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Bajo la máscara del placer: El abrigo

Cine de temática social compuesto por un realismo descarnado y colmado de veracidad. Escenas condenadas a una atmósfera de cinismo y resignación. Cine de calle, dentro de una nueva objetividad. Fuerte muestra del entusiasmo por la realidad inmediata. Estilización subjetiva postulada por el expresionismo.

Todo lo citado son singularidades de la gran película dirigida por Pabst en 1925, compuesta de intertítulos y un sonido musical molesto y desafiante, que persiste en el oído del espectador de una forma tensa e incómoda. Bajo la máscara del placer / La calle sin alegría es un hito en la historia del cine alemán.

Es una película repleta de diferentes historias, que consiguen entrecruzar líneas narrativas. De uno de estos relatos, de los que se relacionan entre sí, es lo que se va a intentar desgranar y desarrollar en este artículo. La importancia simbólica en el argumento y en la escenificación del abrigo que lleva puesto una de las protagonistas del film, Grete Rumfort (Greta Garbo, en una de sus primeras interpretaciones).

El abrigo de piel simboliza la situación de un sector de la sociedad vienesa en decadencia: la pérdida de estatus, la desaparición de la clase media y su progresiva caída en la pobreza. A través de esta prenda se muestra la imposibilidad de adquirir algo que, antes de la Primera Guerra Mundial, estaba al alcance de la mano. Los escenarios que recorre el abrigo nos conducen a pensar en una vinculación con la crisis económica y moral emergente en aquellos años. Un abrigo de piel representaba más que una simple prenda; era un símbolo de estatus social, riqueza y elegancia. Desprenderse de la prenda era perder, en cierto modo, estas propiedades obtenidas por la clase media antes de la guerra.

Las escenas en su globalidad, debajo del halo de una descarnada realidad visual incluso documental, están compuestas de contrastes, claroscuros del expresionismo y múltiples montajes violentos entre secuencias. Pabst intenta frenar su dureza convirtiéndolo en un melodrama, mezclando secuencias menos dramáticas que nos ayuden a salir a flote para tomar oxígeno y continuar con los desgarradores relatos. El film nos presenta la transformación de las tres clases sociales: rica, media y pobre. Dando como resultado la alteración en dos mundos, el de los pobres y el de los ricos, debido a una sociedad dominada por el dinero.

La calle sin alegría

Grete Rumfort, secretaria de clase media, es acosada y empujada por su jefe a las manos de una madame. Una mujer como Grete, que ha vivido en una clase trabajadora con recursos, no puede llevar un abrigo gastado y debe poseer uno más lujoso. La tienda de modas a la que entra le fía el abrigo, que en su actual situación económica no se puede permitir. Esto conlleva al dilema principal de este personaje: el tener que venderse a la clientela del local contiguo, un burdel, para poder pagarlo y renunciar a su dignidad. Pabst elabora sugerentes imágenes con el rostro de Grete para dar más fuerza al argumento, lo que terminará siendo un rasgo del director en todos los personajes femeninos del largometraje.

