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Bugonia

Bugonia. Yorgos Lanthimos. Irlanda, Corea del Sur, EUA, 2025.

Rehacer significa, por supuesto, volver a mancharse las manos con algo que ya está (en el sentido de existir, de tener su espacio físico en el universo, de ser algo del que podemos hablar). Es aquel “re”, entonces, lo que nos lleva a pensar que algo a lo mejor no funcionaba, que no encajaba en los engranajes de la estructura a la que nos referimos (literaria, musical, arquitectónica, lo que sea). El “re” es la demostración de que se puede tomar la forma precedente y (re)moldearla para que se adecúe al pedido presente, o sea el acto de pedir (exigir) que algo se (re)construya según nuevas reglas, hasta el punto de dejar claro que lo que fue ahora ya no es, sino que se reverbera hasta allí donde pueda dentro de las nuevas paredes. O, más sencillamente (menos poéticamente), ya bien se podría decir que los remake forman parte de cierta voluntad de volver a hablar de algo porque pensamos que podríamos añadir unos nuevos elementos, o tan solo variar el ritmo con el cual (y para el cual) fueron creadas ciertas obras. Nada nuevo, por supuesto, sino tan obvio que poco espacio deja, quizás, a hablar demasiado de la faena (sin embargo, el acto de comentar es un acto necesario).

Bugonia es un remake, entonces, uno de aquellos productos que se basan en algo ya existente. Habría que preguntarse si tuviera sentido controlar las relaciones estructurales entre los dos elementos, el coreano (Save the Green Planet) y el occidental, dos adjetivos que hay que utilizar solo por una cuestión geográfica, no cultural. Y es que, efectivamente, si de culturas hablamos, las diferencias no se notan en la cuestión del contexto de producción (el mundo américo-europeo y el mundo asiático), sino en la voluntad de crear unas obras globales (todos nos podemos acercar a ellas) que sepan utilizar el momento histórico en el cual se desarrollan dentro de una voz autorial definida. Hay huellas precisa, entonces, que bien saben qué ofrecerles a los espectadores que ya saben reconocer las voces que se levantan en las imágenes, todo lo cual dentro de un mecanismo estructural bien definido : si Bugonia es un remake, más clara y rotundamente, es también (sobre todo) un filme de Lanthimos. Que se acerque el público entendiendo lo que hay que esperar.

Los elementos de reconfiguración están presente, como también la cuestión de caminar por una estructura narrativa que es, al fin y al cabo, la misma (o casi) en las dos obras. El movimiento hacia el mundo de los conspiracy junkies de los EUA y el juego con las ideas de este tipo bien encajan dentro de la contemporaneidad, llegando a ser, de todas formas, un diálogo de carácter también fuera del tiempo, como si el cuento no pudiera dejarse atrapar por los límites temporales de su diminuta era (una era, por supuesto, de pocos años, como les pasa a este siglo en el cual todo envejece dentro de un par de meses). Allí está, entonces, la lectura (¿o re-lectura?) de una humanidad que si bien se construye en la idea del hic et nunc (el aquí y ahora), en realidad sigue siendo la misma, con sus problemas y faltas de comprensión (de sí misma, de sus elementos, de sus necesidades), hasta una saciedad negativa que puede llevar a un acto (a veces más real de lo real, en un sentido hyper) de castración que nos infligimos a nosotros mismos. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ir en la creencia de ideas que nos forman como individuos?

Hay cierta diferencia, sí, entre el original y esta re-lectura. Algo parece no encajar entre los dos sentimientos con los cuales vamos a dejar este mundo que ha ido desarrollándose dentro de un juego de metáforas y de absurdidades, hasta darnos cuenta de que hay que creer en lo que efectivamente es increíble. Lanthimos nos regala una visión diferente, un final que se espeja en el coreano y que, al mismo tiempo, se aleja lo bastante para que se pueda hablar de dos versiones diferentes, distintas. Un sentimiento trágico (de la vida, por supuesto, como afirmaba alguien) que pone de manifiesto el elemento de pathos que se desprende de la visión singular del director europeo y que, finalmente, nos deja con una pizca de dolor, de lástima ante lo que hubiera(mos) podido ser y lo que efectivamente es (somos). Dos mundos que se separan hacia el final, entonces, si bien siguen sobre casi los mismos rieles, y que nos dejan pensar que sí, a veces “rehacer” puede significar insertar un punto de vista ulterior ante el ocaso de la humanidad.

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Ficha técnica:

Bugonia (Bugonia),  Irlanda, Corea del Sur, EUA, 2025.

Dirección: Yorgos Lanthimos
Duración: 118 minutos
Guion: Will Tracy (basado en la película de Jang Joon-hwan)
Producción: Ed Guiney, Andrew Lowe, Yorgos Lanthimos, Emma Stone, Ari Aster, Lars Knudsen, Miky Lee
Fotografía: Robbie Ryan
Música: Jerskin Fendrix
Reparto: Emma Stone, Jesse Plemons, Aidan Delbis, Stavros Halkias, Alicia Silverstone

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