Críticas
¡Andromeda attacks!
Save the Green Planet!
지구를 지켜라!. Jang Joon-hwan. Corea Del Sur, 2003.
Los extraterrestres han formado (y siguen formando) parte de nuestra cultura. Así es, una frase tan sencilla que poco espacio deja para que sea rechazada porque, al fin y al cabo, de lo que aquí se trata es del concepto de alienígeno (de los OVNIS, de los que vienen desde afuera), una idea que se construye en la narración cultural humana. Creo que (falso, no lo creo, simplemente lo sé) el hereje Giordano Bruno hablaba de los diferentes y muchos planetas de este universo y de cómo en cada tierra más allá de nuestro horizonte nocturno se rige una civilización con sus usi e costumi (el italiano es mío, quizás así lo utilizara el meridional) que bien pueden ser diferentes de los nuestros, hasta tener que hablar de mundos (efectivamente) inconmensurables. Por supuesto, la cuestión se vuelve a veces mucho menos filosófica (y por ende, cuando se filosofa bien, lógica y racional) y se inserta en la idea (absurda) de que allá, en el área número 51 de los Estados Unidos, se esconde una verdad que la mayoría de los hombres no puede (ni debe) conocer. ¡Ay, el poder de los que rigen el mundo desde la oscuridad!
Los seres de otros planetas son, entonces, parte de esta película coreana en la que la mezcla de ideas (la comedia negra, la ciencia ficción y otras cosas, de las que quizás mejor sería no hablar para no arruinar la experiencia) funciona para darnos un productos capaz de entretener tanto desde un punto de vista narrativo como de uno tan solo estético. Y es que, efectivamente, se nota un diseño autoral en la voluntad de utilizar el ojo de la cámara y el uso de los colores para que las imágenes queden atrapadas en la memoria visual del espectador. Un resultado, el que se nos presenta, que sabe subrayar la presencia de un director y de una sensación precisa de inestabilidad de los cuerpos que pueblan el torbellino narrativo de esta obra, abriendo paso al acto de remoldear la realidad misma dentro de un objetivo estético, cuestión, esta, que implica y lleva a la superficie el hecho mismo de reconocer que una película es el encuentro de diferentes vertientes artísticas, tanto las del iris como las del oído o del placer de dejarse contar una historia.

Es también, la de esta película, una narración sobre el bienestar mental y sobre el problema del dolor en un mundo (el humano) que poco espacio parece dejar a la idea de cooperación, de respeto mutuo, de ayuda. Horrible idea, entonces, la que permea este cuento negro, que casi ninguna esperanza deja al espectador y que nos lleva a pensar en el significado de lo que es la violencia no solo física sino también (o sobre todo) mental, la que desencaja la armonía de las psiques. Se nota, entonces, cierta amargura dentro de una aflicción que solo parece querer encontrar la manera de sanar sus sufrimientos, hasta llegar al merecido final de la recuperación, de la sanación. Y es que, desafortunadamente, no siempre lo esperado y deseado puede revelarse (revelación tan sencillamente misteriosa, sin por esto ser transcendental sino sencillamente materialista), lo cual nos limita en el juego de reconocernos como parte de una única gran raza que tendría que ayudarse entre sí y que, en realidad, quizás solo merezca ser borrada de la historia del cosmos.
La ciencia ficción es parte integrante de nuestra cultura. Empezó a serlo hace muchas décadas, desde que se fraguó en Suiza, cuando una chica muy joven decidió escribir de un monstruo construido con partes de otros seres humanos. Lo mismo (la idea de ser parte) les pasa a los seres que pueblan el universo, tanto a los reales (los que pensamos que podrían existir, como las bacterias y otros cuerpos sencillos) como a los ficticios (los que, no se sabe bien por qué, secuestran a los seres más cutres de nuestra sociedad y los utilizan para operaciones tan absurdas como poco claras). Y, decididamente, se podría (se puede) afirmar que la cuestión del bienestar mental siempre fue una de las claves de la humanidad, como demuestran muchos libros de filosofía y no solo que intentan ayudar a los seres que padecemos los slings and arrows of outrageous fortune. Quizás merezcamos desaparecer, para siempre, ya que la causa de nuestros males somos, al fin y al cabo, normalmente nosotros mismos. Quizás no, quizás sea más correcto hablar de redención. De todas formas, ¿quién va a salvar nuestro planeta verde?
Ficha técnica:
Save the Green Planet! (지구를 지켜라!), Corea Del Sur, 2003.Dirección: Jang Joon-hwan
Duración: 118 minutos
Guion: Jang Joon-hwan
Producción: Seoung Jae-cha, Kim Seon-a
Fotografía: Hong Kyung-pyo
Música: Lee Dong-jun
Reparto: Shin Ha-kyun, Baek Yoon-sik, Hwang Jeong-min, Lee Jae-yong, Lee Ju-hyeon, Gi Ju-bong, Lee Ye Soo-jung

