Críticas

Dar fe del genio

Michael H.

Yves Montmayeur. Austria, 2013.

Cartel de la película Michael H.Hace un par de años, Amor (Amour, Michael Haneke, 2012) se alzaba con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Michael Haneke, uno de los grandes nombres habituales de Cannes, se arrojaba de esta manera a los lazos del mainstream. Quizá esta circunstancia fue la motivadora de la producción de Michael H., un documental tan necesario como oportunista, pero sin pretensiones aparentes: no es más que el retrato de un cineasta admirado, realizado por un incondicional de su obra y dedicado a aquellos que opinan de la misma manera.

La poca ambición de Michael H. se comienza a palpar en un bajo coste de producción y termina por confirmarse en su sencillez formal. A través de un escueto compendio de entrevistas al director y a algunos de sus actores fetiche (una radiografía de Haneke sin el testimonio de Isabelle Huppert estaría siempre incompleta), imágenes de sus rodajes y fragmentos de los cortes finales, Yves Montmayeur pasa de puntillas por la autoría del filme, para limitarse a coger asiento junto al espectador al otro lado de la cámara, como oyente de la master class que él mismo ha editado. La austeridad dominante y la ausencia de florituras que hoy hacen del documental algo más que un género clásico (un tipo de cine opuesto al de ficción o, a menudo, enredado con este de mil formas y colores) definen un tono circunspecto y puramente informativo que, paradójicamente, no resulta lo bastante riguroso como para desentrañar el misterio que se esconde bajo la figura del homenajeado.

Fotograma de Michael H.Sin duda, el detalle que más llama la atención de todo aquello que Michael Haneke deja caer en sus declaraciones (además del apunte de que Funny Games –1997– basó su concepción interpretativa en la comedia) es una ligera vanidad, no tan lejana en el fondo de la de una figura tan polémica como la del danés Lars Von Trier, en ese arrogante y sofisticado intento de jugar a ser Dios y mantener todo su entorno bajo control. Uno, pretendidamente anárquico y amigo de los desvaríos; el otro, sereno y de carácter asceta, los dos grandes del cine europeo contemporáneo trabajan en peligrosos extremos que terminan tocándose.

Así, no queda muy claro si la ambigüedad de Michael H. se debe a un montaje mal planificado de unos recursos limitados o a la intención de sobredimensionar la mitología en torno a un director legendario. En cualquier caso, el cineasta austríaco tan pronto es presentado como un barbudo anciano entrañable (pese a la escabrosa temática de sus cintas), maestro con el que todo actor ansía trabajar, como revelado en personaje autoritario y poco indulgente. Una secuencia del making of de La cinta blanca (Das Weisse Band, 2009) se antoja el mejor ejemplo para ilustrar esta dicotomía: un hombre da una bofetada a un niño que le ha mentido; en la primera toma, un Haneke consecuente y juicioso, observa con mucha atención la interpretación de su actor; tras el corte, demuestra su insatisfacción dejando perplejo a su equipo. El propio director dramatiza la escena con una incontenible ira interiorizada, fruto del proceso de desarraigo que ha pervertido la naturaleza de las relaciones humanas y que es objeto de estudio permanente del austríaco.

Michael Haneke en Michael H.La disección sin rodeos de una metodología intuida, en efecto, no depara grandes sorpresas. Mejor que así sea, pues cede todo el gancho de la cinta al mero placer de poder asimilar, a través de valiosas confesiones, la raíz cuasi científica de un artista. Por eso, la más dura crítica que se le podría hacer a Michael H. sería acusarla de estar orientada en exclusiva a los fans más devotos del director. No solo por el repaso retrospectivo de una filmografía (al completo) que aconseja un exhaustivo conocimiento para no perderse en las concreciones. Además, ha de existir un pacto natural entre el interés del espectador y la pasión incendiaria de quien gusta, no ya de retratar los bajos instintos de una putrefacta arquitectura social, sino también de capturar los violentos arranques que detonan el orden o la convención establecida. La evolución de la víscera, por genial y comercial que termine siendo (la propia obra de Haneke, ya que Michael H. acaba de lanzarse en DVD y Filmin, tras un inadvertido estreno en salas), nunca será apta para todos los públicos.

Trailer:

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Ficha técnica:

Michael H. ,  Austria, 2013.

Dirección: Yves Montmayeur
Guion: Yves Montmayeur
Fotografía: Attila Boa, Yves Montmayeur
Reparto: Michael Haneke, Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, Juliette Binoche

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