Críticas
En busca de mi lugar
Romería
Carla Simón. España, 2025.
Aunque he visto una sola vez la película, estoy por afirmar que la he visto dos veces. La segunda ha sido una revisión mental cuando he sabido que Carla Simón la ha creado a partir de su propia vida. ¿Por qué esta circunstancia me ha situado de golpe en un lugar diferente en tanto espectador? Sin duda, cine y subjetividad se conciernen estrechamente, pero lo habitual es hacer referencia al sujeto cineasta [Toda buena ficción comporta siempre un documental que siempre evoca a su autor (1)].
A la misma hora que veía la película en Vitoria-Gasteiz, a pocos metros el artista Abel Azcona representaba una perfornance ligada a la exposición que lleva varias semanas en la ciudad (2). Es el mismo anhelo, el mismo dolor el que ha movilizado ferozmente a ambos artistas. Su vida desentrañada, expuesta como una herida abierta que jamás se cauteriza.
La escritura consiste en encontrar las palabras justas para decir lo innombrable, ir al encuentro de la vergüenza para encontrar la verdad. Poner palabras allí donde la vergüenza engendra el silencio. Permite desarrollar la capacidad de simbolización y operar una reconstrucción de la historia que es también una reconstrucción psíquica (3) Estas palabras de Vincent de Gaulejac a propósito de Annie Ernaux o de Jean Genet, podrían aplicarse perfectamente a Carla Simón o a Abel Azcona. Bastaría con poner cine y arte respectivamente en lugar de literatura, y escribir en cada caso “imágenes” o “acciones artístico-performativas” donde leemos “palabras”. El vehículo elegido es secundario, lo esencial es crear una narración en la que uno mismo encaje.
Aunque trataremos de captar que el arte –en este caso el cine– opera como una flecha lanzada uniendo subjetividades. Lo haremos a partir de las fotos que acompañan a la entrevista que concedió la directora a Fotogramas (4).
La primera imagen es quizá el plano clímax de la película. Marina, el alter ego de la propia Carla Simón, ha viajado a Galicia para encontrarse con su familia paterna. Pero su viaje interior apuntaba mucho más allá, y en esta escena mágica se encuentra con sus propios padres antes de haber sido engendrada por ellos. En ese amanecer luminoso, la azotea del edificio de apartamentos erigido frente a las islas Cíes evoca la cubierta de un crucero. Podríamos pensar que connota el viaje, mientras al mismo tiempo denota, por ejemplo, las soledades iluminadas de los cuadros de Hopper.
Pero el artículo ha elegido una fotografía tomada durante el rodaje de esa escena, donde vemos a la directora en la misma atalaya donde estaba temporalmente el set.
Mientras los actores que interpretan a los padres de Marina miran en lontananza a través de sus gafas oscuras, la propia Carla Simón mira hacia la cámara, enfundada en el mismo vestido que lucía la protagonista que la interpretaba a ella hace unos momentos. El juego metafórico de las semejanzas entre las tres mujeres, subrayado por el rojo intenso de la ropa, se interrumpe y se trasciende en el contacto metonímico de la mirada que la directora sostiene con el objetivo. La autora nos confirma que es ella misma la protagonista, que es su historia la que se narra y que es el cine el que da forma a su anhelo.
Aunque no es exactamente su historia, ni sus recuerdos, ni su verdad, porque todo eso, como lo ha ido sabiendo dolorosamente, siempre ha estado deformado, incompleto, falseado, sustraído. Su cine es su vida, y su vida es la búsqueda de su origen, la necesidad imperiosa de reconstruir su engendramiento. Para tratar de lograrlo ha tenido que recrear los terribles años de la heroína y del exterminio del SIDA de buena parte de la generación boomer, incluidos sus padres. Su mayor consuelo ha sido imaginarlos concibiéndola en una playa salvaje de las islas Cíes. El mito del origen no puede no ubicarse en un espacio no mítico. Y es ahí puede hacer su magia el cine, pues permite poner en el mismo plano a la hija adolescente junto a sus padres aún adolescentes en lo alto de la horrible torre de apartamentos. Pero ese es el axis mundi, donde se pueden unir el presente y el pasado, el cielo y la tierra.
Vigo, las islas Cíes, ese desproporcionado edificio, representan el lugar que se busca, entendido como lugar social. Tener un lugar social es poseer un estatus, una identidad, un reconocimiento. El lugar es estructurante. La ausencia de lugar confronta al sujeto con el vacío, la inexistencia (2).
Al parecer, hay dos tipos de estrategias identitarias que se pueden poner en marcha frente a la invalidación: de un lado, las estrategias de liberación, que consisten en legitimar la propia identidad promocionando la revalorización del grupo de pertenencia cuando éste ha sido invalidado; de otro lado, las estrategias de rodeo, que lo que hacen es rechazar el sistema de valores de las instancias que estigmatizan, adoptando otros legitimadores.
Podríamos encontrar ambas en la película de Carla Simón. La primera puede despertar inicialmente alguna duda. Pensemos en el rechazo explícito de Marina de las drogas, que marca su ruptura radical con la adicción de sus padres. Sin embargo, revaloriza vehementemente su libertad, su no sometimiento a la estrecha vida burguesa que los comprimía. El gesto de ensuciar la piscina de la abuela es una repetición del acto de su padre: lo abyecto es lo sublime, como reivindicaba Jean Genet. Es asimismo evidente la estrategia de rodeo en el rechazo del dinero del abuelo. Con el gesto se rechaza todo el sistema de valores que representa. Carla Simón quiere proclamar que su relación con el cine es el soporte de su dignidad. Lo representa como afirmación propia frente a la familia paterna. Por eso elige que las primeras escenas sean las toscas grabaciones de la joven Marina según llega a Vigo, antes de conocer a su familia. El cine la representa a ella en la misma medida que su familia no la representa.

Sin embargo, cuando Carla Simón nos sostenía la mirada en la azotea nos interpelaba en tanto espectadores. Porque no se trata solamente de su verdad, sino de la verdad, que nos incumbe a todos.
Tráiler:
(1) Jean-Jacques Moscovitz, Rêver de réparer l’histoire, Éditions érès, 2015
(2) Exposición “Monumento a la familia” de Abel Azcona, 28/06/2025 – 28/09/2025, Vitoria-Gasteiz
(3) Vincent de Gaulejac, Las fuentes de la vergüenza, SAPERE AUDE, 2013
Ficha técnica:
Romería , España, 2025.Dirección: Carla Simón
Duración: 115 minutos
Guion: Carla Simón
Producción: España-Alemania
Fotografía: Hélène Louvart
Música: Ernest Pipó
Reparto: Llúcia Garcia, Mitch, Tristán Ulloa, Celine Tyll, Miriam Gallego