Reseñas de festivales 

Chained

Después del éxito vivido con su anterior film Surveillance (2008) en la edición del festival del año 2010, distinguida con el premio a la mejor película, Jennifer Lynch regresa este año con una historia muy oscura sobre el lado más misterioso y temible del ser humano. Basada en una obra de teatro, cuenta la historia de un asesino en serie que un día, en una de sus salidas para cazar víctimas inocentes, rapta a una mujer que va acompañada por su hijo. De esta manera el niño quedará encadenado dentro de la casa del “monstruo”, quien le introduce dentro de su protocolo de actuación criminal y le convierte en un esclavo.

Jennifer Lynch pone la cámara muy cerca del asesino, siguiéndole en su rutina, convivencia y pesadillas, pero sin atravesar nunca la línea que nos enfrentaría cara a cara con el horror. Apuesta por una narración en la que sugiere lo que está ocurriendo en la habitación de al lado. El sonido puede ser a veces más terrorífico que una imagen explícita, pero es curioso que al mismo tiempo utilice el elemento de la cámara oculta para despertar expectación e inquietud, en un juego de intenciones por mostrar solo lo necesario.

De esta manera, construye un relato sin prejuicios que  indaga en las motivaciones e inquietudes del asesino como ser humano, dejando a un lado los estereotipos más recurrentes. Mantiene el foco de  interés en el proceso de construcción de la relación y los lazos de dependencia y afectividad entre el asesino y el niño.

Como ocurría en Surveillance, Lynch vuelve a sorprendernos con un giro final nada previsible, que aunque partía de la obra original, no convence por su exagerado efectismo y, ante todo, por ser innecesario para el cierre del film.

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