Cristiano Seixas es el escritor de Alien – The Original Screenplay, la novela gráfica de Dark Horse basada en el guión original de O’Bannon. Seixas trabaja en el mundo de los cómics desde 1988, y hoy en día es el director creativo de Ghost Jack Entertainment.

EL ESPECTADOR IMAGINARIO: Primero quisiera cumplimentarme contigo y con Guilherme Balbi. No solo la novela gráfica es una óptima lectura, además se ve la atención con la que vosotros dos os acercasteis al proyecto. ¿Qué os llevó a la novela gráfica? ¿Fue una decisión vuestra o fue Dark Horse que os pidió simplemente que adaptarais el guión de O’Bannon?

Cristiano Seixas: Muchas gracias por esta entrevista. No solo para mí, sino también para Balbi, trabajar en la franquicia de Alien es un sueño que se vuelve real. Por esta razón hicimos todo lo posible para que este proyecto saliera perfectamente. Se trata de una ocasión que te puede pasar solo un vez en la vida, lo cual nos llevó a trabajar con mucho cuidado.

Randy Stradley, el editor de Dark Horse que nos propuso todo esto, actuó como si fuera mi mentor. Balbi había estado trabajando ya durante mucho tiempo con Dark Horse, y es uno de los artistas de los cómics de Avatar, la franquicia de James Cameron. Yo había trabajado en el mundo de los cómics de Brasil, así que no había hecho nada en los EUA, pero había trabajado ya con Balbi durante sus primeros días como artista, y fue él quien me presentó a Randi y a la pandilla de Dark Horse.

Amo este editor y la franquicia, y quería tener cierto respeto desde el comienzo, lo cual me parecía algo difícil de hacer, pero al final nos dieron mucha libertad, más de lo que pensábamos.

EEI: ¿Cuáles son, en tu opinión, las diferencias principales entre la película de Scott y el guión de O’Bannon? ¿Fue difícil no dejarse inspirar por el producto de Scott?

C. S.: Fue algo bastante difícil no dejarse inspirar por Scott. Pero puse mi atención sobre el guión. Tiene algo de Metal Hurlant, de los números de los setenta…es difícil explicarlo. Lo que intentamos hacer, Balbi y yo, fue encontrar un balance entre aquella sensación de los setenta y un tipo de estética moderna de la ciencia ficción. Queríamos crear algo que se podría ver en Netflix o en HBO, y que se sintiera nuevo.

Lo que me gusta de la versión de O’Bannon es que en ella encuentras algo filosófico. Algo sobre el vacío del espacio, sobre el significado de encontrar una nueva forma de vida, algo sobre el no estar en grado de enfrentarte ante algo que está más allá de tus capacidades. Se trata de elementos que no forman parte del enfoque de Scott.

EEI: En la película, lo que vemos es una criatura que intenta explorar (e ir más allá de) la idea del miedo. El xenomorfo de Geiger, por ejemplo, está conectado con los conceptos de sexo y violencia. El alienígena de O’Bannon no parece tener en cuenta esto dos aspectos. ¿Cómo describirías el xenomorfo en su forma original?

C. S.: El monstruo de O’Bannon está conectado más con la idea del miedo y de lo desconocido. No se parece al de Giger. Creo que O’Bannon había pensado más en el terror claustrofóbico y menos en lo que se refiere a la sexualidad. Por esta razón yo había intentado acercarme más al punto de vista del guionista. Fue algo difícil para Balbi: crear cada etapa del ciclo vital del xenomorfo para que fuera diferente del de Giger pero al mismo tiempo parecido. Creo que su resultado es grandioso.

EEI: Un aspecto interesante del guión de O’Bannon es la dinámica entre la sociedad humana y el mundo a su alrededor, aquí representado por el cosmos, lo desconocido. Por ejemplo, nuestros protagonistas son movidos por la codicia y la curiosidad, pero, improvisamente, acaban olvidándolas. La supervivencia se convierte, aparentemente, en la única fuerza vital. ¿Crees que O’Bannon estaba intentando escribir sobre la ilusión de la civilización? ¿Quizás el alienígena simbolice la absurdidad de la vida, como cuando descubrimos tener cáncer y tenemos que cambiar nuestras prioridades?

C. S.: Creo que sí, creo que los personajes muestran tener cierta codicia y curiosidad, menos Roby, quien es la más razonable de la pandilla. Ella no es una persona ingenua, es algo pragmática. Creo que el cuento se basa en la supervivencia, y lo hace pasando de la codicia a la supervivencia misma, hasta llegar a un momento de redención al final (me refiero a Standard). Hunter, el más grande de todos, lo vemos teniendo miedo durante toda la historia, mientras que unos otros personajes solo tienen la codicia como motivación personal.

Creo que si tienes una pandilla pequeña en un lugar fijo (la astronave), lo que quieres es que cada uno simbolice un estereotipo humano básico, como si se tratara de una pieza teatral. Así que, si bien el ritmo del cómic pone de manifiesto la importancia de la historia, creo que tuvimos bastante espacio como para profundizar algunos de los personajes.

EEI: Leyendo tu novela gráfica llegamos a pensar en la pandemia actual. Efectivamente, uno de los temas del guión de O’Bannon se refiere a qué hacer ante la contaminación biológica. El alienígena no sería solo una metáfora para “el otro”, “lo desconocido”, ya que representaría también algo más tangible, un virus y su consecuencia. ¿Cuánta resonancia dirías que tiene el guión de O’Bannon con nuestro contexto histórico?

