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2016: El año en que murió mi perro

A lo mejor por desinterés, mal empleo del tiempo o por mera inconsciencia, no vi muchas películas el año pasado; ni siquiera el anuncio del palmarés de Cannes o la llegada de la temporada de premios cambió eso. Considerando que Venezuela es un lugar con una cartelera cinematográfica dominada por la hegemonía hollywoodense, me encontré mirando más hacia el pasado que hacia el futuro; la memoria y sus recodos fueron el eje en torno al cual giraron las historias que dejaron una marca en mí como espectador en el transcurso de los últimos doce meses.

Tengo esa apreciación gracias a las ensoñaciones que me proporcionaron Guy Maddin y Stan Brakhage en sus películas, dos realizadores cuyo trabajo desconocía. Así fue como conocí a Spanky, protagonista de Spanky: To the Pier and Back (2008), un cortometraje que me dejó melancólico. El camino, las casas y el mar son los pilares sobre los cuales Maddin edifica un conjunto de imágenes evocadoras en blanco y negro, conectadas por un frenético montaje que documenta la última caminata de Spanky (un pug) al puerto. Quizás esa capacidad de convertir lo ordinario en extraordinario sea su característica más llamativa, porque en sus paisajes encontré una misteriosa honestidad con énfasis en la creación de sensaciones.

Spanky to the Pier and Back

Al leer más sobre Maddin y antes de sumergirme en otro par de sus películas que, con gusto, también podría considerar de lo mejor que vi el año pasado —Brand Upon the Brain (2006) y The Forbidden Room (2015)— encontré un artículo en Bright Lights Film Journal que comparaba el estilo impresionista de Maddin (con escuela en L’Herbier y Epstein) con las producciones caseras del experimentalista Brakhage en los años 50 y 60; al referirse a Spanky, específicamente, el autor traía a discusión Sirius Remembered (1959), donde el transcurso de las estaciones en un bosque se representa en relación con el cadáver del perro de la familia Brakhage en descomposición (¿o viceversa?).

Una de las similitudes, más allá del estilo y de la figura de la mascota, estaba en la manipulación del tiempo y su afectación en la memoria: en el de Maddin ocurría a través de la repetición de planos llegando al final de su paseo hacia el puerto, separados por pantallas negras en lo que parece “una mímica de las imágenes recolectadas por la memoria de la caminata misma”, en palabras de William Beard para su libro Into the Past: The Cinema of Guy Maddin. En el de Brakhage, con la descomposición durante seis meses y su naturalista mirada, no por ello desafectada; recordar a Sirius (tal como revela el título del cortometraje) se corresponde con los movimientos de la cámara mientras llega el invierno, que van desde el choque a la negación, la ira y finalmente, la aceptación del orden natural de las cosas.

Sirius

 

Sobre esto, Brakhage expresó:

Estaba llegando a un acuerdo con la decadencia de una cosa muerta y la decadencia de los recuerdos de un ser amado que había muerto, socavando todos los conceptos abstractos de la muerte*.

Mi propio perro falleció el año pasado, y no fueron pocos los rastros que hallé de su presencia en los rincones de mi casa, como escamas invisibles que se aferraban a las paredes. La anécdota puede parecer innecesaria, pero ilustra que existe en el cine una cualidad purificadora, tanto para el espectador como para el realizador, que se cuela en la vida como si de ficción se tratase.

Es pretencioso caer en un debate sobre las inquietudes que rodean nuestra percepción de la memoria en un artículo de opinión sobre las mejores películas de un determinado año. No es la intención. Sí lo es, en cambio, reflexionar sobre el arte mismo de ser espectador, de soñar, imaginar y maravillar del cine como medio que no posee equivalente, del cine como puerta sanadora y creador de sensaciones. Porque, si no es para eso que recomendamos películas a nuestros amigos, ¿para qué? Compartir aquello que resuena en nuestro interior debe parecerse mucho a coexistir con la memoria que rehuye de la inteligencia y se aferra al corazón.

Es por eso que, cuando pienso en los filmes que vi el año pasado, no solo me acuerdo de Spanky y Sirius; también me acuerdo de mi mascota. Dichos recuerdos se convierten, en sí mismos, en películas. Y esas son las mejores que vi el año pasado.

* Estas palabras acompañan la ficha de Sirius Remembered en la página web de Lightcone, una organización sin fines de lucro, cuyo objetivo es la distribución, promoción y preservación del cine experimental.

 

Guy Maddin – Spanky: To the Pier and Back

Enlace al artículo de Bright Lights

A Filmmaker Evolves – Spanky: To the Pier and Back (Guy Maddin 2007)

Enlace a Sirius Remembered en Lightcone:

http://lightcone.org/en/film-8557-sirius-remembered

 

 

 

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