Es El acontecimiento de Audrey Diwan una película notable que, partiendo del relato de un aborto clandestino, sugiere de forma potente como, por mucho tiempo en nuestra historia, las personas hemos estado determinadas por el género (masculino y femenino) para trazar el camino de nuestras vidas. La humanidad ha sido (y sigue siéndolo) primero hombre o mujer y después individuo.

La historia de la película, ambientada en la Francia de 1963, parte de la novela autobiográfica del mismo título de Annie Ernaux que nos cuenta como una brillante joven universitaria de letras, que aspira a ser escritora, se queda involuntariamente embarazada y le toca vivir una auténtica odisea en la que su vida es puesta en peligro al tratar de abortar en una época en la que esto era ilegal y tenía penas de cárcel. De hecho, no fue hasta 1975 que el aborto fue legalizado en Francia, siendo uno de los países pioneros. Actualmente la irrupción del embarazo es todavía complicada o está prohibida en numerosos países del mundo.

El film, León de Oro en la pasada edición de Venecia, es el segundo largometraje de la directora y también periodista Audrey Diwan, quien narra de forma dura y frontal, sin omisiones, el angustioso y solitario  proceso que, a contra reloj, le toca vivir a la protagonista en su decisión de priorizar su carrera profesional pese a ser mujer.

Diwan nos muestra con una impecable narrativa la vivencia de la protagonista. A través de la cámara se relatará la historia con gran rigor formal, con una serie de  planos-secuencia muy cercanos donde el juego de enfoque-desenfoque evidenciará la absoluta soledad de la joven Anne Duchesne (interpretada de forma muy convincente por la actriz Anamaria Vartolomei) frente a un problema impronunciable que debe ocultar porque es visto como el mayor de los errores que pueden ser cometidos y ante el que incluso sus amistades le darán la espalda.

La palabra usada como título de la película, acontecimiento en español, événement en su título original francés o happening en inglés, hace referencia a esa situación tabú que implicaba, antes más que ahora, el sexo y los embarazos no legitimados por el matrimonio, convirtiéndose en hechos secretos, impronunciables o nombrándose  siempre en voz baja.

A los ojos de Anne es totalmente injusto que el deseo sexual, algo natural en el ser humano, sea aplaudido cuando el sujeto es hombre,  mientras es recriminado y debe ser escondido en el caso de las mujeres, a las que se tacha de fáciles, débiles y de dudosa moral por sucumbir a él.

Ya en su tiempo, Montesquieu avisaba que no había ninguna base racional para convertir una costumbre, por muy ancestral que esta fuese, en norma social, moral de comportamiento o incluso en ley. La costumbre no justifica nada, pero en su nombre se han cometido muchas tropelías. Las diferencias biológicas propias del género (masculino o femenino) nunca debieron ser más que eso, diferencias biológicas, y nunca sociales.

El entorno que acompaña o más bien desacompaña a Anne, sus amigas, sus compañeros, sus padres, los profesores, los médicos, hasta su amante, todos, con excepciones muy contadas, rigen sus vidas por el motor del género asignado cuando nacieron. Se es hombre o mujer y a partir de ahí uno sigue el camino trazado. Durante la película veremos como muy pocos de los personajes cercanos a Anne pueden entenderla y más bien le aconsejan que siga lo establecido para su género. Su profesor puede verla como maestra, una profesión femenina, pero se queda sorprendido cuando ella le corrige y le dice que lo que realmente quiere es ser escritora.

Quiero remarcar que El acontecimiento es una película dura para el espectador, con algunas escenas bastante crudas. La decisión de mostrarlas de forma directa, sin elipsis, por parte de Audrey Diwan es una forma de mantener en la memoria la injusticia y el estrés por el que han pasado y todavía pasan muchas mujeres, en una decisión personal que debería ser respetada siempre.

Bien lo resume la protagonista  en una frase eufemística y memorable de la película, cuando su profesor no entiende su bajada de rendimiento académico: “Es una enfermedad que sólo ataca a las mujeres y que las transforma en amas de casa”. Ese es el grito con el que Anne se rebela a ser tratada antes como mujer que como persona, como individuo que tiene sueños e ilusiones.

Tráiler:

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