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Joker, la construcción del encuadre

El día que Joker se alzó con el León de Oro en Venecia, muchos nos quedamos sorprendidos. Parecía que una película con el formato de gran producción dirigida por Todd Phillips (Resacón en Las Vegas, Aquellas juergas universitarias, etc.) no entraba entre las apuestas para hacerse con el gran premio de un festival de los grandes. Además la protagonizaba, predeciblemente, Joaquín Phoenix, quien seguro había dado rienda suelta a sus extravagancias y exageraciones, sobreactuando hasta lo impensable. Por otro lado, ¿podía ser la historia de Joker tan interesante como para que se le dedicase una película completa o hacerle el eje central sería su fin como personaje?

Lo cierto es que Joker ha superado muchas de las expectativas y se ha convertido en uno de los fenómenos cinematográficos del año. La película ha logrado conectar con el público, gracias a un guion sólido y a un personaje que termina generando la comprensión del público, porque como bien dice él mismo: “Es la sociedad quien le ha abandonado y lo trata como una porquería”. Huelga decir que Phoenix lo borda de forma calibrada, sin excesos, con la extravagancia justa para que empaticemos con Happy, apodo significativo que recibe el personaje por parte de su madre y sus compañeros de trabajo.

Pero, además de estos elementos, quiero poner la atención en el trabajo de dirección de Todd Phillips, quien consigue narrar una historia que nos envuelve y nos contagia. Un trabajo muy cuidado en el que la construcción que hace de los encuadres debe ser muy tenida en cuenta y vamos a analizar.

Joker, siempre en el centro del fotograma

Si hay dos cosas contrapuestas en esta historia, esas son el equilibrio y la quietud de los encuadres frente al desequilibrio emocional y físico de su protagonista. Todd Phillips sacrifica la libertad y espontaneidad del movimiento actoral y de la acción dramática en pos de unos maravillosos encuadres simétricos de estudiada elegancia, proporción y equilibrio. Pero el resultado no pierde, sino todo lo contrario. Cada plano está pensado de forma razonada, creando un espacio simétrico que divide la composición en partes iguales y dirige nuestra mirada al centro de dicho plano. Esa estructura simétrica de la imagen se mantiene tanto en los planos interiores como exteriores. La vemos en las escenas de calle con edificios, en las numerosas escenas de escaleras y pasillos, en el plano general de Gotham, dividido en dos por las vías del metro, también dentro de los vagones, en el plató de televisión, en casa de Happy, en la máscara con la que se maquilla. Siempre Phillips idea la escena a partir de una posición de cámara que busque la simetría de los elementos. El centro de esa simetría casi siempre es Joker. Pase lo que pase, él está en el centro como contrapunto. Tenemos en la misma imagen el equilibrio y el desequilibrio juntos. Quizá por ello el personaje no sobreactúa, se le asignan unas líneas dentro de las que moverse y que no puede sobrepasar. El control que establece la cámara vigila, también, la dirección actoral. Interviene hasta en el baile envolvente de Joker, que no puede salirse de cuadro. Y quizá por ello se logra esa conexión con el público. Nuestra mirada siempre está puesta en él, hasta cuando dispara para matar, la cámara lo mantiene como centro de la imagen. No podemos sentir compasión por nadie más.

Encuadre simétrico de Gotham, ciudad perfecta

Podemos decir que Phillips crea un orden en mitad del caos. Su simetría visual compone los elementos de tal forma que incluso en la escena del metro, llena de una multitud de payasos dispuestos a todo, nos permitimos el hablar de equilibrio. Y como siempre, en el centro de la multitud, Joker, ese personaje que parece no distinguir entre el bien y el mal, pero que se sabe víctima incomprendida de una sociedad despiadada e insensible que solo ve con buenos ojos a aquellos que han escalado hasta  la cima del poder sin preguntarse cómo lo han hecho.

Un plano muy recurrente durante toda la película nos muestra al protagonista caminando por estrechos pasillos, subiendo o bajando escaleras, desplazándose, incansable, pero siempre en el centro de la simetría. Y la cámara sigue a ese personaje egocéntrico, protagonista de la historia, injustamente tratado por Gotham, que quiere hacer reír para que no se rían de él. Happy no es feliz, no sabe hacia dónde ir, pero no descansa buscando la calma.

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2 respuestas a «Joker, la construcción del encuadre»

  1. Es muy interesante poder apreciar estos detalles técnicos de la película que pese a ser tan perceptibles y cautivar en especial las escenas de las escaleras, descubrir que también son puestas por un propósito cinematográfico e incluso narrativo.

    1. Gracias, Andrés. Muchas de las grandes películas que disfrutamos guardan recursos narrativos por descubrir que hacen más grande el cine.

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