix. ¡Y menuda sorpresa! La primera vez que la vi no dudé en si añadirla a mi lista o no, directamente la seleccioné para visualizarla al momento. Lo que atrapó mi interés desde un inicio, tanto en la miniatura como en el tráiler, fue su animación tan realista. Aún sin ser detallistas en este aspecto y con trazos imperfectos que enfatizan las siluetas, han logrado que nos olvidemos de que son dibujos animados. Gracias a sus gestos y sus movimientos, les brindamos la humanidad que necesitan para que los veamos como actores reales. La animación es muy natural.

Puede parecer que el método por el que han optado para la realización sea únicamente el tradicional, el 2D, pero también han recurrido a la animación CGI (Computer Generated Imagery, es decir, imágenes generadas por ordenador). Ambas técnicas están muy bien integradas, pero la verdad es que no pueden pasar inadvertidas las imágenes digitales en ciertos planos imponentes, elementos y escenarios. ¡Qué placer!

Dónde está mi cuerpo

Y la delicia sigue con el cuidadoso trabajo que ha elaborado el departamento visual en cuanto a las gamas cromáticas de los escenarios. La ciudad donde se ambienta el relato, París, y todas las demás localizaciones, se presentan grises, apagadas. Quizás no siempre estaba nublado, pero es una representación de los sentimientos y emociones del protagonista. Para él, la vida es sombría, indiferente, aburrida. Y opina lo mismo sobre los demás personajes, porque las tonalidades de los espacios en que estos se encuentra son, igualmente, frías. En contraposición, sus momentos y los de su mano se tiñen de colores cálidos (rojos, naranjas, marrones, amarillos) y se eleva la saturación.

El cromatismo convierte a los espacios en contenedores de lo que ocurre, pero también están presentes en la narratividad. Sucede con la diferenciación de los protagonistas sobre los demás y con la relación del estado de ánimo de Naoufel, pero su papel narrativo se detecta, además, durante los flashbacks. Son las escenas en que se relatan los recuerdos del joven, y la imagen… ¡es en blanco y negro!

Para empezar a abordar las características del último aspecto destacable, la banda sonora, me gustaría mencionar que ¿Dónde está mi cuerpo? ha ganado el premio a la Mejor Música en el Festival de Cine de Sitges de 2019. Y se lo merece. No es casualidad encontrarle un parecido con la maravillosa banda sonora de Amélie, pues Guillaume Laurant es su guionista y le ha sabido brindar la importancia que requería para que el espectador se fijara en ella.

Dónde está mi cuerpo

Desde del arranque del filme, el sonido cobra una importancia abismal: el sonido del violoncello musicaliza la manera en que el pequeño Naoufel intenta atrapar una mosca con sus propias manos. Se escuchan claramente los tonos producidos por todos aquellos estímulos auditivos que envuelven al protagonista. Es más, desde siempre y hasta siempre, le vamos a ver que lleva consigo una grabadora con un micrófono, mediante la cual aprende, recuerda, añora, siente y vive.

Que el relato esté centrado en el vacío de la ausencia de uno de los sentidos del protagonista y que parte de este sea protagonizado por la propia mano que le manca, produce una rica construcción sonora basada en las texturas por las que la extremidad pasa -o ha pasado-: las teclas del piano, el tacto de la arena…

Si en vez de un filme, ¿Dónde está mi cuerpo? fuera una banda de música, tocarían en un bar musical escondido en una callejuela de una gran ciudad, alejado de la multitud, con aforo para muy pocas personas (para unas veinte). Quizás no serían ni una banda, sino que estaría solamente el cantante con su guitarra. O un ukelele. Sí, mejor elección. Los oyentes que tuvieran el placer de conocerle se sentarían frente a él, boquiabiertos y con los ojos llorosos, escuchando y mirando todo lo que les quiere contar. ¿Dónde está mi cuerpo? es intimista, sensible, especial, triste, simple, real, adulta, dura, necesaria. Hay que saber apreciar el arte que han logrado construir.

Comparte este contenido: