Críticas

Libera nos a sanctis

Lee Soo Man: Rey del K-Pop

Lee Soo Man: King of K-Pop. Ting Poo. EUA, Corea del Sur, 2025.

Dejemos por un lado, tan solo por un momento, la idea de que no toda persona que se define buena es, efectivamente buena. Dejemos por un lado las acusaciones, los problemas con la ley, la supuesta falta de humanidad y cierta forma de explotación. Dejemos todo por un lado y pensemos que, supuestamente, más que dejar que solo surja la idea de la inocencia, simplemente nos situemos dentro de un área de color gris, en la que nuestra balanza no va ni a un lado ni a otro. Más que suspender el juicio quizás sea más correcto hablar de suspension of (dis)belief y aceptar que en este caso, ante una obra que se nos presenta así como es, por lo menos fuera correcto acercarse con una mentalidad no tanto abierta, sino dispuesta a escuchar unas voces que podrían resultarnos un poco parciales, como si, efectivamente, no estuviésemos ante un diálogo, sino ante un monólogo que surge de cierta voluntad de carácter hagiográfico. Y es que, efectivamente, a veces parece estar delante de un santo, de un visionario, de alguien que ha cambiado radicalmente el mundo y sigue con esta voluntad.

Pienso en una cuestión más sencilla : la música k-pop es simplemente música creada para vender un producto y amontonar dinero. No veo razón de hacer un panegírico de este tipo, sobre todo cuando hay elementos de la humanidad más importantes que nos pueden dar algo más profundo y más artístico. Repito : el k-pop es un producto que nada añade a la historia de la humanidad y que fundamentalmente se traduce en unas canciones y vídeos cuyo objetivo es ensanchar el número de ceros de la casa productora. ¿Dónde se situaría la necesidad de hablar de algo tan trivial y, efectivamente, efímero? Y, no, no es una cuestión de carácter moral, de las que no nos hacen dormir por la noche, sino que lo absurdo de este documental es que parece como si estuvieran hablando de un personaje capaz de traer la paz a toda la humanidad a través de obras dignas de un sempiterno “gracias por existir”. Ridículo es, efectivamente, el tono que se va creando, en especial manera ante frases pseudo-filosóficas que son tan cursis que nos empujan a perder neuronas por el solo hecho de ver que hay gente que las dice o repite con seriedad.

Dejemos por un lado las acusaciones, hemos dicho al comienzo. Pero todo quizás pueda reducirse a que el protagonista de este documental (que más bien parece ser un producto publicitario para su nueva aventura de productor) dice, inocente y claramente, que si las acusaciones en contra de él fuesen verdaderas, entonces no podrías estar hablando delante de las cámaras. Hay que preguntarse por qué no. Nadie impide que una persona pueda ser condenada y siga libre después de pagar su deuda. Ni nada impide que se piense que una persona culpable siempre seguirá diciendo que es inocente y no culpable. Absurdidades lógicas de este tipo abundan en este “documental”, como la acusación en contra del Occidente (el temible West, del cual no bien se sabe cómo habrían salido los conceptos de la democracia y de la tolerancia, junto con bestialidades como el Klan y las camisas negras del italiano calvo) que osa preguntarse si el mundo del k-pop no tiene su lado oscuro. Un lado, según nos cuentan, inexistente, ya que solo se trata de problemas personales los que llevaron a algunos “cantantes” (en realidad simples productos) a suicidarse. ¡Hubiésemoslo sabido antes, cuántas horas intentando entender lo ocurrido nos habríamos ahorrado, usándolas así para ver vídeos de k-pop en YouTube!

Los santos no me gustan. Los santos contemporáneos mucho menos. Aborrezco las hagiografías y rechazo cualquier visión superficial de argumentos a los que habría que dedicar más tiempo. Este “documental” bien merece estar entre comillas : no lo es, se trata de un trabajo de carácter publicitario cuyo objetivo parece ser vender el producto Lee Soo Man. Una vez terminado resulta difícil no darse cuenta de que no hemos aprendido casi nada de él (bueno, fue a los Estados para estudiar ingeniería, ¿y qué?) ni hemos logrado aprender algo sobre los personajes que forman parte del mundo del k-pop, a menos que no analicemos lo que se nos presenta para llegar a la conclusión de que en esta obra nunca se habla de música y que cuando los k-poppers hablan parece como si tuvieran la profundidad intelectual de un sapo a punto de hundirse en un charco. No sé, quizás lo mejor sería dejar que la música fuera un arte de experimentación, de producción de obras más bien personales, y que los documentales no fueran simplemente la prosecución de un ego tan desmesurado que ni cuenta se da de lo superficial que resulta ser.

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Ficha técnica:

Lee Soo Man: Rey del K-Pop ( Lee Soo Man: King of K-Pop),  EUA, Corea del Sur, 2025.

Dirección: Ting Poo
Duración: 107 minutos
Producción: Ting Poo, Teddy Zee, Elise Pearlstein, Jane Cha Cutler, Trevor Smith, Jenny Turner, R.J. Cutler
Fotografía: Laura Hudock, Craig Kief, Jeff Tomcho, Haoyu Wang
Reparto: Lee Soo Man

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