Los Muppets: los más buscados

Los famosos muñecos de Jim Henson revivieron después de que Disney los retomó hace tres años con la película Los Muppets (James Bobin, 2011)  que se convirtió en un éxito porque utilizaba la fórmula que los consagró (cameos, chistes, canciones) pero revitalizada y adaptada para el público del siglo veintiuno, tanto para nuevas generaciones como para aquellos que ya gustaban de ellos.

Ahora regresan de la mano del mismo equipo creativo, con su octava película para cine: Los Muppets: los más buscados, en donde los entrañables personajes continúan con su éxito alcanzado en su show anterior, con un nuevo integrante en la familia, herencia de la cinta pevia: Walter, que enmarca el inicio de una nueva generación (un personaje que simboliza una nueva era).

Desde el primer minuto de la película, los Muppets cantan una canción que dice que “harán una secuela”, aunque sepan que son malas, y al parecer, al declararlo, lo vuelven una realidad ligeramente atinada. Por supuesto, es divertida, pero no tan completa como su cinta anterior. En esta aventura, primero tienen que decidir sobre qué será esta nueva entrega, y la opción ganadora es hacer una película sobre su gira mundial. Sin embargo, no contaban con que un archivillano (Constantine, la rana malvada) iba a suplantar a Kermit durante la gira, para realizar el atraco más grande de la historia.

La suplantación y ausencia de la Rana René siempre ha sido un tema en Los Muppets, el líder de la manada es fundamental, y en este caso Kermit tiene ese papel. En alguna ocasión previa, en la película The Muppets Take Manhattan (Frank Oz, 1984), sucede algo similar, cuando Kermit pierde la memoria y deja a sus amigos en medio de un show, sin cobijo alguno y con la incertidumbre de no encontrarlo jamás.

Una serie de aventuras sucederán en el enredo creado por Constantine a la cabeza del grupo. Aparecen entonces dos detectives: Sam Eagle (muppet) detective de la CIA y Jean Pierre Napoleon (Ty Burrell) de Interpol, quienes siguen de cerca los pasos de la gira para encontrar al responsable. Esto, por supuesto, mientras Napoleón cumple con todas las características fantoches de los investigadores europeos (auto pequeño, horarios limitados, bigote, entre otros).

Mientras tanto, Kermit –acusado por error- está encerrado en la cárcel de Gulag y prepara el show anual con toda la comunidad, rudos y asesinos mortales que son capaces de entonar las más lindas melodías y bailar al ritmo de A Chorus Line.

Nada hay extraordinario en esta película, sino la misma fórmula explorada de cada una de sus cintas anteriores. Mantienen aquello que –como se mencionaba- los ha llevado a posicionar sus películas y programas a lo largo del tiempo. Esta vez explotaron otros cameos importantes (quizá no tantos como en su película anterior), pero algunos bastante aparatosos como Lady Gaga y Tony Benett, Josh Groban y Celine Dion (que canta toda una canción junto a Miss Piggy). Además de una participación mayor de Christoph Waltz, Salma Hayek y Danny Trejo.

También está la representación de su emblemático show (y su canción de introducción), sus viajes en mapa, los números musicales con coreografía incluida, algún invento extraordinario del Dr. Bunsen Honewdew, chistes malos de Fozzie, gallinas cantando, piezas populares re-compuestas al estilo muppet, y por supuesto un solo de batería de Animal. Todo lo anterior mientras Piggy persigue a Kermit para poder conseguir la boda de sus sueños.

Los humanos que estelarizan esta película son importantes, pero no logran tocar las fibras más sensibles, como lo hicieron en su momento Adams y Segel, quienes no sólo evolucionaron su relación íntima, sino que además se involucraron con los muppets de manera más personal. Aquí, los únicos que desarrollan un vínculo son los dos detectives, que no están tanto tiempo presentes en pantalla.

Tina Fey, por su parte, resulta un personaje «patiño», cuyo único objetivo es hacer reír a la audiencia, y lo logra representando a la carcelera de Gulag, con un acento ruso terrible, mientras canta una canción muy al estilo de “Be Our Guest” de La Bella y la Bestia,  llamada “The Big House”. Mientras tanto Ricky Gervais acompaña a los Muppets de principio a fin como su representante, pero tampoco hace «clic» con todos, sino que sólo secunda al archivillano Constantine.

Entonces, aunque la presencia humana es importante, no conecta como lo hizo la dupla anterior que estaba involucrada con los Muppets. Sin embargo, muchas otras virtudes tiene esta “secuela”, comenzando por las canciones que Christophe Beck ha hecho para esta nueva entrega, como el opening number de “We’re Doing a Sequel” o “Interrogations Song”, cuyo trabalenguas es de lo más impresionante y pone a prueba a sus dos intérpretes.

Todo esto aunado a una serie de chistes e intertextualidades con otras películas, personajes, series de televisión y otro sinnúmero de detalles de la cultura popular que cada comentario es un universo de posibilidades de cómo mofarse de la realidad e interactuar con ella.

Seguramente los Muppets seguirán teniendo cabida en el universo cinematográfico y habrá muchas más películas de ellos, dado que la franquicia sigue siendo popular y logra el saludable objetivo que siempre han tenido de entretener y divertir. Los Muppets son personajes irresistibles y extraordinarios, cuyo sentido radica en acercarse a la realidad de una manera inaudita, inconcebible pero tan real y tan tangible, que cualquiera pueda cautivarse con ellos.

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