Críticas

Nadie nos avisó que iba a ser así

Una pistola en cada mano

Cesc Gay. España, 2012.

una_pistola_en_cada_mano_cartelCesc Gay es un director especializado en las relaciones personales, especialmente entre hombres y mujeres, tal como ha demostrado en títulos anteriores como Krámpack (2000), En la ciudad (2003), Ficció (2006) y V.O.S. (2009). Una pistola en cada mano, su última película, tiene mucho que ver con En la ciudad, posiblemente su obra maestra hasta la fecha, pero En la ciudad, a pesar de los intentos del director, no era una comedia, y esta última sí. El guion –escrito en colaboración con Tomàs Aragay–, las palabras y el diálogo resultan fundamentales en el cine de Cesc Gay, como ocurre en la filmografía de Woody Allen. Si la película se titula Una pistola en cada mano, como si fuera un western, es porque está repleta de duelos, pero no a pistola, sino interpretativos, de palabra. La música de Jordi Prats, que es un personaje más, subraya esta idea.

Una_pistola_en_cada_mano_fotograma01Como es habitual en el cine de Cesc Gay, se trata de una película coral, repleta de personajes, concretamente ocho hombres (que no tienen nombre, solo una inicial) y cuatro mujeres (que sí lo tienen). Ahora bien, lo que ya no es tan frecuente es la estructura del film, dividido en cinco escenas o partes –en realidad, son seis, pero las dos últimas se encuentran entrelazadas– aparentemente inconexas, si bien al final descubrimos que existe un nexo entre algunos de los personajes. Se trata de un relato generacional sobre un grupo de hombres que tienen alrededor de cuarenta años, hombres que se encuentran perdidos en el mundo actual, que padecen una crisis de masculinidad y, sobre todo, de identidad, ya que, independientemente de que hayan tenido éxito profesional o no, parece que ninguno de ellos lleva una vida plena, satisfactoria, feliz. Frente a esos ocho hombres, encontramos también a cuatro mujeres, mucho más seguras, mucho más fuertes, que no tienen ningún problema en hablar de aquello que les preocupa ni en expresar sus sentimientos.

Una_pistola_en_cada_mano_fotograma02El espacio en el que se desarrolla Una pistola en cada mano es la ciudad de Barcelona, una presencia habitual en el cine de Cesc Gay. Cada escena ocurre en un lugar concreto. Así, en la primera, E. (Eduard Fernández) y J. (Leonardo Sbaraglia) se encuentran en el portal de una finca; son amigos pero hace diez años que no se ven. Uno ha tenido éxito, pero no es feliz; el otro es un fracasado, pero parece llevarlo mucho mejor. El reencuentro pronto se transforma en una conversación incómoda, llena de silencios, que se prolonga durante catorce minutos.

Una_pistola_en_cada_mano_fotograma03En la segunda historia, de una duración de quince minutos, encontramos a S. (Javier Cámara), que le lleva su hijo a Elena (Clara Segura), su ex mujer. S. es, sin duda, el personaje más patético, pero también el más entrañable, de toda la película, ya que, después de diez años juntos, dejó a Clara y se ha dado cuenta de su error, pero ella ya ha rehecho su vida con otra pareja. G. (Ricardo Darín), el protagonista de la tercera escena, vive una situación igualmente patética, pero la resuelve con cierta dignidad: G. ha seguido a su mujer hasta la casa de su amante, y allí, en el parque, se encuentra con L. (Luis Tosar), un viejo conocido, al que le explica su situación.

Una_pistola_en_cada_mano_fotograma04La cuarta historia está ambientada en la redacción de un periódico en el momento en el que los empleados se marchan a casa; allí, P. (Eduardo Noriega) se acerca a Mamen (Candela Peña) e intenta ligar con ella. En este duelo interpretativo, los dos contendientes administran muy bien los silencios y ambigüedades, lo que nos conducirá a un inesperado desenlace. En la quinta historia se entrecruzan dos de esos duelos interpretativos: se trata de dos amigos, A. (Alberto san Juan) y M. (Jordi Mollà), que se encuentran con la pareja del otro de camino a una fiesta: A. va con María (Leonor Watling) y M. con Sara (Cayetana Guillén Cuervo). A pesar de ser muy amigos, A. y M. lo desconocen todo el uno del otro, y son sus parejas las que les ponen al tanto de sus problemas, si bien ellos son incapaces de hablar de ello cuando se quedan a solas. En la última escena, todos los personajes se encuentran en casa de Julián, un amigo al que nunca llegamos a conocer. Allí están también E., S. y L.

Una_pistola_en_cada_mano_fotograma05Una pistola en cada mano plantea, en realidad, un retazo de la vida de ocho hombres que se encuentran absolutamente perdidos en el momento en el que han entrado de lleno en la crisis de los cuarenta. Por eso es una película generacional, porque admite una lectura en clave sociológica. Acaso los hombres se reconozcan en ella; las mujeres, desde luego, sí nos reconocerán en esos seres patéticos, niños grandes que no han terminado nunca de madurar. Cesc Gay, que ya demostró ser un gran creador de espacios en su opera prima, Hotel Room (1998), rodada en Nueva York y codirigida con Daniel Gimelberg, demuestra que ya ha alcanzado su madurez creativa y que ya estaba preparado par rodar un western sentimental, como afirma Eduardo Noriega en una entrevista.

Premios:

Goya a la Mejor Actriz de Reparto (Candela Peña). Premio Gaudí a la Mejor Película en lengua no catalana, al Mejor Guion, al Mejor Actor Secundario (Eduard Fernández) y a la Mejor Actriz Secundaria (Candela Peña). Gran Premio del Jurado al reparto del Miami Film Festival.

Tráiler:

 

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Ficha técnica:

Una pistola en cada mano ,  España, 2012.

Dirección: Cesc Gay
Guion: Cesc Gay y Tomàs Aragay
Producción: Marta Esteban
Fotografía: Andreu Rebés
Música: Jordi Prats
Reparto: Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Eduardo Noriega, Leonor Watling, Candela Peña, Cayetana Guillén Cuervo, Eduard Fernández, Leonardo Sbaraglia, Jordi Mollà, Alberto San Juan, Clara Segura.

7 respuestas a «Una pistola en cada mano»

  1. Pues me ha parecido muy sólido el recorrido
    de presentación !
    Lo importante es darnos ganas de ver la película para tener nuestra propia opinión!

    Adelante!

  2. Pues estéticamente me parece un peñazo. Y la dicción de los personajes muy aparatosa y poco naturales los silencios a pesar de los esfuerzos de Darín y Fernández con sus respectivos parteners por hacer la conversación fluida y natural. Pena porque con todo ello se diluye la calidad de los contenidos.

  3. Estoy de acuerdo con Flora, la dicción de muchos personajes hace complicado entender lo que dicen.

    El guión lo he visto forzado y muy sesgado, pero dentro de esa limitación un detalle, los únicos personaje que se abren y cuentans sus problemas, intepretados por Cámara y Darín, salen escaldados. Los que no cuentan nada van sobreviviendo.

    1. Sobre todo a Eduard Fernández no se le entiede casi nada. Habla rápido y sin vocalizar, lo que resulta incomprensible en un actor profesional

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