C.S.: Desafortunadamente es algo recurrente en la historia de la humanidad. Y esto porque muchas personas, también hoy en día, prefieren no creer en la ciencia y hacer como nada, actuando como siempre han hecho, lo cual provoca la muerte de otras personas. Por esta razón, en el libro Roby es la voz de la razón: no quería que los infectados subieran, quería que estuvieran en cuarentena, o sea que quería seguir las reglas. Pero, como hoy en día, había personas que no estaban de acuerdo con los procedimientos, lo cual significa que el paso siguiente no podía ser sino, naturalmente, la muerte. Algo parecido a nuestra situación, ¿verdad?

Sitio oficial de Cristiano Seixas

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El mundo de las guerras de las galaxias nace como idea de George Lucas por haber él crecido con aquellas imágenes típicas de Flash Gordon y el formato en serie. Se supone, entonces, que este mundo había ido desarrollándose durante mucho tiempo y que, por esta razón, tiene que haber ido cambiando hasta encontrar su estructura final. Se podría además decir que, una vez que se había dado cuenta del éxito del cuarto episodio, Lucas tuvo que seguir imaginando el movimiento hacia un final satisfactorio (el quinto y el sexto episodio) para finalmente volver a los orígenes de este cuento fantástico (en el sentido de “fantasía”) muchos años después con las precuelas (antes despreciadas, hoy en día un poco más amadas). El Star Wars que hemos aprendido a amar (o hasta odiar, ya que cada persona tiene sus gustos) no es, por esta razón, algo que nació para nuca variar, sino que su arquitectura tuvo que adaptarse continuamente hasta llegar a un resultado final más bien preciso. La adaptación de J. W. Rinzler, The Star Wars, se pone así en una relación de juego arqueológico, permitiéndonos acceder a lo que sería la reconstrucción del primer borrador de George Lucas.

Una versión interesante, esta, pero no tanto de lo que hubiera podido ser, sino de un acto de transformación, fotografía de un movimiento en desarrollo, concreción de una posibilidad que aún no había terminado su camino. Acercarse a la novela con el objetivo de descubrir nuevos detalles tiene sentido, mientras que presuponer estar ante algo completo, unitario en su perfección, sería decepcionante; no se entiende aquí decir que The Star Wars no funciona, como si de algo tambaleante se tratara, sino que, exactamente como en el cuarto episodio, aquí estamos ante una historia que empieza in media res y que termina dejando abierto todo un sinfín de horizontes posibles. El lector, dicho de otro modo, tiene que darse cuenta de estar ante una parte (adaptada con mucha inteligencia) de una estructura textual más amplia y que, por esta razón, es posible acabar la lectura con un alto grado de curiosidad en lo que se refiere a los ex ante y a los ex post, o sea lo precedente y lo posterior, demostración esta de que la estructura en serie siempre había sido parte de la idea general de Lucas en relación a esta galaxia lejana.

Encontramos así la división entre los buenos (en una situación de inferioridad) y los malos (los que tienen casi todo el poder), así como a nuestros personajes principales en sus arquetipos, como el viejo sabio (Skywalker), el joven lleno de coraje pero con poca experiencia (Annikin), el ayudante en la forma del piloto alienígena (Solo), o el enemigo por excelencia, símbolo de la corrupción del poder y de la lucha contra la libertad (el emperador). Lo que resulta de la lectura de esta novela gráfica, entonces, es una visión bastante precisa de una idea general pero que, una vez comparada con lo que ha llegado a las salas de cine, demuestra también ciertas diferencias. La presencia de la muerte y del concepto de sacrificio, por ejemplo, tienen un peso a veces mayor en The Star Wars que en Episodio IV, lo cual lleva a notar ciertos detalles más violentos (en un sentido neutro y por nada negativo) en la novela gráfica.

Sería un error leer y analizar la novela solo en tanto producto en sí, como si nada tuviera que ver con el contexto que la rodea, pero el mismo problema se presentaría si quisiéramos acercarnos a ella sin darnos cuenta de que es un elemento de una estructura más grande. Esta dicotomía un poco absurda se resuelve como juego de relaciones entre lo que ahora tenemos (punto final de un trabajo de perfección, algo típico de cualquier producto fílmico) y la situación histórica de su producción (el hecho de haber sido pensado el borrador como punto de partida); en otras palabras, la lectura de The Star Wars, de Rinzler, tiene dos niveles, el de fruición simple (leo la novela gráfica porque quiero disfrutar de mi tiempo libre) y el de comparación (leo la novela gráfica porque quiero analizar las semejanzas y las diferencias con lo que se estrenó en 1977), los cuales se entremezclan abriendo un diálogo con la esfera cultural fílmica y no solo.

Estructuralmente, entonces, la adaptación de Rinzler funciona, y los pocos problemas que podemos encontrar (como la falta de un malo definitivo, imponente) se deben al hecho de ser un momento en el desarrollo de una arquitectura más compleja (y profunda). La relación no es la que se instaura en el ámbito de lo que hubiera podido ser, sino, como acabamos de decir, en el desarrollo de una idea, y por esta razón el análisis arquelógico nos permite adentrarnos en una serie de niveles que se mueven alrededor de un resultado que ya conocemos. Novela gráfica inteligente, The Star Wars es por esta razón una clave de lectura del camino hacia la concreción de unas ideas, el fotograma congelado de una acción in fieri.

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