Comenzamos a abordar los nueve actos del film: los dos primeros son una presentación de las diferentes historias que se entrecruzan en el relato, poniéndonos en situación respecto a las tres clases sociales en Viena. El padre de Grete es un ex consejero del estado retirado, que invierte toda su pensión en acciones. Este inicio pone al espectador en situación, mostrando un crudo realismo extremo que se refleja en los rostros de los personajes de las diferentes clases sociales. La calle funciona como un triste escenario donde la figura de la mujer se une al colapso de la civilización: el hambre y la espera, son el preludio de lo que puede suponer la adquisición de un abrigo. En el tercer acto de la película, se ve como, el padre de Grete, derrocha parte del dinero en comida y bebida abundante, e incluso como la hija pide un anticipo en el trabajo para comprar un nuevo abrigo de pieles que le deniega su jefe. En este acto se empieza a ver el efecto que la inestabilidad económica de la posguerra provoca en la dignidad de las personas. En el cuarto acto, Grete se hace con el abrigo de pieles que en los primeros actos no pudo comprar. Aquí podemos observar la lucha por no perder la posición y privilegios que tenían las personas de la clase media en aquella época en Viena. En el quinto acto regresa a la oficina, en la que trabajaba, con el abrigo nuevo para enseñarlo y se despide del empleo, un signo más de orgullo. Al regresar a casa, su padre le cuenta que ha perdido todo el dinero invertido en las acciones. Tienen que anunciar el alquiler de una habitación de la casa para poder comer, mientras Grete vuelve a la tienda para devolver el abrigo, pero la propietaria le ofrece un trabajo para poder pagarlo, acompañando a hombres. Ella regresa a casa sin haber respondido a la proposición y, a la vez, aparece un apuesto teniente militar que alquila la habitación. Las imágenes entre ambos nos hacen pensar que se gustan entre ellos. En este acto, uno de los que tiene más argumento, nos presenta esa fluctuación económica que se reafirma con la compra del abrigo. Incluso nos revela como una persona de clase media podía cambiar de trabajo sin grandes dificultades debido a sus conocimientos, pero en la posguerra nos enseña que ese cambio va a peor, llegando a la degradación. Dicha clase sobrevive a costa de sus pertenencias, sin dejar de transmitirnos orgullo y una falta de humildad. En el sexto acto, rehúsa a la proposición de la mujer de la tienda, aunque al final del mismo termina volviendo a pedir ayuda, y esta la cita para el día siguiente. En este acto existe una tentación para no perder lo conseguido, no bajar de estatus. Querer mantener las cosas que siempre estuvieron a su alcance y que ahora se le antojan casi imposibles. En el séptimo acto le preparan una reunión privada con un hombre en el burdel, y termina no aceptando la relación sexual que le proponen a cambio de dinero. No quería ver la realidad. Seguidamente, sale a la calle y el señor de la cita le habla sin que ella se quite el abrigo. En este acto, lo primordial es la fuerza de la mirada entre sensual y atormentada de Greta envuelta en el abrigo de piel. Es el momento en el que está a punto de enfrentarse a su primer cliente en el burdel. El sentimiento de tímido rechazo y de lucha moral para no traicionar sus principios nos lo transmite con la forma que utiliza para cubrirse los hombros con sus propios brazos. En el octavo acto, crea un receso en esta historia para darle más ímpetu en el último. En el acto noveno vuelve al prostíbulo, donde se desabriga y la madame la obliga a cambiarse de ropa, pero ella se niega y finalmente la sacan del burdel su padre y el teniente. El abrigo de Grete parece ser un claro símbolo de la lucha por resistir a la pèrdida de una posición en la sociedad.

Así de descarnada y de real es Bajo la máscara del placer / La calle sin alegría. Pabst lo hizo más presente por medio del expresionismo y la violencia existente en cada una de sus historias y personajes. Todos ellos portan un halo de tensión. El germen del film es ese plano diferente que nace de un travelling tenebroso que recorre una fila de rostros sucios, famélicos, tristes y pálidos, aquellos que son iluminados por los focos de una limousina y que nos acercan al hambre de posguerra, a la necesidad de un abrigo. Para estar en una cola del hambre, soportando las bajas temperaturas de las noches invernales en Viena, es necesario tener abrigo; y si eres una mujer hermosa, la comida está asegurada, siempre y cuando tus principios y ética sean inferiores a la necesidad de comer. Esta pérdida de valores y de moral es una obsesión real del director que es palpable en toda la historia del abrigo de piel.

A través del significado concerniente a Grete y su abrigo, podemos entender la caída hacia la miseria de la clase media de la Viena de posguerra y su práctica desaparición. Los argumentos que se cubren con la simbología del abrigo y se presentan en la historia de Grete son variados como la desesperación, el misterio, la sensualidad, la perversión, los principios y el orgullo. Se puede ver como aborda las relaciones de dependencia y la degradación moral. Lo más importante es la empatía del espectador con los personajes que sufren, que pierden. Pabst consigue con sus escenas hacer sentir algo real por medio de unos hechos vividos.

Para finalizar me gustaría subrayar un par de aspectos fundamentales de Bajo la máscara del placer / La calle sin alegría, que están a través de toda la unión de los fotogramas del film y a su vez ligados a la simbología del abrigo: el primero, un realismo social donde las mujeres están obligadas o incitadas a recurrir a la prostitución para sobrevivir. Y, el segundo, su estilo expresionista que carga a la película de decorados claustrofóbicos, ángulos de cámara inusuales y efectos de iluminación para crear una atmósfera opresiva que refleja el estado de ánimo de aquella sociedad.

Es un largometraje brutal y adelantado a su tiempo. Su dureza visual y realista la hacen ser el inicio inspirador de muchas de las que vinieron después.

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