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Libros malditos, malditos libros

Los objetos son básicos en las historias. Espadas mágicas, vellocinos de oro, espejos encantados, copas que otorgan vida eterna… La lista es interminable. Muchas veces metáforas, reflejos de obsesiones o secretos, nuestras ficciones se nutren de esta clase de entes hasta el punto de que muchos de ellos alcanzan el grado de personaje por sí mismo, a pesar de ser algo inanimado

Entre todas estas maravillas, también encontramos la otra cara de la moneda; el lado oscuro representado en objetos impregnados de leyenda negra, malignidad, viles contrapartidas de los pintorescos cachivaches que portan los héroes. Proponemos un paseo por la historia de algunos de estos artefactos de ficción, reflejos del aspecto más oscuro de los temores y obsesiones del ser humano. Pero no vale cualquier cosa, claro. Hoy hablamos de libros; volúmenes perdidos, imposibles e incluso prohibidos, que nos acercan a las tinieblas o desatan las más bajas pasiones de aquellos que sueñan con acceder a un conocimiento perverso.

El cine recibe la tradición literaria de los libros malditos y convierten ciertos volúmenes ficticios en auténticos hitos del cine fantástico. Metáfora de la búsqueda del poder, reflejo pervertido del viaje del héroe, el encontronazo con las tenebrosas páginas de los tomos prohibidos suele dejar un buen reguero de desgracias.

Brujería en La Semilla del diablo

Roman Polanski, sin ir más lejos, ha caído en los brazos de la imaginación provocada por estas líneas en tinta maldita. Y es que el mismísimo demonio se ha paseado por las historias del polémico director como un personaje más. En la celebrada La semilla del diablo, tenemos el primer ejemplo de libro pernicioso, relacionado con saberes ocultos. La inocente Rosemary, interpretada por una inolvidable Mia Farrow, es víctima de la terrible conspiración del elegante aquelarre de clase alta conformado por sus, en apariencia, encantadores vecinos. Como regalo de bienvenida al tenebroso edificio Dakota (lugar maldito por excelencia, que daría pie a otro artículo sobre lugares cinematográficos con leyenda negra), recibe un extraño tomo, titulado All them Witches, cuyo contenido versa sobre magia negra e historias de brujas; toda una introducción al imposible universo mágico que se mueve en la sombras de la vida de esta joven, transformada en ofrenda para el señor de las tinieblas, en el recordado final de esta tremenda obra maestra. Polansky arrancaba el horror de las mansiones mohosas y lo llevaba a los barrios de clase alta.

No es la única vez que el galardonado director tocaría estos temas. En La novena puerta, el leit motiv de los libros prohibidos se hace protagonista absoluto de la película. La búsqueda de un volumen escrito de puño y letra por el mismísimo Lucifer lanza al personaje interpretado por Johnny Deep hacia el límite entre lo real y lo imposible, a las fronteras mismas del infierno. La idea del hombre común enfrentado a fuerzas que lo superan sirve de empuje a esta película realizada por un Polanski muy lejos de sus mejores trabajos. En cuanto al libro maldito, es, por supuesto, producto de la imaginación del escritor español Arturo Pérez Reverte, autor de la novela en la que se basa, muy libremente, la obra de Polanski. No busquen Las nueve puertas del reino de la oscuridad en los saldos de su librería favorita.

Los libros perdidos también fueron el núcleo narrativo de la celebrada El nombre de la rosa. Inspirado en la novela de Umberto Eco, el elegante directorJean-Jacques Annaud (en mi opinión, nunca lo bastante reivindicado) ofrecía la mezcla perfecta entre relato detectivesco y ficción histórica, con los asesinatos de los monjes de una abadía como telón de fondo. La investigación del monje franciscano Guillermo de Baskerville, interpretado de manera inolvidable por Sean Connery en estado de gracia, conduce a a terrible verdad de las muertes, con un libro que se creía sepultado por el paso del tiempo. El segundo volumen de la Poética de Aristóteles entra en conflicto con la implacable visión de la fe del radical abad, lo que lleva a la reflexión sobre la esencia misma del ser humano y su relación con la divinidad. Gran película de magníficos ambientes, en los cuales se puede notar el olor a tinta.

