Si hay algo que no le falta a esta historia es ritmo. Desde la primera escena, cuando una madre nerviosa sale a la calle con su bebé que no para de llorar, seguido de una bombita de agua que cae desde el balcón, empapando al bebé en su cochecito. El culpable es Tomás, un adolescente conflictivo, al que luego de este incidente, su madre lo manda a vivir con su hermano Sombra, que está estudiando en la ciudad de México DF.
El apartamento que Sombra comparte con su amigo Santos es de un desorden total; los estudiantes están de huelga en huelga, ocupando la Universidad Nacional de México. En este ambiente de caos, Tomás termina conduciendo a los dos amigos por un viaje en búsqueda de Epigmenio Cruz, una leyenda del rock nacional venida a menos.
El film es una road movie sin salir de México DF, lo cual nos muestra la complejidad y recovecos con los que cuenta esta gran ciudad. Cuando al final de la proyección, en Berlín, le preguntaron al director por qué decidió filmar la película enteramente en blanco y negro, una de las razones fue el querer darle al espectador la oportunidad de completar los colores de la ciudad. Fue una buena decisión el no intensificar la película con colores variados, ya que el sonido, estridente por momentos, y la cámara, que se mueve a gran velocidad, le dan al espectador una buena cuota de agresividad.
Este es el primer largometraje del joven director mexicano, quien sin disponer de demasiados recursos económicos filmó esta película con amigos y con su esposa en el rol femenino principal. Esta interacción entre los actores se nota y le da una atmósfera de naturalidad y frescura difícil de lograr. El film se llevó el Best First Feature Award, en dónde participaron 18 películas de las distintas secciones del festival de Berlín. Este premio lo otorga GWFF, asociación dedicada a los derechos del cine y la televisión, y consiste en €50.000 para el director y el productor.
Güeros, a pesar que intenta ambientarse en el año 1999, cuando sucedieron hechos similares en la Universidad, indaga sobre problemáticas actuales de los jóvenes. Se habla de sus sueños, ansiedades, ideales, su soledad, y también sobre qué lugar tiene el amor en sus vidas.



Con más de 330.000 tickets vendidos en 2014, está claro que el Festival de Berlín logra atraer a todo tipo de público. Entre la gran diversidad de propósitos que tiene, se encuentra el de ser vitrina del actual cine alemán. La sección más importante es Perspektive Deutsches Kino, que muestra las tendencias temáticas y artísticas de la nueva generación de realizadores alemanes. También existe la sección LOLA@Berlinale, en donde se presentan films que compiten por el premio de la Academia del Film Alemán (al cuál se lo conoce como LOLA).
Una de las películas con mejor reacción del público en el Festival de Berlín, debido a que se trata de una comedia inteligente. No es habitual ver comedias en la selección oficial, por eso se valoran tanto cuando se puede intercalar alguna entre tantos dramas.
El tema de los piratas somalíes fue tratado en varios films recientes: Captain Phillips (Paul Greengrass, 2013), A Hijacking (Kapringen, Tobias Lindholm, 2012) y Stolen Seas (Thymaya Payne, 2012), pero el documental Last Hijack, a diferencia de las obras anteriores, nos cuenta la historia vista desde el lado de los piratas.
Este año, la selección para la competencia internacional del Festival de Berlín contó sólo con tres films alemanes. En dos de ellos los protagonistas son muy jóvenes y se ven asediados por el ambiente que los rodea. Stations of the Cross (Kreuzweg o Via Crucis) es el cuarto largometraje de Dietrich Brüggemann que cuenta la historia de María, una adolescente de catorce años inmersa en un mundo de fanatismo.
Luego de haber visto la excelente Museum Hours (Jem Cohen, Austria/EUA, 2012) en el Festival de Locarno, tuve la suerte de encontrarme con este documental en Berlín. Si bien la primera apunta más sobre la experiencia del público en el inmenso Kunsthistorisches Art Museum de Viena (Museo de Historia del Arte), en el film de Johannes Holzhausen, el corazón es el staff: la gente que trabaja en sectores muy diversos de la institución son los que hacen posible nuestra experiencia como visitadores.
El quinto largometraje de Kutluğ Ataman es realmente movilizador. A medida que la historia avanza, es desesperante ver como Medine, hija, esposa y madre de dos hijos, lucha desesperadamente contra todos para lograr su objetivo: celebrar la circuncisión de su hijo Mert de cinco años, con una fiesta a la que está invitado todo el pueblo.
Se sabe que Adolf Hitler era un ferviente aficionado al arte. Un artista frustrado que fue rechazado dos veces de la prestigiosa Escuela de Arte de Viena. Dentro de sus delirios de grandeza, tenía serios proyectos de convertir su ciudad natal de Linz (Austria) en una gran metrópolis que albergara el Fuhrermuseum. Allí se encontrarían las mejores piezas artísticas del mundo: pinturas, esculturas, tapices, etcétera. El número de obras robadas por los nazis alcanzó valores exorbitantes, alrededor de unos cinco millones, y ahí fue cuando entraron en escena los monuments men. Luego de presentar el caso al presidente Franklin Roosevelt, este grupo de directores de museos, artistas, arquitectos, curadores y teóricos del arte formaron una brigada para proteger los monumentos históricos que quedaban, recuperar las piezas arrebatadas y devolverlas a su país de origen.
Como estuvieron de acuerdo el director y los actores en la conferencia de prensa de Berlín, Yves Saint Laurent es una historia de amor. Da la casualidad que en este caso se trata del amor entre dos hombres, pero el film está muy lejos de querer reivindicar la causa gay.