Críticas

Jungla urbana

La ciudad desnuda

The Naked City. Jules Dassin. EUA, 1948.

La ciudad, en cuanto organismo no biológico, tiene una serie de estructuras internas que ponen de manifiesto su voluntad irreal de construirse como elemento natural, producto del pensamiento humano. El conjunto urbano, de todas formas, no parte de una visión abstracta que se sitúa fuera de la normalidad de lo animal, o sea de la constitución genética (y no solo) que es parte de nuestro ser; la ciudad, objeto intelectual, remonta a los grupos mínimos que se presentan en las agrupaciones tanto de simios como de hormigas. Quizás nazca, esta idea, de la necesidad de vivir y sobrevivir, según la idea que nos hace pensar que al aumentar el tamaño del grupo de casas, aumenta también el valor positivo de la ciudad, ya que habrá más oportunidades para que la especie siga viviendo (más trabajo, más comida, más servicios y más parejas); sin embargo, cuanto más aumente el número de personas que viven en un mismo lugar, tanto más alto será el número de crímenes que se cumplan allí. Producto de la voluntad de colaboración, la ciudad es, entonces, también el lugar perfecto para cumplir aquellas acciones que se sitúan fuera de lo legal.

Si bien el original se perdió para siempre (sin embargo, esperar no cuesta nada), The Naked City, en su estado actual, nos permite adentrarnos en lo que se propone ser una de las muchas historia de carácter policíaco (o, más bien, noir) que la ciudad de Nueva York les propone a los que estén dispuestos a escuchar. Y la narración, en nuestro caso, va a ser la que se basa en la descubierta de un homicidio y la larga serie de investigaciones que llegarán a darnos la clave de lectura del evento sangriento. Una estructura narrativa, entonces, que se basa en los pilares típicos del género, en los cuales los policías (buenos) intentan descubrir las tramas que se esconden por debajo de unas cortinas con las que algunos (los malos) intentan sobrevivir fuera del mundo normal, aquel mundo que se rige por unas reglas codificadas y, por esta razón, teóricamente respetadas.

Si el elemento estructural aparente es la narración del proceso de investigación de los detectives, la película de los años cuarenta logra diversificar su arquitectura gracias al juego de las relaciones que se establecen entre el cuento del homicidio y los detalles que se insertan en la narración. El texto, por esta razón, se construye en relación con una serie de elementos solo aparentemente secundarios que logran poner en marcha un sinfín de subtextos con los cuales la obra nos presenta una complejidad de dos tipos. Por un lado, de hecho, se nos abren las posibilidades de los detalles más claros, aquellos con los que tropezamos y que reconocemos directamente, como pueden ser las divisiones en clases típicas de los grandes conjuntos urbanos, mientras que por el otro estalla aquella presión subterránea de “lo no dicho”, lo que nos pide que actuemos en función de seres capaces de descifrar las imágenes o las palabras (en una palabra, todos los textos) que se se presentan envueltos por una capa de gris. Se permitirá, sin hacer mención directa, hablar de sexualidad, de prostitución o de otros elementos desestabilizadores que subrayan el carácter por nada placentero de una ciudad como Nueva York.

Actúa así, en sus diferentes funciones, The Naked City. Actúa, en palabras más llanas, como narración de carácter literario, sí, pero también antropológico y sociológico. Mezcla de diferentes elementos, sin por esto resultar incapaz de tener una arquitectura clara y una habilidad de exposición de primera clase, el resultado de la fruición de esta película nos ayuda a acercarnos a una época de la que ya nos sentimos separados, sin por esto dejar de reconocer la presencia de detalles inmortales con los que volver a reflejarnos en la fría realidad de un vidrio orgánico. Es la imposibilidad de olvidarse de sus escenas tan perfectas, guiadas por el ojo de un director que logra trasladar la vitalidad de Nueva York al mundo de la pantalla (grande o pequeña), demostración esta de que a veces los hipertextos alcanzan aquella perfección formal por la que nos sentimos, hambrientos y sedientos sin darnos cuenta, simplemente atraídos.

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Ficha técnica:

La ciudad desnuda (The Naked City),  EUA, 1948.

Dirección: Jules Dassin
Duración: 96 minutos
Guion: Albert Maltz, Malvin Wald
Producción: Mark Hellinger
Fotografía: William H. Daniels
Música: Miklós Rózsa, Frank Skinner
Reparto: Barry Fitzgerald, Howard Duff, Dorothy Hart, Don Taylor

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