El nombre de la rosa

Sin duda, si tenemos que hablar de libros malditos, hay uno que reina por encima de todos. El infame Necronomicon, extirpado de la atribulada mente del genio del horror H.P. Lovecraft, es la puerta a los saberes malditos por excelencia. Al mismo tiempo, es heredero de otros textos prohibidos, como El Rey Amarillo, obra de teatro corrupta y diabólica. En las ficciones de Lovecraft, el Necronomicon había sido escrito por la mano del escritor demente Abdul Alhazred, y contaba en su interior con fórmulas para despertar a los dioses dormidos que conforman el impresionante cosmos mitológico que Lovecraft y su círculo construyeron a lo largo de los años. Este pernicioso volumen y sus saberes prohibidos han servido de inspiración a no pocas películas, que han aumentado la leyenda de tan destructivo tomo.

Posesión infernal significaba el debut en el cine del hoy consagrado como maestro del género fantástico, Sam Raimi. Con aquel trabajo, tan pequeño como excitante, dejaba patente su poderoso estilo y la habilidad del joven director para sacar oro de presupuestos ínfimos. Si bien en esta primera entrega el libro en cuestión no era otro que el libro egipcio de los muertos, en la segunda entrega de la saga (en realidad, un remake con mayor presupuesto de la original), Terrorificamente muertos, los protagonistas ya hacen referencia al conocido volumen creado por Lovecraft, portal literario para la invasión demoníaca que Raimi convierte en toda una orgía sangrienta con no pocas dosis de humor negro.

El maestro John Carpenter nunca ha escondido su pasión por Lovecraft. El horror informe de origen espacial de La Cosa no es muy diferente de los seres que pueblan los cuentos del de Providence. Pero es En la boca del miedo la película con la que rinde homenaje rendido a la mitología lovecraftiana, planteando el juego entre la realidad y la ficción, entre la locura y la lucidez, en la que los libros se convierten en el arma de seres de pesadilla para romper las fronteras entre mundos. Todo un viaje a la locura con la que el mítico cineasta reflexiona sobre el poder de la ficción, al mismo tiempo que moderniza en las formas la tradición del círculo de Lovecraft.

El Necronomicon de Evil Dead

El Necronomicon no es el único libro escapado de las historias de los mitos de Cthulhu que ha terminado en las pantallas. Otro director de culto en el fantástico, Lucio Fulci, sentó cátedra en el horror gracias a The Beyond. En esta película aparece otro de los volúmenes inventados dentro del círculo de Lovecraft, el Libro de Ebon, texto que también sirve de puerta de entrada a horrores innombrables del plano mortal.

La influencia de Lovecraft en el mundo de la ficción cinematográfica del horror es incalculable, y son decenas las películas que, de una manera u otra, están bajo la influencia del de Providence. Es curioso, sin embargo, que los relatos del propio Lovecraft apenas hayan sido llevados a la pantalla o adaptados con tan poca fortuna. Quizá sea por la naturaleza misma de sus horrores, seres deformes, indescriptibles, capaces de provocar la locura con su mera presencia por escapar a cualquier tipo de concepción humana. Ahí está el eterno proyecto de Guillermo del Toro de trasladar a la pantalla Las montañas de la locura. Quizá, algún día, podamos mirar de frente a la pesadilla.

Lovecraft

Estos son solo algunos ejemplos de objetos terribles, capaces de sembrar la destrucción a su paso. Escapados de mentes al límite, no son más que la representación de horrores que habitan en el corazón humano. Las bibliotecas olvidadas, el olor a libro envejecido, seguirán siendo inspiración para autores de uno u otro medio. Ahora que el libro comienza a ser una extravagancia, sepultada por el mundo en digital del siglo XXI, estos tomos ganan enteros en su misterio, en la fuerza de su presencia, en la magia de los vetustos secretos escondidos en las páginas del tiempo. Aunque existan nada más que en nuestra imaginación, siempre podremos vivir la aventura del gusto por lo prohibido. Para eso están las historias, entre otras cosas, para mirar de manera segura, en nuestro sillón favorito, en la comodidad de la sala de cine, esos lugares oscuros que, al fin y al cabo, también forman parte de nosotros.

 

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