Ocean's eleven du freak

Micmacs

(Micmacs à tire-larigot) Jean Pierre Jeunet, Francia, 2009

Por Cristina Bringas

Amélie fue el primer film que vi de Jean-Pierre Jeunet. Recuerdo que las escenas iniciales fueron tan especiales que por un momento pensé que nunca Micmacs, cartelquería que terminara. Sus imágenes eran coloridas y su protagonista muy especial, por lo que era inevitable quedar inmóvil frente a la película. Jeunet mostró, con ella, al mundo entero, el Universo que llevaba años construyendo y con eso consolidó un estilo que ha mantenido por años. Su última realización lleva por título Micmacs à tire-larigot y es una comedia que se entreteje con una película de acción al más puro estilo de Misión Imposible o The Italian Job. Habla sobre la venganza, la muerte, la supervivencia y el amor fraternal, y pese a su temática, dista mucho de ser un producto oscuro o violento, aunque no deja de tener algunos momentos más ópacos, tal como La ciudad de los niños perdidos o Delicatessen.

Bazil es un hombre que ha perdido a su padre (en la guerra). En una apacible noche de trabajo es víctima de una persecución y recibe un balazo en la cabeza. Su vida, entonces, dará un giro y terminará buscando la venganza de quienes "arruinaron" su vida y la de todo el mundo. Sin embargo, en su camino conocerá a una serie de singulares personas que poseen sus propias cualidades y que le ayudarán a alcanzar su objetivo.

Los personajes que rodean a Bazil, y él mismo, pareciera que no son de este mundo. Son personas repletas de tics, defectos, habilidades y cualidades especiales (talentos inútiles). Esta característica es algo que Jeunet ha utilizado recurrentemente en sus películas y parece que es una herramienta para darle mucha más profundidad y volumen a cada sujeto. A cada momento vamos conociendo a los personajes, pero también ubicamos parte de su historia personal, y podemos identificarnos y reconocer a prácticamente todos, por algún detalle en particular.

Micmacs, películaJeunet, a pesar de construir realidades fantásticas (tal como sucede en el realismo mágico) y pese a que en ocasiones es más bien un director de ciencia ficción, también suele mostrar temas cotidianos y algunas cuestiones de interés general para el mundo. En esta película se refiere a algunos tópicos que, cada vez, se vuelven más presentes en nuestra vida cotidiana. La venganza es uno de ellos. Si bien este tema ha sido llevado a la pantalla grande en miles de formas, aquí la interpretación del director francés está basada en dar lecciones y no "merecidos".

Actualmente, vivimos en un mundo en el que la guerra es una situación constante en todo el planeta. Los encuentros violentos se han alimentado por necesidades capitalistas y las grandes potencias se han aprovechado de la voluntad de las personas y de sus vulnerabilidades. Jeunet hace una breve revisión de la forma en la que opera una guerra y cómo la construcción de armas se convierte en una mina de oro, pero al mismo tiempo es una mina de sangre. No hace falta ver explosiones ni sangre, ni muertos cada minuto para reflexionar sobre el papel de los enfrentamientos en la vida actual.

La información, internet y la forma en la que nos comunicamos ahora es también un tema que se muestra en la película. El poder de convocatoria y la velocidad de transmisión de nuestros días son abrumadores. En menos de una hora, el mundo puede enterarse de lo que está pasando al otro lado, generar una opinión, compartirla, publicarla y así hacer que más personas se enteren.

Aunque estos tres temas no son los medulares en la película, Jeunet hace mención de ellos, y permite que se genere una reflexión -que al final es mucho más profunda- sobre la manera en la que estamos viviendo nuestro día a día, y la transformación que estamos realizando de nuestro mundo. Sin embargo, pese al panorama pesimista que parece que envuelve a Micmacs, el director realmente está tocando otras temáticas que son de vital importancia para el desarrollo humano.

Micmacs, críticaEn primer lugar, la amistad, representada con la relación que lleva Bazil con los personajes que recién ha conocido y que se convierten en su familia. Cuando uno tiene amistades tan fuertes que ésas, todo es posible. Esto es justo lo que sucede en Micmacs, aquello que parece complicado o descabellado es alcanzable gracias al apoyo de su "familia". Por eso, no cabe duda que contar con el apoyo de nuestros seres queridos realmente hace la diferencia.

El otro tema que también es especial en la cinta es la diferencia, y la aceptación de ésta. Tanto Bazil como cada uno de los personajes que lo rodean, son personas únicas, y que por diversas cuestiones han terminado marginadas y rezagadas en un basurero. Esto no las hace menos, por el contrario, ahora son más especiales, y están unidos por sus diferencias. Esto les provee una seguridad y una fortaleza que pocas personas tienen. Aceptar las propias diferencias y -mejor aún- encontrar con quién compartirlas es un gran regalo, y Jeunet nos muestra eso a través de la armonía en su película.

Además de la historia, es imposible omitir la composición visual de Micmacs, todo característico del creador de Delicatessen. La fotografía llena de entintados cálidos, que en esta ocasión fluctúan entre el ocre y el naranja hasta llegar al verde brillante, y que nos muestra la armonía en la que viven los personajes, así como enaltece el espacio del basurero en el que habitan. No importa en donde estén, el color es siempre el mismo, formando así una percepción saludable y "normal" de todos los personajes. Sólo se ve ligeramente interrumpida cuando aparecen los dueños de las empresas de armas, quienes poseen un poco menos de calidez fotográfica, dándole paso a los blancos y negros.

Micmacs, fotogramaAunado a la espléndida fotografía, cabe destacar el manejo del audio -otra característica de Jeunet- cuya presencia es fundamental para contar las historias. En apenas segundos, el director puede contar toda una historia, sólo a través de sonido. En esta ocasión, incluso, muestra su técnica dentro de la misma película, a través de una secuencia, casi al final de la película. La misma sensación que tienen los personajes es la que tenemos nosotros al escuchar historias basadas en sonidos. El director sabe cómo crear atmósferas sonoras y con ellas despertar la imaginación.

Si bien ésta no es la obra cumbre del director francés, sí es un ejemplo más del dominio cinematográfico que posee y del estilo que lo ha caracterizado por años. Quizá podría parecer floja o "trillada", sobre todo, no por cuestiones de guión, sino de lugares comunes del director. Sin embargo, aún pese a eso, vale la pena verla para disfrutar de sus planos y sus herramientas, o bien de su reparto y las inverosímiles aventuras que rodean a Bazil.

 

 

Trailer:


Ficha técnica:

Micmacs, Francia, 2009

Dirección: Jean-Pierre Jeunet Producción: Frédéric Brillion, Jean-Pierre Jeunet, Gilles Legrand
Guión: Jean-Pierre Jeunet, Guillaume Laurent
Fotografía: Tetsuo Nagata
Montaje: Hervé Schneid
Música: Raphaël Beau
Interpretación: Dany Boon, André Dussollier, Dominique Pinon, Julie Ferrier

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