Entrevistas 

Jorge Leandro Colás

Jorge Leandro ColásLuego del reciente estreno del documental López, el hombre que desapareció dos veces (2025), de Jorge Leandro Colás, tuvimos el gusto de entrevistar a su realizador, al que seguimos desde sus inicios.

 

EL ESPECTADOR IMAGINARIO: A lo largo de tu filmografía siempre ofrecés una mirada cercana y comprometida con la realidad social y política de la Argentina. ¿Qué te impulsó a abordar la historia de Julio López? 

JORGE LEANDRO COLÁS: Creo que el lenguaje documental, aborde el tema que sea, siempre está construyendo una mirada política, expresando un punto de vista sobre las cosas, problematizando ciertos aspectos sobre la realidad, revisitando ciertos sucesos del pasado. En este caso, el proyecto surge de una manera azarosa, en una conversación casual acerca de algunos casos que conmovieron a la opinión pública, que cubrieron las primeras planas de los medios y que, poco a poco, fueron perdiendo espacio en la vida pública argentina. En esa conversación, el periodista y escritor Felipe Celesia, productor periodístico del documental, lanzó el nombre de Jorge Julio López. Enseguida entendí que había allí un caso único, particular, doloroso e incómodo que podía ser abordado desde el lenguaje documental.

EEI: Un hermoso detalle de la película es haber ofrecido al espectador los cuadernos que López escribió y dibujó a través de los años. Pero, sin duda, fue un logro tuyo y de la producción el haberlo conseguido. ¿Cómo surgió el poder compartir ese hallazgo?

JLC: Fue muy impactante y emocionante poder grabar las secuencias que involucran los escritos y dibujos de Jorge Julio López. Poder tocarlos, sentir la textura añeja, ver de cerca la letra apretada, los dibujos certeros. Cuando comenzamos la investigación, descubrimos con bastante sorpresa, ya que no los conocíamos, la existencia de esos materiales que López escribió a finales de los noventa, queriendo fijar el recuerdo de su paso por los centros clandestinos de detención y, a la vez, esperando, en algún momento, poder declarar y acusar a sus secuestradores y torturadores. A esos materiales, los encontró su hijo Rubén, luego los tuvo la justicia cuando buscaba información que pudiera ayudar en la investigación de la causa de la segunda desaparición y, más tarde, fueron recopilados por Jorge Caterbetti para su libro López, memoria escrita. Fue él quien nos facilitó esos materiales increíbles.

EEI: En muchas de tus películas optaste, desde lo formal, por el documental de observación; en este caso, hay un giro hacia el registro más clásico, donde la entrevista juega un papel esencial. ¿En qué formato te sentís más cómodo?

JLC: Sí, me gusta mucho, como realizador y como espectador, el documental de observación. Pero creo que cada historia debe encontrar su forma propia, su forma adecuada y orgánica. En esta oportunidad, sentía que era necesario contar el caso, contar la historia de López y sus dos desapariciones. Si bien hay secuencias que tienen que ver un poco con el registro de observación, como cuando seguimos a Rubén López, recorriendo las calles donde fue visto su padre por última vez, o cuando Rubén digitaliza los papeles de su padre, creía que en la entrevista y en el archivo estaba la clave para poder comprender un caso tan complejo como el de López.

EEI: ¿Sentís que el documental ayuda a mantener la memoria viva y resignificar la historia?

JLC: Totalmente. Cuando comenzamos a trabajar en la película, sabíamos que mucha gente que la fuera a ver conocería la historia de López por los medios, por las noticias, tal vez por haber participado en alguna marcha, reclamando justicia. Pero también nos interesaba hacer una película clara y dinámica para las nuevas generaciones, para quienes ni siquiera habían nacido cuando se produjo la segunda desaparición de López y, más aún, en estos tiempos de negacionismo e incluso de reivindicación hacia la dictadura. El documental siempre está emparentado con la idea de documento. Por un lado, mirar hacia el pasado desde el presente, pero también dejar una huella concreta para el futuro. Fantaseo con la idea de que, en cien años, algún investigador o investigadora pueda ver la película y entender los desastres de la justicia argentina del siglo XXI, con sus cadenas de complicidad e impunidad.

EEI: En este contexto tan complicado para el cine nacional, pudiste estrenar una película, que no es poca cosa. ¿Cómo viviste ese proceso y qué opinión te merece la situación de nuestro cine?

JLC: El contexto es muy difícil para la cultura, en general, y para el cine, en particular. No hablo solamente de la grosera desfinanciación del INCAA, ni de las políticas cinematográficas, sino también sobre cierta mirada estigmatizante hacia el sector. Los funcionarios deben cumplir la Ley de Cine, que obliga a financiar la producción argentina y no usar el dinero de los impuestos a las entradas cinematográficas para comprar bonos, como está sucediendo. El documental no es un bien mercantil, ninguna empresa va a financiar documentales, porque los documentales muchas veces son incómodos, cuentan historias que desde el poder político o económico se prefiere callar. Si bien la película fue aprobada por un comité de documental, el proyecto atravesó un montón de vaivenes que hicieron muy difícil su financiación y concreción. Pese a todo, con el apoyo de muchas personas, pudimos terminarla, estrenarla y que la gente pueda emocionarse, pensar y reflexionar sobre un caso que sigue siendo una herida abierta en la historia de nuestra democracia.

EEI: Muchas gracias, Jorge. Aguardaremos tus próximas películas.  

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