El profesor Carlo Pagetti es la figura más importante en el ámbito de los estudios sobre la figura de Philip K. Dick, sea desde un punto de vista internacional como también nacional (Italia). En esta charla vamos a hablar de la relación de Dick con el mundo del cine y de cómo se sitúa la ciencia ficción en tanto género en nuestro mundo contemporáneo.

EL ESPECTADOR IMAGINARIO: ¿Es posible hablar de una visión cinematográfica en el caso de Dick? Me refiero a las influencias que hubiera podido recibir por parte del cine de ciencia ficción de los años 50 (pienso en Invasion of the Body Snatchers) en relación a su producción literaria.

Carlo Pagetti: En Divine Invasions, Lawrence Suttin, el mayor biógrafo de Dick, nos cuenta que en los años 50 el joven autor, quien vivía con su segunda mujer, Kleo, en Berkeley, solía ir a un “cine supuestamente de tipo intelectual que proyectaba filmes extranjeros”. Más bien que a través del cine, es posible afirmar que Dick se había formado viendo la televisión (una novedad para aquel entonces), escuchando la radio, interesándose por la música, fuera esta sinfónica o folk. Yo no hablaría de un influjo masivo del cine de ciencia ficción de aquellos años, sino de la apropiación, por parte del escritor primerizo, de aquel “estilo paranoide” que se difunde por la cultura estadounidense de la Guerra Fría, cuando los peligros de un conflicto atómico con la Unión Soviética llevan a que se construyan búnkeres en el jardín privado de casa o a esperar a que surjan eventos apocalípticos.

EEI: Los libros de Dick, debido a su carácter más filosófico e introspectivo, no parecen estar hechos para que se lleven a la gran pantalla. Sin embargo, las películas que se basan en sus obras nos han dado mucha satisfacción, sobre todo Blade Runner y A Scanner Darkly. ¿Cómo definir, entonces, la relación entre Dick y los filmes basados en sus obras?

C.P.: Dick usa también técnicas de la ciencia ficción más popular, sin embargo, no tiene mucho cuidado en lo que se refiere a la precisión tecnológica o a las extrapolaciones científicas. Además, sus novelas presentan muchas veces un argumento complicado, en el que se sobreponen y se alternan diferentes historias personales. Por esta razón, los directores de cine han preferido tomar como referencia sus cuentos, ya que son más simples y lineales. Es el caso, por ejemplo, de Total Recall, de Screamers y de Minority Report. Un caso aparte sería Blade Runner, ya que toma su punto de partida de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Ridley Scott simplificó fuertemente la historia, eliminando algunos aspectos secundarios pero fundamentales, como el “falso” profeta Wilbur Mercer (cuyos mensajes forman parte, paradójicamente, de una verdadera visión cristiana), para darle más espacio a la dimensión visionaria de los paisajes urbanos postmodernos. Si bien inicialmente esto lo había dejado un poco desconcertado, al final Dick se dio cuenta de la necesidad de simplificar la estructura de su novela. Estoy hablando de 1982, el año del estreno de Blade Runner, el mismo año en el que murió Dick a los 54 años por un infarto. Un escritor que se nos revela así de  “actual” murió hace cuarenta años, antes, por ejemplo, de la revolución informática.

EEI: La obra más conocida de Dick en el cine es Blade Runner, cuya historia se aleja no poco de la novela original, pero que sigue las mismas pautas en lo que se refiere a la atmósfera y a lo visual. La idea de Dick era la de hablar de la pérdida de la humanidad por parte del mismo ser humano. ¿Es posible decir que, desde este punto de vista, el filme de Scott logra ser fiel?

