Andrea Dorfman es una escritora, artista, guionista y directora canadiense. Su primer largometraje, Parsley Days (2000), fue uno de los mejores diez filmes del Toronto Film Festival Group de 2011. Su cortometraje Flawed (2010) obtuvo el premio del público en el New York City Short Film Festival. Vive en Halifax.

EL ESPECTADOR IMAGINARIO: Quisiera empezar con una pregunta bastante simple. En Flawed invitas a los espectadores para que entren en tu vida, desde que eras una niña hasta tu madurez. Además, quieres que participen de uno de tus secretos. ¿Se trató de algo fácil o te costó tiempo optar por esta estructura?
Andrea Dorfman: En tanto escritora y artista, siempre he usado los recuerdos para explicar lo que pasa en mi cabeza, en mi corazón y en el mundo que me rodea. Lo que esto significa es que a veces me he sentido vulnerable y hasta incómoda. Sin embargo, como con cualquier músculo, el uso constante ha llevado a que hablar de mis secretos sea una acción más fácil. Uno de los aspectos más interesantes de relatar nuestros recuerdos es que cuando encuentras cierta resonancia, la gente decide contarme sus historias. Ven en las mías un reflejo de las suyas, y yo en las suyas veo las mías. Esto hace que nos sentimos un poco menos solos. Además, creo que tener unos secretos nos vuelve esclavos de ellos, pero esta esclavitud desaparece una vez que los enseñemos al mundo.
EEI : En Flawed la camera queda fija, como si no hubiera ningún movimiento real. Sin embargo, podemos ver tus manos creando ante nuestros ojos. ¿Cuál es la razón que te llevó a esta interesante mezcla entre el medio de los tebeos y el de los filmes?
AD : Opté por esta técnica porque quería que el público sintiera una conexión con la persona que está detrás de la historia, para que la gente se diera cuenta de que estamos hablando de una persona real, que esto es no-ficción. Creo que tener conciencia de esto hace que el público empatice y cree una relación con la historia de mi imperfección en una manera más fuerte y más potente.
EEI : En lo que se refiere a los colores, diría que hay mucha energía. No son el simple producto secundario del acto de dibujar, ya que el resultado es una unión muy fuerte con la idea de darle un aspecto visual vibrante a tus imágenes. ¿Podríamos decir que intentaste subvertir nuestra expectaciones y optar por un lenguaje nuevo, más ajustado?
AD : Me parece una idea interesante de analizar la cuestión. Quizás esto fuera lo que había estado haciendo en mi subconsciente. La razón que me había llevado a usar una técnica de dibujo simple con colores vivos había sido el intento de transmitir la sensación de un libro para niños. Quería que los conceptos estuvieran en una condición de ser asimilados por toda persona de cualquier edad, poniéndo así de manifiesto su accesibilidad completa, si bien el formato es el de un libro para niños.

EEI : Aceptar nuestra imagen, aceptarse a uno mismo, parece ser el tema principal del cortometraje. Pero me gustaría llevar la atención sobre el movimiento hacia esta aceptación, o sea la idea de mostrar nuestros miedos a través del medio fílmico. ¿Crees que el arte ha sabido describir esta sensación? En otras palabras, ¿crees que a través del dibujo y de la cámara has podido conectar mejor con tu público?
AD : Sí, creo que aquí se sitúa la potencia fantástica y profunda que tiene el arte cuando nos presenta el mundo desde un punto de vista diferente, dándoles otra forma a las ideas para que podamos entender mejor (o diferentemente) nuestras experiencias.
EEI : Una última pregunta. Flawed sigue una estructura clara, pero podríamos decir que hay también un mensaje escondido: la necesidad no solo de aceptarnos a nosotros mismos, sino también a los otros. Por ejemplo, parece que inicialmente no quieres empezar una conversación con Dave debido a su profesión. Sin embargo, conociéndolo mejor, llegas a aceptarlo. Desde tu punto de vista, ¿crees que este mensaje secundario es tan importante como el primero, o es un simple producto circunstancial de la aceptación de lo que somos?
AD : ¡Por supuesto! Me alegra que lo hayas descubierto. La trama secundaria se refiere a como, cuando no aceptamos a los otros y cuando los juzgamos, acabamos juzgándonos a nosotros mismos.



Se podría resumir la historia del cine con una simple proposición, la cual se mostraría difícil de negar: cada producto tiene un mensaje. El problema, más allá de una lectura simplista de lo que acabamos de afirmar, es que el concepto de “mensaje” resulta ser algo que rechaza una clasificación definida, una claridad informativa de su exacto significado: todo puede ser un mensaje porque todo es un texto, por lo menos para los seres vivos. Metáfora, obviamente, que pone de manifiesto esta necesidad nuestra (de todo ser con un cerebro o hasta sin él) de leer el mundo, interpretarlo y darle una estructura con la que crear un puente entre lo interior y lo exterior. Sin embargo, si “mensaje” es una palabra que se refiere a muchos ámbitos (mensaje político, mensaje moral, mensaje filosófico), lo que a un lector de cine le interesa es la condición global y particular del producto fílmico que está a punto de ver (o, en el caso del análisis ex post, el único posible, se trataría de la obra que acaba de ver una o hasta más veces). El resultado puede ser diferente, ya que, más allá de “distintas cabezas distintas visiones”, se podría decir que hay diferentes puntos de vista objetivos: el simple mensaje “el bien le gana al mal”, por ejemplo, puede ser seccionado y otorgarnos una lectura como “la policía logra matar a los ladrones” o “la policía logra arrestar a los ladrones”, dos proposiciones que, si bien parte del mismo concepto, subrayan una visión cultural y política diferente.