C.P.: Aquí tampoco resulta fácil ofrecer una respuesta clara y definitiva. En la novela de Dick los androides se nos presentan crueles y despiadados, mucho más que los replicantes de Ridley Scott. Sin embargo, las cosas no son simples, como podemos ver si nos referimos al episodio (en la novela) de la cantante lírica Luba Luft, quien parece expresar cierta hermosura y armonía musical, ambas de tipo humano. Es ella quien le cuestiona a un Deckard a punto de matarla la diferencia entre seres humanos y seres artificiales, así como el derecho de Rick a “ajusticiar” a los androides. Los androides de Dick, así como los replicantes de Scott, sufren por los límites impuestos a su humanidad, y buscan una revancha imposible, lo cual los hace paradójicamente humanos. En la película, un rol fundamental resulta ser el de los actores: si Roy Batty es un personaje inolvidable, mucho más que el Roy de Dick, esto se debe a la interpretación faustiana de Rutger Hauer, capaz, antes de morir, de salvar la vida a su acosador humano.

EEI: La producción de Dick nace de la necesidad de hablar de asuntos importantes. Dick, de hecho, deja atrás la idea de escribir simplemente siguiendo el objetivo del escapismo, y presenta en sus obras temas profundos, sobre todo en conexión con lo que significa ser una persona, formar parte de la raza humana. ¿El cine de ciencia ficción ha logrado, en los últimos años, seguir este camino abierto por el autor norteamericano?

C.P.: Yo creo que el cine de ciencia ficción presenta a menudo ideas especulativas y discursos de gran importancia, también cuando parece limitarse al escapismo o a los juegos de fantasía infantiles. Por esta razón, no quiero condenar, por ejemplo, al universo Marvel, que ha logrado volver a ser interesante exactamente gracias a algunas películas espectaculares, en las que se subrayan los conceptos de diversidad y de crisis del “sueño americano”. También Avatar de James Cameron (2009) me ha gustado mucho. La ciencia ficción se mueve, de todas maneras, por un camino que siempre ha privilegiado la reflexión sobre la condición humana y la búsqueda del misterio del cosmos. Entre los “clásicos”, además de 2001 : una odisea del espacio (1979), de Kubrik, mencionaría, para salir del área norteamericana, dos películas del ruso Andréi Tarkovski, Solaris (1972), basada en la obra maestra de Lem, y Stalker (1979), y también algunas obras de Steven Spielberg, como Encuentros en la tercera fase (1977). Entre los directores contemporáneos querría mencionar al Christopher Nolan de Inception (2010) y de Interstellar (2014), si bien no me ha gustado mucho su reciente Tenet, y al Denis Villeneuve de La llegada (2016). Villenueve es también el director de la secuela eficaz, si bien menos innovadora que el original, de Blade Runner, aquel Blade Runner 2049 (2017) con Ryan Gosling y un “resucitado” Harrison Ford.

EEI: El cine y la literatura pueden llegar a ser miradas hacia el futuro, como si de precognición se tratara. ¿Cuán parecido es nuestro mundo a lo que vemos en la distopía de Blade Runner y en la paranoia de A Scanner Darkly?

C.P.: Como Darko Suvin y otros estudiosos del género de la ciencia ficción (ahora ya entrelazado con algunas formas del fantasy, y con la narrativa utópica y distópica), yo no creo que la ciencia ficción tiene poderes extrapolativos o futurológicos. Ya sabemos lo difícil que es prever el futuro. Pensemos, por ejemplo, en la pandemia actual, no desde un punto de vista abstracto, sino tomando en cuenta cómo se ha ido desarrollando, subrayando las incógnitas que nos esperan cuando (quizás) la hayamos superado. ¿Quién hubiera podido prever su fuerza, sus consecuencias, al inicio de 2020? La ciencia ficción dibuja un paisaje analógico que es, al mismo tiempo, un espacio que conocemos (nos es familiar) y un espacio diferente e imprevisible, un quid ante el cual nuestra identidad está destinada a modificarse radicalmente si quiere sobrevivir y conservar algo de sí.

Quisiera terminar con una última observación. Me doy cuenta de que durante esta charla hemos estado hablando solo de autores “masculinos”, como si no existiera una ciencia ficción de las mujeres. Para rectificar en parte esta falta, hay que recordar que al lado de Dick la voz más importante de la ciencia ficción norteamericana es Ursula K. Le Guin, autora de La mano izquierda de la oscuridad. Sin embargo, aquí se nos abriría otro capítulo…

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